Epílogo

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Sentí el peligro incluso antes de que llegara. Delia estaba recostada sobre mí, su exquisito cuerpo calentando el mío. Una pena que nuestra tranquilidad durará tan poco.

Sabía que los Ancianos no se habían retirado, no. Los conocía bien, los bastardos se estaban reagrupando, solo fallé en los tiempos, creí que podíamos tener tiempo de irnos.

Justo cuando me inclinaba para despertar a Delia, se abrió de golpe la puerta. En otro momento, me hubiese molestado ¿Ahora?, estaba feliz de contar con Alcander. Solo me molestaba un poco que despertara a Delia de golpe. Que no tuviéramos tiempo para más.

—Están aquí Egan, son demasiados vigilantes, tenemos que huir. —evitó ágilmente la desnudez de Delia, otra cosa por la que me gustaba.

Parándome de la cama, con dolor en el pecho y con ganas de destruir el mundo, me vestí. Tomando mi tiempo para ver a una Delia que se veía increíblemente tierna corriendo de un lado a otro buscando su ropa.

La tomé en brazos —Ey, ey... tranquila. Todo estará bien, esto es solo otro tropiezo. —sus hermosos ojos aún nublados por el sueño, su cabello en todas direcciones gracias al trabajo que habíamos estado haciendo, su olor y mi olor llenando el ambiente.

—Creí sé que se habían ido, estos hombres jamás descansan —Rosanne, Guido y Theo entraron a la habitación, incluso Dereck estaba ahí, una tremenda fiesta. Sabía que todos esperaban mis órdenes, aunque no necesariamente les gustarian.

—Vamos fuera, necesito que Dax esté aquí. —mi Tronco debía saber todo lo que pasaba, era el único que me mantendría en una sola pieza.

Dax estaba claramente inquieto, presentía algo, cuando nos vio se acercó, trotando a mi lado, sus hermosos ojos llenos de preguntas —Esto es lo que pasará, escuchen bien y no quiero discusiones, no tenemos tiempo para eso.

—Los Ancianos están cerca, necesitamos proteger Rocareid, no podemos perderla. —mire a Delia, mi pecho cada vez más apretado —Necesitas hacer un muro Delia, más grande, más fuerte, más peligroso del que hiciste antes. Necesitas mantenerlos lejos. Necesito tiempo.

—¿Tiempo? ¿Para qué necesitas tiempo? —ya había sospecha en su voz.

—Voy a entregarme, ellos te tomaron antes por qué me querían a mí. Controlándome te controlan. Si me entrego, te daré tiempo de hacer ese muro y luego ir a Onala, es la única salida. —Dax gruño y se puso frente a mí, respirando pesadamente, mirándome con furia. La negación en cada uno de sus rasgos. Cuando intente tocarlo gruño más fuerte, así que lo tome fuerte por su hocico, usando mi poder sobre él.

—Sabes que esta es la única oportunidad que tienen, la única oportunidad que ELLA tiene. No olvides por quién estamos aquí, a quién debemos proteger. Te necesito cerca de ella. —Sus ojos estaban tormentosos, su dolor lo sentía muy profundo. Acerque mi rostro a él, ahora abrazandolo por completo, como pocas veces dejaba que nos miraran así. Mostrando mi vulnerabilidad. —Estaré bien amigo, todo estará bien. Solo mantente atento y protégela Dax. —Me dio una gran lamida en todo el rostro, mostrando también su amor por mí —Psssfff eres asqueroso hombre.

Delia tomó su lugar frente a mí —Siempre lo supiste, sabías qué podía pasar. Por eso me hiciste el amor de esa manera anoche —Alcander tropezó un poco ahogándose. —Apenas salgas de aquí y te expongas, te lanzarán flechas envenenadas, lo sabes.

—Lo sé y por eso tienes que ser rápida, acabaré con gran parte de su legión, pero sé que caeré, necesito que crean que han ganado.

Delia miró a Theo —¿Tienes las piedras? —la realización se vio en su mirada, corriendo a una de las esquinas donde los aldeanos trabajaban rápidamente. Volviendo con sus manos llenas.

Delia tomó el cuero en su muñeca, envolviendo una de las piedras más largas y atándola a mi brazo izquierdo con determinación. Sabía que esto le dolía, sabía que estaba sufriendo, porque yo también lo estaba.

