My Little Bunny [Adaptación 2na]

02

Sana estaba caminando por la sala donde los niños estaban sentados en sus puestos dibujando "el mejor día que han tenido con su familia".

Los niños tendrían que dibujar aquel día que más hayan disfrutado y explicarle a la profesora como fue, que había pasado y porque para ellos era su mejor día.

Nayeon fue la primera en terminar, tampoco era como si tuviera que dibujar a tantas personas, no, solo era su mamá y ella, y como olvidarlo, junto con su conejito de peluche.

— ¡Profesora! ¡Terminé! —Sana se acercó a la niña de cinco años, quien le pasó su dibujo.

El dibujo era de los que gran parte de los niños hacían; Las personas eran hechas por palitos, además de un pequeño dibujito de un conejito de peluche. — Bueno, cuéntame que pasó ese día.

— Mamá y yo hicimos galletas con chispas de chocolates y otros con crema, ¡la harina voló por toda la cocina! —Contó emocionada, extendiendo sus brazos. — Tomé un poco de crema y manché la puntita de la nariz de mi mamá, aquí —Con su dedo, apuntó la punta de su nariz. — ¡Oh! Y Mr. Bunny quedó todo blanco, mi mamá tuvo que lavarlo porque estaba con harina. —Sonrió al recordar ese día.

— Y, ¿Por qué elegiste ese día? —Preguntó curiosa Sana.

— Mamá tiene muy pocos días libres, así que no podemos pasar tanto tiempo juntas, menos hacer galletas de chocolate. Ese día no tuvo que trabajar, ¡pasamos todo el día juntas!

— Oh, ¿En que trabaja tu mamá? —Y aunque no lo quisiera admitir, realmente le había interesado la madre de la niña.

— Es doctora, salva a niños que están enfermos todos los días, es como una superheroína. —Dijo orgullosa, y es que a los ojos de Nayeon, su madre era como esos superhéroes de los dibujos animados. — es por eso que mamá no puede pasar tanto tiempo conmigo, hay más niños que la necesitan para estar sanitos. —Sana sonrió enternecida, la niña al hablar de su madre se le iluminaban sus ojitos.

Luego de felicitar a Nayeon por el buen trabajo que hizo en la actividad, tuvo que ir a escuchar los relatos de los demás niños.

Cuando marcaron la una de la tarde, los apoderados llegaron al jardín a buscar a los niños. No pasaron más de diez minutos y ya no había niños corriendo por todos lados, la jornada había acabado para los pequeños.

Sana estaba recogiendo todos los materiales que se habían utilizado ese día, los acomodaba en una canasta que iba dejando en una encimera.

Dahyun llegó a su lado, y por su mirada se sabía que venía curiosa. — Así que... ¿La apoderada Myoui, eh? —Sana lo miró confusa.

— ¿De qué hablas? —Dejó en la encimera la canasta, empezando a ordenar los lápices.

— No creas que no me di cuenta que te quedaste embobada por esa mamá. —Tomó los blocks que estaban en el suelo para poder dejarlos en su lugar. — Es linda, ¿quieres saber alguna cosa de ella? Sé todo de los apoderados, ¡pero en mi defensa, ellos son los que me hablan sus problemas, yo no les pregunto! —Se defendió de inmediato. Sana solo rodó los ojos.— Bueno, ¿quieres saber o no?

La contraria solo se encogió de hombros, mostrando desinterés, aunque bien sabía que le daba cierta curiosidad esa apoderada.— Uhm, como quieras.

Dahyun soltó una risa, conocía bien a su mejor amiga.— Es cirujana pediátrica, es por eso que no suele venir a buscar a su hija, aunque si te diste cuenta en la mañana, se preocupa de su hija, aun cuando está llegando tarde a su trabajo. —Suspiró. — No sé cómo lo hace, ser madre soltera y además ser cirujana, ah...debe ser difícil. —Sana asintió comprensiva. — Y por lo que sé, es una madre presente a pesar de todo. Cuando Nayeon te agarre confianza, ya verás que te va a contar tantas cosas de su madre que ni podrías imaginarte. —Terminó de ordenar la sala que siempre queda hecha un caos. — Bueno, ya me voy. ¡Nos vemos mañana! —Se despidió, saliendo del jardín para irse a su casa.

Sana tomó los dibujos de los niños, colgándolos en la pared. Cuando tomó el de Nayeon, sonrió, había algo que hacía que le diera cierta curiosidad esa apoderada. Sacudió su cabeza y colgó el dibujo, dejándolo en el centro.

Cuando terminó, apagó las luces y cerró la sala. Ya era hora de ir a su casa.