Capítulo 17 | ᴇꜱᴛᴏʏ ᴀQᴜɪ ᴄᴀʀɪÑᴏ

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Sentía dolor en todo el cuerpo, creo que hasta las uñas me dolían. Intentaba recordar de dónde venía el dolor, poco a poco llegaron a mí las imágenes.

El recuerdo del cuchillo, la cara de satisfacción de Axel cada vez que mutilaba mi piel y mi dolor. Había sido insoportable. Un golpe brutal me dejó inconsciente.

Poco a poco abrí mis ojos, intentaba ajustar mi vista a mi entorno, pero era difícil. Mi boca y garganta se sentían llenas de tierra, el solo hecho de tragar saliva era doloroso.

Cuándo logré enfocar, supe que estaba en la celda, había iluminación, no mucha, pero al menos no había despertado en esa horrible oscuridad. Intenté moverme, pero era demasiado doloroso.

—Ten cuidado cariño, tienes que tomarlo con calma —Por la Madre, ahora alucinaba con Egan.

Su cara apareció frente a mí. Sus ojos, hermosos y consoladores, parecían reales. Sus labios llenos que me parecían tan pecaminosos. Su cabello, en todas direcciones y un poco húmedo, me daban ganas de pasar mis manos por los mechones y quedarme así por siempre. Sentí cómo se llenaban mis ojos de lágrimas.

—¿Qué pasa cariño? ¿Estás bien? ¿Qué puedo hacer para ayudarte? —su mano subió a mi rostro, acunándolo con ternura.

—No eres real —mi voz apenas un suspiro.

Él sonrió con dulzura —Claro que soy real Delia, estoy aquí, contigo —Tomó mi mano y la puso sobre su mejilla. Estaba cálido, fuerte y tan hermoso.

—No es cierto, no puedes estar aquí.

Acercó sus labios a mi frente —Estoy aquí Delia.

Llevó sus labios a los míos, dándome un pequeño beso, pero cargado de amor —Estoy aquí cariño.

Llevó sus labios a ambas mejillas y dio un beso a cada una —Estoy aquí.

Luego bajó sus labios por mi cuello, dando pequeños besos y algunos mordiscos juguetones. Pero luego sentí su lengua, pasando lentamente desde la base de mi cuello a la parte de atrás de mi oreja, esa parte que hacía romperme en dos. Sentí una electricidad pasar desde mis pechos, hasta entre mis muslos, una electricidad que me hacía curvar los dedos de los pies.

—Estoy aquí mi amor y siempre lo estaré.

Con esas palabras me rompí. Llevé mis brazos a su cuello y lloré. Solté todo el miedo que había sentido, toda la desesperación, la humillación a las que Axel me había expuesto, dejando mi cuerpo a la vista de tantas personas. Solté el dolor de cada una de las cortadas. Lo solté todo. Porque ahí estaba él, este increíble hombre había venido por mí. Si estaba aquí, él también estaba encerrado, pero estaba aquí. Mi Casais, mi compañero y mi amigo.

—Deja ya de llorar Delia, estoy a muy poco de dejar salir todo mi poder y dejar esta mierda en cenizas solo porque estos idiotas ocasionaron esta angustia en ti. Mi control no va a resistir verte llorar así cariño.

Intenté respirar profundo y recuperar el aliento. Ese momento de desahogo, me había dejado con menos fuerzas. Apenas podía sostener mis brazos en alto para tomarlo del cuello.

Al separarme, me di cuenta de que Egan estaba sobre sus rodillas en la cama, evitando poner peso sobre mí. Cuándo miré abajo, noté que tenía una especie de capa que cubría todo mi cuerpo. Moviendo mis piernas, pude darme cuenta de que estaba desnuda bajo esa bata.

—¿Cómo es que estás aquí? ¿Qué fue lo que pasó?

—Te contaré todo princesa, pero primero necesito que te intentes sentar. Debes tomar agua y comer algo. Creo que has estado inconsistente dos días. Ven, te ayudaré.

𝙉𝙖𝙘𝙞𝙙𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝙍𝙤𝙗𝙡𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora