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El sol resplandecía en su totalidad luego de varios días de lluvia y frío, y eso que aún no era invierno.

Nayeon iba felizmente tomada de la mano de su madre que pronto tendría que irse a trabajar nuevamente.

Habían pasado a comprar un pequeño regalo para la profesora Sana que estaba de cumpleaños ese día; Consistía en un pequeño llavero de un perrito de peluche.

— ¡Feliz cumpleaños, profesora! —Felicitó la menor cuando estuvo cerca de la rubia, extendiendo sus brazos mostrando una bolsita de color amarillo que contenía el regalo. — Para usted.

— Muchas gracias, Nayeonnie. —Sonriente tomó el regalo, desordenó el cabello castaño de la menor. Abrió la bolsa y se encontró con el peluche del perrito que ocupaban para los memes. — Está precioso, muchas gracias. Lo colgaré junto a mis llaves. —La menor sonrió feliz de que le haya gustado el regalo.

La niña miró hacia atrás mirando a su madre, con su manita hizo un gesto de que se acerque a ellas, siendo correspondido por la pelinegra.

Mina se acercó sin prisas, aunque un poco nerviosa porque tenía que decirle su respuesta a la profesora luego de haberlo pensado. El día que iba a decirle no se pudo establecer por tener que ir a ayudar a su mejor amiga en buscar sus cosas a la casa donde vivía con su esposa, pronto ex esposa. Ha decir verdad, Momo no quería cruzar muchas palabras con la contraria.

— Buenos días, Mina. —Saludó encantada por la presencia de la contraria.

— Buenos días, Sana. —Ambas conectaron miradas y se sonrieron tímidamente. — Uh, tengo algo que decirte. —Bajó la mirada y rascó su nuca nerviosa. Nayeon al ver las acciones de ambas adultas, decidió tomar la mejor decisión que se le ocurrió.

— Uy, me voy. ¡Adiós, mamá! — Se despidió rápido la menor, alejándose mientras movía su mano de un lado a otro despidiéndose con una sonrisa juguetona.

Mina parpadeó perpleja, sin aun poder creer que había pasado. Sí, definitivamente era la viva imagen de su mejor amigo y ella. Llegaría el día en que se vengaría de su propia hija de igual forma, si no lo hiciera ¿Qué tipo de madre sería?

— Esta niña... —Hizo una mueca. Por el contrario, Sana solo soltó una pequeña risa, encantada por la escena.

— Mina, ¿Ibas a decirme algo? —Mina la miró confusa, pronto recordando lo que tenía que decirle.

— Sí, bueno, es sobre la salida. —Tragó duro lista para hablar, ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que le habían propuesto salir? Probablemente mucho más tiempo de lo que se imaginaba. — Y-Yo acepto, pero tendría que ser el sábado que es cuando tengo libre esta semana. —Carraspeó intentando ocultar su nerviosismo, regañándose mentalmente con un "Por favor, Mina, no es una operación compleja como para que te pongas nerviosa por algo así".

Sana sonrió enternecida por las acciones nerviosas de la apoderada. — Genial, ¿A qué hora te parece bien?

— ¿Te parece en la noche? ¿Cómo a las ocho? Quiero pasar la tarde con Nayeon, así que se me hace más cómodo por la noche. —Comprensiva, Sana asintió estando de acuerdo. El teléfono de Mina empezó a sonar, siendo atendido de forma inmediata por la dueña del móvil. Suspiró al escuchar la voz de una de las internas, Moon Byulyi. Al cortar la llamada, miró la hora y luego a Sana, era hora de irse. — Debo irme al hospital.

— Está bien, suerte en el trabajo. —Le sonrió sincera, despidiéndose.

— Gracias, igualmente. —Con un movimiento leve de cabeza, se giró y se encaminó hasta su auto para dirigirse al trabajo.

La campana sonó, ella también debía empezar a trabajar que las clases no se iban a dar solas.

(♡)(♡)(♡)

— Hey, Miguri, ¿Qué no tenías que venir en unas horas más? Vi tu nombre en el tablero de operaciones. —Preguntó Momo llegando a la sala de descanso de titulares con un café en sus manos.

— Sí, bueno, iba a ser así, pero mi paciente presentó complicaciones. —Hizo una mueca terminando de amarrar los cordones de sus zapatos.

— Que mal. Trabajarás junto a esta interna rubia, Moon, ¿no? —Mina asintió. Momo bufó. — Me hubieras pedido a mí y así trabajamos juntas.

— La que tiene que aprender es Moon, no tú que ya eres titular.

— Buen punto. —Pronto su expresión desinteresada cambió a una burlona. — Hablando de rubias, ¿Cómo está tu rubia? —La pelinegra rodó los ojos y negó leve con su cabeza. — ¡Oh, vamos! Dime que novedades traes hoy.

Momo sabía sobre la salida, y es que la madre de la pelinegra no era muy callada precisamente, y menos cuando le tenía confianza a la mejor amiga de su hija. Además, ella también quería que Mina pudiera encontrar a alguien que no le importase que fuera madre, o que tuviera un horario apretado, y vamos, cuando se enteró que esa profesora rubia le había pedido salir finalmente a Mina, se puso muy feliz por su amiga.

— ¿Y cómo vas con tu Kim? —Contraatacó Mina.

— ¿Cuál de las dos? —Dijo tranquila sentándose en el sillón cercano.

— Kim Dahyun. —Las mejillas de Momo se colorearon de un color rosa, claramente avergonzada.

— Pues hemos estado hablando y el otro día salimos.

Mina sonrió burlona. — Parece que no soy a la única que le está gustando una profesora.

Momo asintió con leve mohín. — Sí... —Parpadeó confundida cuando se dio cuenta de las palabras de su mejor amiga. — Repite lo que has dicho.

— ¿Qué? ¿Por qué? —Preguntó confundida. Tampoco ella misma se había dado cuenta de sus palabras.

— Dijiste "Parece que no soy a la única que le está gustando una profesora".

— No, no dije eso. —Dijo de forma inmediata, poniéndose nerviosa inevitablemente.

— ¡Lo hiciste! —Acusó. Mina se paró del sillón rápidamente, carraspeando.

— Que pena, me debo ir a operar. Nos vemos luego. —Dijo rápido, abriendo la puerta y saliendo de igual forma. Momo negó divertida. Solo esperaba que todo resultara al final bien para la pelinegra, se lo merecía después de todo. Suspiró decidida, se levantó y se encaminó al quirófano. El trabajo llamaba. 

My Little Bunny [Adaptación 2na]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora