Capítulo 05 | ʟᴏꜱ ᴀɴᴄɪᴀɴᴏꜱ

141 29 50
                                    

Un total de quince vigilantes me rodeaban, divididos en grupos de cinco, flanqueando cada uno de mis lados, Guido estaba a mi lado. En lo que había abierto la puerta, Cícero comenzó a comportarse de forma extraña, riendo e hipando, haciendo de bufón frente a los vigilantes en la puerta.

Alcander había estrechado su vista hacia Cícero y lo contempló por unos minutos, luego hizo un sonido de desprecio y le pidió que se diera una ducha y se preparará para su castigo.

Mientras caminábamos, podía ver a los aldeanos salir de sus casas e inclinar la cabeza al verme, algunos de ellos se arrodillaban y decían una oración. Yo trataba de mirarlos a todos, trataba de darles alguna señal de respeto, todo mi cuerpo se sentía hormigueante y áspero por la necesidad de abrazarlos y hablar con ellos.

Guido caminaba con la frente en alto, incluso podía jurar que había crecido unos centímetros en altura y en su anchura. La verdad es que me sentía bastante segura a su lado, así que estaba agradecida por su postura protectora.

—Vamos a entrar y la vas a presentar Guido, seguro querrán saber cómo fue el nacimiento y cómo es que estabas ahí, di toda la verdad, no necesitamos más problemas. Solo dejemos que hagan lo que necesiten hacer y nos dejen en paz.

—Deberías estar avergonzado Alcander, es tu deber protegerla y ahora la estás llevando con esos chupasavia, que lo único que querrán hacer es llevársela y La Madre sabrá con qué fin.

Sentí, antes de ver a Alcander mirarme, su mirada era evaluativa, quizás la mía también. No sentía ese hormigueo en mis brazos que sentí en nuestro primer encuentro, esta vez sentía una necesidad enorme de tocarlo, de tener alguna conexión con él, de hablarle. ¿De dónde carajos venían estos sentimientos y por qué siento este vacío en mi pecho?

—Estoy cumpliendo con mi deber ¿Qué crees que pasará si no la llevamos con ellos? Ya saben que está aquí, no podemos ocultarla, pero sí podemos protegerla. A ella y a toda la aldea Guido, ¿Qué supones que pasará con la aldea? Van a llamar a sus soldados y nos matarán a todos.

—Si morir es parte de la protección, estoy seguro de que muchos lo haremos gustosamente. Es mejor morir protegiéndola, que morir de hambre, morir a manos de esos soldados que solo buscan beneficiar a los ancianos.

—¡Oye, oye, oye! Cálmense todos. Nadie tiene que morir por mí, llévenme con esos Ancianos decrépitos y veamos qué carajos quieren conmigo.

—¿Ancianos decrépitos? —Guido estalló en carcajadas, incluso el mismo Alcander parecía estar conteniendo una.

—Delia, querida, perdóname si no fuimos suficientemente claros y te hicimos pensar que los ancianos eran en realidad hombres "viejos". Se les dice ancianos porque son los últimos descendientes de los primeros habitantes. Cada uno representa a una aldea y cada uno de ellos defiende su territorio.

Alcander soltó un sonoro bufido —¿Su territorio? ¡Bah! Esos idiotas nunca han puesto un pie en ninguna de sus aldeas, se refugian en Cecere y solo quieren gobernarnos.

—Ok, entonces no son viejos y quieren matarme ¿Algo más que necesite saber?

—Van a intentar llevarte antes de que tengas la suficiente fuerza para detenerlos. No sabemos cómo se carga la fuerza de "La Nacida" pero sabemos que las últimas han sido muy poderosas. Los ancianos han tenido trescientos años para fortalecerse, el tiempo que hemos estado sin una nacida.

Al frente podía ver lo que claramente era un templo, me encantaba la forma que tenía y el color verde que tenía. Era ancho en la parte baja y se iba haciendo más angosto hacia la parte de arriba. Parecía que un árbol había crecido justo desde el centro del templo, enorme, con raíces anchas. Había pequeñas aberturas en toda la estructura, de cada una de ellas colgaba una cesta de flores o pequeños arbustos, era en verdad una hermosa obra que lamentablemente se sentía como el lugar de mi ejecución.

𝙉𝙖𝙘𝙞𝙙𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝙍𝙤𝙗𝙡𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora