Capítulo 15 | ᴏꜱᴄᴜʀɪᴅᴀᴅ

102 24 25
                                    

Intentaba salir de la inconsciencia, poco a poco recuperando algunos de mis sentidos. Podía decir que está sobre lo que debería ser un catre, muy parecido a donde dormíamos cuando armamos las tiendas. Podía oler a humedad. Cuándo finalmente abrí los ojos entré en pánico.

Todo era negro, oscuro. Intenté llevar mi mano izquierda a mi cara y las restricciones me lo impidieron, mi brazo estaba atado, mi brazo derecho igual. Si hacía un gran esfuerzo, apenas podía juntar mis dedos en mi pecho.

Mi respiración se hizo fuerte y pesada, cuando intenté gritar y no pude. Solo en ese momento pude notar que tenía algún tipo de material separando mis dientes. Pateando mis pies, tampoco podía moverlos. Me había atado por completo, estaba a merced de cualquier persona, no podía ver ni mover ninguna extremidad. Para lo que fuera, bien pudieron haber enterrado mi cuerpo aún vivo y yo no podría hacer nada.

Intente pelear con todas mis fuerzas, algo para mover algunas de las restricciones, algo para poder al menos gritar. Respiraba violentamente y sentía que perdía la conciencia de nuevo. En un momento estaba luchando contra mis ataduras y en el otro estaba acostada sobre un cómodo y hermoso césped, el sol brillaba en el cielo, el olor a naturaleza llenaba mis pulmones.

Sabía en donde estaba, mi cuerpo seguía en ese lugar horrible, mis brazos y piernas atados, amordazada y en total oscuridad. Solo mi conciencia estaba aquí, en algún sitio estaba La Madre, de verdad esperaba no estar muerta.

Me senté, efectivamente esa hermosa mujer estaba frente a mí, su rostro tranquilo, pero podía ver la preocupación en sus ojos. Estaba jodida.

—Delia, querida —se acercó a mí, tomando mi rostro entre sus manos de forma cariñosa —¿Cómo es que no lo vi venir? ¿Cómo es que lograron atraparte tan pronto?

—Madre — exhalé el aliento que no sabía que estaba reteniendo, sentí mis ojos se llenaban de lágrimas —¿Estoy muerta?

—No querida, pero bien pudieras estarlo pronto — se alejó de mí y comenzó a caminar de un lado al otro divagando —necesitamos encontrar la manera de que puedas salir de ahí, no pueden lastimarte, no puedo perder otra hija, no dejaré que me quiten otra —se paró y se dirigió a mí nuevamente —tienes que explotar tus dotes Delia, necesitamos hacer que saques todas tus fuerzas y poder —volvió a alejarse, me estaba dando cuenta qué pensaba en voz alta —esos fanáticos volvieron Rocareid una tierra infértil, ¿Cómo vas a poder sobrevivir ahí en esas condiciones?

Fue mi momento de intervenir —Rocareid no es infértil —la Madre paró sus pasos y me observó con una atención que erizaba mi piel.

—¿De qué hablas? Claro que lo es, lleva cientos de años sumisa en tierra y piedra, nada ha crecido ahí en años.

—Pero sí lo ha hecho. Cuando me atacaron y caí de caballo, bajo mi palma extendida, pude ver cómo crecía una pequeñísima rama.

—Siento que te hayan lastimado querida y no haber podido interceder por tu protección, es algo que me duele muy profundo, pero necesito saber ¿Cuánto tiempo crees que estuviste ahí querida?

—Poco, ¿Quizás unos cinco minutos? Me derribaron con algún veneno, fue muy rápido.

—Entonces tienes que intentar trabajar en eso, en el momento que tengas la oportunidad —vi como tragaba pesado —Delia, esos monstruos quizás te lastimen. Ellos... —tomó un aliento fuerte —son bestias, querrán hacerte daño y quebrar tu espíritu, quebrar tu voluntad —tomo mis manos en las suyas —no puedes permitirlo Delia. Si logras que la naturaleza se abra camino en ese lugar, vas a poder salir de ahí. El portador de luz está cerca y está definitivamente molesto, su energía también te ayudará.

𝙉𝙖𝙘𝙞𝙙𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝙍𝙤𝙗𝙡𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora