Bienvenidos al tramo más profundo y quizás, hostigante de esta primer historia.
Otra acción que alguien como yo, y como cualquier desconocido que me esté leyendo, en el fondo sabe que lo hizo en cierta ocasión, ¿Que aburrido no?Resulta ser muy monótono que siempre se continúe en el mismo sentido refiriéndome a lo que hace el montón, ya que no he conocido a ningún ser que no haya realizado este acto repudiable.
La burla hacia el otro por alguna característica que conforme su escencia y que a ojos propios resulte "gracioso", es un tema tan cotidiano y tabú, que a la hora de expandirlo y profundizarlo, uno reflexiona sobre lo naturalizado que está en sus costumbres, por estar acostumbrado quizás, a crecer en este círculo lamentable de castigo al otro como hecho satisfactorio o pasatiempo.
¿Qué siento cuando me río de forma despectiva sobre alguien a quien no conozco?
Esto es lo que uno mismo debería formularse constantemente. Burlarse no aporta nada más ni nada menos que miseria a la otra persona, es simple.
Sea consciente o inconscientemente, este acto debe frenar y evitarse, porque esto, como otras acciones comunes, atentan contra nuestra propia moral, destruyendo así la empatía, la comprensión, la solidaridad, la bondad, y la pureza de uno, entorpeciendo y oscureciendo, tanto el alma de quien comete, como de quien sale damnificado en este acto recíproco.
Ahora, llevándolo a algo personal:¿Cómo me sentiría si fuese yo al que hunden y desprecian?
Es lamentable decir que, el bullying siempre estuvo presente en mi crecimiento, desde la niñéz, en mis estudios primarios.
Resulta curioso la falta de importancia que se le da a esto.
Uno cuando es un pequeño e inocente infante, enfoca sus preocupaciones primordiales a vivir el momento, salir a jugar con amigos, llegar a casa y hacer tareas del colegio para obtener buenas notas y así, avanzar de año, como también en etapas, aprendiendo y madurando con cada paso.
No se es consciente y por ende, no existe tal preocupación por el qué dirán o del propio autoconcepto, hasta que toca observar como toda inocencia se desgasta y, conforme muere, se desvanece a medida que crecemos.Mi punto de inicio fue ese, ver con golpes la otra cara.
La otra realidad de las cosas.
Mi forma de apreciarme se vió súmamente irritada y posteriormente afectada, cuando comentarios como "gordo", "carita de alfajor" o "fofo" comenzaron a hacerse presentes.
Al finalizar el primario, ese mismo año viajé a la playa con mi familia y ahí viví la experiencia de mi primer incomodidad, y la que al iniciar el secundario, se transformó en el motivo del odio a cada centímetro de mi imperfecto cuerpo.
Dejé de ser el "gordo" para transformarme en el "gordo puto o afeminado" al que todos observaban atentos para exponerme y reírse.¡EXCELENTE AVANCE!
La burla tiene su inicio en el preciso momento en el que el individuo "confirma" lo que mediante acoso y acecho constante, supone y cuestiona en busca de respuestas.
Y no solamente hablo sobre contexturas físicas (lo cual resulta ser el ejemplo más usual y por ende, el más chocante y crudo), sino también gustos o formas de pensar, amistades, vestimenta y así, sucesivamente un sin fin de factores que fomentan esta acción diaria.Abril del 2012:
Los talleres especiales y la práctica de educación física tuvieron su inicio en la mañana, por lo que mi enfoque se basa en el segundo enunciado al que apodé: La hora interminable.
Llegaba al polideportivo donde me reunía con todos mis compañeros para posteriormente formar una fila y esperar al docente en la toma de asistencia.
Siéndoles honesto, las amistades con personas de mi mismo sexo nunca fueron mi fuerte, sobre todo por la forma en la que el otro me percibe y de lo cual, no soy responsable.
Era muy común que al llegar mi apellido, los balbuseos resonaran. En cierta forma, me había acostumbrado a este estilo de vida, en el que la percepción errónea de mi, desencadenaba una serie de actos que si bien dolían, creí que eran normales ya que era a lo que tenía que amoldarme por ser "diferente" al prototipo de adolescente que juega al fútbol, es enérgico y que obtiene buenas notas por cumplir un rol de masculinidad impuesto.
Una vez anotados nuestros nombres, el profesor nos daba una pelota, y el resto es historia. Quien no jugaba, quedaba ausente y podía perder la materia, por lo que no había escapatoria.
El fútbol era obligatorio, y esto solo es un placer para quien le gusta este deporte, ¿Pueden imaginarse lo que es para todo aquél a quien no le gusta pero por la suma presión sufrida por las autoridades no tiene otra opción que amarlo?