Miro mi rostro y lo tomó entre sus manos. Esos hermosos ojos llenos de lágrimas —Nuestra misión en este mundo es más grande que nuestro deseo de permanecer juntos, más grande que lo que sentimos Egan. Protegernos no es amor. El sentido de nuestro amor es único y ese sentido es este. Poner nuestro deber por encima de nuestro amor es nuestro sentido. —respiró fuerte, aguantando.

Guido se adelantó, al menos diez frascos de antídoto en su mano —No sabemos cuánto es demasiado, haremos una prueba contigo. Bebe los que puedas, ayudará a que no te afecte tanto el veneno, intenta guardar algunos.

—No puedo dejar que sean conscientes de que sabemos del antídoto, sabrán que trabajaremos sobre eso. Beberé cuatro, que lo demás lo tomen Delia y Rosanne.

—Si lo vas a hacer, tiene que ser ahora Egan. Están acercándose rápido.

Me acerqué a él tomando su brazo en un saludo —nos veremos hermano.

Miré a Guido —Sigue protegiéndola —Mirando mis ojos contestó —Siempre.

Miré a Rosanne —Cuídalos a todos. La verdad es que si ganaste ayer —rio, conteniendo las lágrimas —lo sabía tramposo.

Miré a Alcander —Sé que harás tu trabajo, confío en ti —Se acercó, dándome un medio abrazo —prometo dejar las conversaciones profundas solo para ti, te esperaré hermano.

Riendo me volví a Delia, tome su rostro y sin más la bese, dejando mi corazón con ella. Ella respondió, dándome el suyo en su lugar —Cuídate y has que se meen en los pantalones con tu poder —sonrió y puso sus manos entre las mías —mostremos que tienen razón en temer nuestra unión, mostremos nuestro poder, que sepan que ese poder nos reunirá. —Besó mis labios —Debes estar atento a las señales Egan.

Pasando cerca de Dax, le di una palmada —Nos vemos cachorro —resoplando me dio un latigazo con la cola. Sí, lo esperé y sí, lo necesitaba.

Salí de la fortaleza, caminando tranquilamente. La rabia por tener que dejar a Delia atrás llegó y con ella la oscuridad. El cielo comenzó a oscurecerse, densas nubes cubrían el cielo, los rayos y truenos sonando fuerte. Cuando estuve lo bastante lejos de la fortaleza, subí mis brazos al cielo, tomando esa fuerza que necesitábamos. La legión de los Ancianos estaba cerca, ya podía verlos. La piedra definitivamente potenciaba todo, porque sentí más fuerza que nunca antes.

Cuando sentí toda la fuerza suficiente, bajé mis manos a la tierra y les envié toda esa fuerza hecha electricidad. Era el tiempo que necesitaba Delia.

Un sonido llegó, el retumbar de la tierra. Cuando miré atrás me sorprendí con el poder de Delia, no se estaba conteniendo. Poco a poco se formó la muralla más densa que había visto. Plantas venenosas, espinas, carnívoras. Delia solo estaba recreando plantas que mantendrían a todos atrás. La muralla se extendía por kilómetros, tanto de alto, como de largo.

Sentí un dolor punzante en mi brazo derecho, justo sobre la marca. Cuándo baje mi mirada, vi cómo se formaban plantas de Ramuesh, colores vivos. Todas las raíces estaban repletas, luego se camuflajearon, helechos tapando las plantas.

Mi mujer era sorprendente, había hecho crecer el antídoto en mi piel, de una forma que nadie podría descubrir. No pude disfrutar el momento lo suficiente. Flechas comenzaron a caer. Lance poder y rayos en su dirección. Dejé que una flecha diera en mi muslo y otra en mi hombro. Comencé a lanzar rayos más débiles, hasta que caí sobre una de mis rodillas.

—Llévenlo, solo lo necesitamos a él —Elías, el imbécil era predecible.

Cuando me tomaron en brazos, pensaban que estaba inconsciente, pensaban que habían ganado. Sin saber que la única ganadora aquí era Delia, sin saber que la Madre misma estaba interviniendo en todo esto. Sin saber que llevaban al peor espía a sus aposentos.

Me dispuse a intentar tomar una siesta. Que crean que estaba liquidado. Me quedaría aquí, pensando en el cuerpo de Delia bajo el mío, sus miradas, sus caricias. Me quedaría muy tranquilo aquí imaginando cómo acabaríamos con los Ancianos desde dentro.

Continuará...

𝙉𝙖𝙘𝙞𝙙𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝙍𝙤𝙗𝙡𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora