Somos almas trascendentales, y ese es nuestro primer fin en común.
Estamos destinados a encaminarnos hacia diferentes rumbos, que conllevan a diversas situaciones u oportunidades que la vida nos presenta, y que vienen acompañadas de un sin fin de escenarios y personajes que se adentran en nuestra escencia, para corromperla o fortificarla, enunciando así, nuestro segundo fin en común, las enseñanzas implícitas que el destino nos otorga.
Trascender es aquella capacidad de ir más allá de lo que nuestros límites nos imponen.
Significa penetrar los muros que nos impiden ver aquello que desconocemos y que en cierta forma nos envuelve bajo el manto de la incertidumbre, el miedo y los cuestionamientos a nuestra capacidad de producir un cambio, una de las tantas virtudes con las que nacemos, pero que no sabemos apreciar hasta que, realizamos el primer quiebre en dicho muro.
Aquella grieta en nuestra historia, cuando damos un fin, para dar paso a un nuevo comienzo.Un déjà vu constante que se repite, la metáfora del punto y coma.
Concluímos una causa, para adentrarnos a una consecuente secuela, para luego brindarle un término a la misma, y así sucesivamente, continuando aquella línea repetitiva que le da un sentido y un rumbo a nuestra existencia transitoria.
Un símbolo pequeño, pero con un significado inconmensurable, compuesto por tres partes ensambladas entre sí, que introducen a las distintas heridas, roturas o grietas de mis muros.