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La puerta fue abierta por Mina, dejando pasar primero a su hija y luego ella. Este día la mayor lo tenía libre así que no era necesario que la niñera viniera a cuidar a Nayeon.

— Conejita, anda a cambiarte de ropa por mientras. —La menor asintió y se dirigió a su habitación donde ya había un conjunto de ropa. Mientras tanto Mina empezó a preparar el almuerzo que consistía en arroz y pollo junto a una ensalada.

Cuando la niña ya estaba lista y cambiada, caminó hasta la cocina sentándose en una de las sillas que había por el lugar. Movía sus pies que no llegaban a tocar el suelo junto con su conejito de peluche que tenía en brazos. Miraba atenta cada movimiento de su madre al preparar la comida, intentado aprender alguna que otra cosa, aunque no entendía demasiado, y probablemente no podría poner en práctica lo que hubiera aprendido hasta dentro de algunos años.

—Mamá... —Llamó.

— ¿Uhm? —Nayeon suspiró y se acomodó en su asiento mirando a la mayor, tenía una duda que no podría resolver por sí misma claramente.

— ¿Por qué le dijiste que no a la profesora Sana? —Mina frunció el ceño, ¿Cuándo había rechazado la propuesta? Pensó de inmediato.

—Conejita, no la rechacé, solo dije que debía pensarlo.

— Es lo mismo. —Dijo con un mohín. Mina negó y dejó a un lado la preparación de la ensalada para poder mirar a su hija.

— No, no lo es. No le dije que "No", pero tampoco le dije que "sí", no le di una respuesta en concreto. —La menor ladeó su cabeza sin entender a la perfección.

Mina iba a seguir hablando al ver la confusión de la menor, pero el timbre sonó. Frunció el ceño confundida, según ella no esperaba a nadie, además de que si fuera Momo tendría la llave para entrar al departamento al estar alojándose por un tiempo con ellas.

Se encaminó hasta la puerta y miró por la mirilla. Nayeon se asomó curiosa desde la cocina, esperando a que su madre abra la puerta y ver quien era.

La pelinegra abrió la puerta y sonrió instantáneamente al ver a la mujer que la cuidó desde que nació; Su madre. — ¡Mi niña! Ven y dame un abrazo. —Extendió sus brazos y Mina se acercó a la mujer, correspondiendo el abrazo de inmediato, sintiendo una inmensa calidez al estar entre los brazos de su madre. Al separarse, la señora Myoui acunó con sus manos las mejillas de la pelinegra con cariño. — ¿Y mi nieta? —No hizo falta responder, la menor se daba a mostrar por sí sola.

— ¡Abuelita! —Gritó la menor corriendo hasta la mujer quien puso toda su atención a la niña que corría hacia ella.

— Dios, Nayeonnie, has crecido mucho, y cada vez estás más bonita —La mencionada orgullosa se enderezó mostrando que tan alta estaba. — De seguro debes tener muchos pretendientes, o dime, ¿ya tienes una novia o novio? —Preguntó alzando sus cejas de forma burlona.

— Yo no, mamá sí. —Dijo de forma traviesa. La mujer abrió sus ojos como platos sorprendida al igual que Mina que miraba sorprendida a su hija.

La señora miró a su hija como cuando la iba a regañar por no haberle contado alguna de sus travesuras de pequeña. — Jovencita, ¿Cómo es eso de que tienes pareja y no me habías dicho? —Nayeon traviesa soltó una risita y corrió hacia la sala para evitar el regaño de su madre.

— N-No es así. —La mujer enarcó una ceja. — Primero pasa y ya te hablo sobre eso. —La mujer entró y caminó por el pasillo, sentándose en el sillón individual juntando sus manos mirando expectante a su hija.

— ¿Y bien? —La pelinegra asintió y se sentó en el sillón doble.

— Nayeon piensa que una de sus profesoras y yo nos gustamos, es por eso que dijo eso. —Explicó. Nayeon enarcó una ceja y alegó.

— Se gustan. —Concluyó. La mujer miró a ambas y suspiró.

— Te gusta, ¿cierto? —Mina relamió sus labios y se rascó su nuca de forma nerviosa. — Sí te gusta.

— ¡Y la profesora la invitó a una cita! —Agregó Nayeon traviesa. Mina hizo una mueca, y es que su hija le recordaba tanto a su mejor amigo siendo igual de burlón y travieso. — Pero no aceptó.

— ¿Por qué la rechazaste? —Preguntó su madre.

— Yo nunca dije eso. —Se quejó Mina.

— ¿Es mala? ¿Fea? ¿Violenta? ¿Asesina? —Mina frunció nuevamente su ceño y negó.

— ¿Qué? No, al contrario, es una buena mujer.

— ¿Entonces? —Preguntó, aunque suponía la respuesta.

Sabía a la perfección las razones por las cuales su hija no salía con alguien, aunque no estuviera en total acuerdo con ella.

— Ya sabes; Mi hija es mi prioridad, y no quiero gastar el tiempo libre que tengo luego del trabajo en citas y tal. —Dijo sincera. — Además, ¿sabes lo complicado que es encontrar a alguien que acepte que vas a preferir pasar tiempo con tu hija que en cenas románticas?

— Cariño, creo que eres demasiado obvia con eso, y estoy segura que esa profesora también lo ha notado. Apuesto que le dijiste "debo pensarlo" —La pelinegra asintió. — ¿Y qué te dijo?

— Que esperaría y me tomara mi tiempo.

— ¡Ves! Deberías intentarlo. Que salgas un rato no significa que vas a perder todo tu tiempo. Nayeon está de acuerdo, ¿cierto, Nay? —La menor asintió sonriente. — Hija, no pierdes nada con intentarlo, aunque sea una vez. —Se levantó y se sentó al lado de su hija tomando sus manos. — Déjale en claro cómo te sientes, así aclaras todo de una vez. Si esa profesora lo entiende y lo acepta, ¿Por qué no intentarlo?

Mina suspiró, quizás su madre tenía razón, y es que ¿Por qué no intentarlo?

— Está bien, es solo una salida, no pierdo mucho con intentarlo.

Su madre sonrió orgullosa. — Bueno, entonces me quedaré más tiempo de lo esperado. Vamos, Nay, te traje regalos. —La niña sonrió y sus ojos brillaron encantados.

La señora Myoui y la menor caminaron hasta la entrada donde habían quedado las cosas de la mujer y empezaron a sacar los regalos. Mientras tanto Mina sonrió divertida por los regalos lograban hacer brillar tanto a su hija, y bueno, ¿a quién no?

Se encaminó a la cocina para ir terminando el almuerzo y por fin servirlo. Mañana le diría a la profesora su respuesta, no perdía nada con intentarlo, aunque sea una vez. 

My Little Bunny [Adaptación 2na]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora