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Si nos hablan de octubre, a la mayoría se nos viene de inmediato una palabra a la mente: "Halloween". Y bueno, era una de las celebraciones más llamativas del mes junto a navidad para los niños, sobre todo para los que recién empezaban a salir por las calles a pedir dulces, porque ya había algunos que evitaban salir a pedirlos ya que era "algo para niños", aunque muchos de los que decían esto tuvieran solo ocho o nueve años, pero de eso no te das cuenta hasta dentro de un par de años.

Luego que pasaban los años, a muchos nuestra ilusión inocente se iba yendo, pero podía regresar cuando intentamos que alguien mucho menor a nosotros tenga esa misma inocente ilusión. Ver los ojos brillantes e ilusionados de un niño solo por algo tan mínimo podía ser un hermoso y tierno regalo, claro, cada uno tenía distintos puntos de vista.

Para Mina hace mucho que Halloween y navidad habían dejado de ser un día que esperara con emoción, convirtiéndose en un día más. Pero al llegar su hija a su vida, sabía que debía empezar a iniciar esas inocentes ilusiones en la menor para que disfrutara de esos días por el tiempo que fuera, y claro, debía poner de su parte para hacer eso posible.

La ciudad ya estaba decorada por los adornos terroríficos característicos de aquel día de octubre, las casas que tenían patio delantero estaban adornadas por espantapájaros, calaveras, calabazas, entre otras cosas. Y claro, algunos apenas empezaron el día pusieron en sus ventanas principales "No hay dulces" o "no hay nadie en casa", aunque era obvia la verdad en la mayoría de los casos.

De cualquier forma, muchos estaban listos en sus casas con las bolsas de dulces que les entregarían a los niños que fueran.

Por otro lado, los niños en su mayoría ya tenían listos sus disfraces, y los padres solo se ponían la ropa que quisieran o algo improvisado, como un sombrero de bruja o una máscara simple; Como Mina en este caso que, por petición de su mejor amiga, y además de su propia hija, se tuvo que poner un sombrero de mago. Era eso o un disfraz de conejo, y la verdad no quería ponerse eso.

— ¡Mamá, ¿ya estás lista?! —Gritó Nayeon mientras esperaba sentada en el sillón junto a su tía Momo.

Al terminar la llamada con uno de los residentes, salió de su habitación y asintió finalmente. — Sí, ya podemos irnos.

— ¡Hey, espera ahí! — Momo tomó el sombrero de mago y lo puso en la cabeza de su amiga, acomodándolo para que no se caiga. — Ahora sí estás lista. —Mina solo hizo una mueca y tomó la mano izquierda de su hija, la cual iba vestida de Catwoman e iba sujetando su calabaza donde dejaría los dulces finalmente.

— Sigo preguntándome por qué debemos disfrazarnos nosotras también.

— Oh, vamos. Que seamos adultas no significa que no podamos disfrazarnos también. —Dijo la que iba con una capa negra y en su cabeza llevaba unos cuernos rojos.

— Como tú digas. —Dijo finalmente sonriendo rendida y divertida.

Salieron del departamento para subir al auto e irse a la casa de Jeongyeon, ya que sería mucho más fácil pedir dulces al ser una casa y no un edificio, además de que habría más espacio al caminar por una acera.

Al llegar a la casa de la mejor amiga de Nayeon, llamaron a la puerta y entraron cuando las recibieron las Yoo. Las menores comenzaron a jugar y las adultas y colegas de trabajo empezaron a hablar de temas diversos, aunque sobre todo de cómo fue la semana para cada una en cuanto al trabajo, siendo como suele ser cansado.

La noche poco a poco fue llegando, y cuando las farolas de la calle prendieron sus luces fue como el llamado para empezar a salir y pedir dulces; Los niños salieron de sus casas acompañados de un adulto, o en sí, de alguien mayor a ellos.

My Little Bunny [Adaptación 2na]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora