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Mina tomó un paño mojado con agua fría, estrujándolo para sacar el exceso de agua. Puso el paño en la frente de Nayeon la cual aún tenía fiebre.

Nayeon estaba acostada en el sillón de la sala, mirando la televisión que solo mostraban las noticias junto con la hora.

Su cara estaba con varias manchas rojas, y ni hablar del resto de su cuerpo. Tenía fiebre, dolor de garganta y mucha picazón. Se veía cansada, y era razonable, apenas y podía dormir bien por la fiebre.

Era viernes, desde el lunes que no iba a clases por tener varicela. Mina se iba turnando con Momo para cuidar a Nayeon, porque, aunque tenían una niñera, no podía cuidarla para no llegar a exponerla, ya que a Lisa no le había dado varicela cuando pequeña, y estar al lado de Nayeon solo haría, probablemente, que se contagiara de igual forma.

Tomó el termómetro para ver la temperatura de su hija. El aparato marcó que la menor tenía treinta y ocho de temperatura, había mejorado a la última vez que lo vio.

— ¿Ya tienes hambre, conejita? —Nayeon asintió con un mohín. El reloj de las noticias marcaba las trece horas, hora en donde solía salir de clases para irse a la casa y almorzar.

La mayor fue a la cocina para ver la sopa que estaba en la olla; al comprobar que ya estaba lista, tomó un cucharón junto con un plato hondo para servir la sopa.

Nayeon al ver a su madre salir de la cocina con el plato de sopa, se levantó del sillón y a paso lento y cansado se sentó en la silla frente a la mesa para comer. Al tener el plato frente suyo, empezó a comer.

El timbre sonó dos veces. La pelinegra extrañada caminó hacia la puerta, miró por la mirilla y pudo ver a Sana con una carpeta en sus manos. Desbloqueó la puerta, abriéndola para poder saludar a la recién llegada.

Sana al sentir la puerta abrirse, sonrió tímida e hizo una leve reverencia. — Oh, buenas tardes. —Mina le saludó de igual forma. — Vine a dejar las guías que debe realizar Nayeon.

— ¡Cierto! Lo había olvidado. —Tomó la carpeta apenada. Desde el miércoles que el colegio le estaba llamando para que vaya a buscar las guías y que su hija no quedara atrasada, pero solo salía cuando debía ir al hospital a trabajar o comprar comida, el resto del día cuidaba y atendía a la menor.— Gracias, y lo siento por hacerte venir hasta acá por mi culpa. —Le sonrió levemente.

— ¡Profesora! —Nayeon se acercó un poco a la puerta, saludando a Sana.

— Hola, Nayeonnie, ¿Estás mejor? —La menor asintió

— ¿Viene a darme clases? —Sana divertida negó.

— Solo venía a dejarte unas guías y me iba. —Nayeon abrió un poco su boquita para luego hacer un mohín.

— ¿Puede quedarse un rato más? Por favor... —Rogó. La profesora miró a la madre de la niña expectante, Mina asintió dejándole pasar.

— Claro. —La niña tomó la mano de su profesora, llevándola a la sala para mostrarle sus juguetes.

Mina por mientras tomó el plato sucio, la menor ya había terminado de comer toda la sopa.

— Uh, mamá... —Llamó Nayeon, cuando tuvo la atención de Mina apuntó a la televisión donde mostraban una noticia de último minuto.

— "Noticia de último minuto, el puente principal se derrumbó, aun no se sabe los motivos exactos de la razón. Varios autos iban pasando al derrumbarse, las ambulancias ya están llegando al igual que los bomberos. Seguiremos informando". —Era un accidente enorme y grave, habría varios heridos y probablemente muchos muertos. Sabía lo que significaba un accidente así, y no le sorprendió para nada cuando su celular empezó a sonar.

— No puede ser. —Miró su celular. Una llamada entrante hizo que este vibrara, era el hospital.

Contestó, escuchando atenta lo que le decían. Cerró los ojos al escuchar que la necesitaban en el hospital de inmediato, lo que solo significaba que debía buscar rápido a alguien para que cuide a Nayeon.

Cuando la llamada terminó, suspiró cansada. — ¿Pasó algo? —Preguntó Sana, aunque ya se esperaba la respuesta.

— Debo ir al hospital, pero no puedo dejar a Nayeon sola. —Mordió su labio frustrada, pensando rápido.

— ¿Y su niñera? —Preguntó la profesora, Mina negó.

— No puede cuidarla, ella jamás tuvo varicela.

Sana miró a Nayeon, quien también la miró como si estuvieran pensando lo mismo.

— Yo puedo cuidarla. —Se ofreció Sana segura. La mayor la miró.

— ¿Estás segura? —La pelirrubia asintió.— Ni siquiera sé a qué hora volveré.

— Cuando estaba estudiando fui por un tiempo niñera, me tocó cuidar a niños con varicela también, además, yo ya tuve. Puedo hacerlo. —Aseguró.

Nayeon vio a su madre insegura, así que decidió aportar. — Estaré bien, y haré mis tareas. —Le sonrió.

Otro mensaje llegó a su celular del hospital. Hizo una mueca y aceptó. Tomó su bolso rápido al igual que una chaqueta y sus llaves. — Sus medicamentos están en ese mueble, también dice a qué hora debe tomarlos. El termómetro está en esa caja, y si vuelve a subir su fiebre ponle la bolsa con hielo que está en el refrigerador. —Dijo rápido. Sana asintió memorizando cada detalle. — Si llega a pasar algo, Nayeon tiene una tarjeta con mi número de teléfono. —Rápido se despidió de Nayeon dándole un beso en su cabello castaño. Y antes de salir del departamento, se dio la vuelta y miró a Sana.

— Te llamaré si pasa algo, tranquila. —Tranquilizó. Mina asintió y siguió su camino, dirigiéndose rápido al hospital donde trabajaba.

— Profesora, ¿tiene hambre? —Preguntó Nayeon. A decir verdad, antes de venir ni siquiera había comido algo. Un poco confusa asintió. La menor le tomó de la mano y la dirigió a la cocina. Y como hace unos años atrás, volvería a ser niñera, aunque sea por un día. 

My Little Bunny [Adaptación 2na]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora