Junio de 2022:
Visité a mi abuela luego de un tiempo sin verla debido a mis estrictos horarios académicos, por lo que fue inevitable querer fusionarme a ella al momento de abrazarla. Mientras ella veía su novela, yo preparaba el mate para intercambiar ciertos diálogos que ahora no vienen a la idea de lo que quiero plantearles. Todo marchaba super lindo y emotivo hasta que fuimos interrumpidos por un "estás más cachetón, o quizás es impresión mía" proveniente de una de mis tías que también se encontraba presente aquella tarde.
Fue casi automática aquella reacción de contestar muy mal y de manera brusca como método de defensa ante semejante comentario innecesario. Lo que conllevó hace unas semanas atrás a un choque existencial conmigo mismo, donde analicé el principal fin de este capítulo.
Voy a ser muy honesto, a veces siento que nunca voy a salir de la molestia de estar damnificado, que si bien la vida se encarga de compensarme con las oportunidades en las que me involucro, también es la encargada de recordarme a diario que estoy roto y que es muy fácil punzar para acceder a mis llagas. Lo que suele ser muy crucial, porque es ahí donde cobra mucho protagonismo el trabajo diario y el famoso cartel que muchos exponen con cierto orgullo falso, pero que muy pocos realmente saben o deben merecer.Antes de continuar con esta pequeña introducción, me urge de forma intermitente, detenerme y sentarme en medio del camino, para visualizar una vez más dónde me encuentro. He visto falsos profetas predicar sobre la superación cuando aún se encuentran emergidos en la misma mierda de la que aún no salen o se niegan escapar, que sin recapacitar, desconocen el poder que tienen las palabras y en como estas influyen a quienes escuchan o buscan ayuda. No quiero sonar un tanto desalentador o tosco respecto a lo siguiente, pero creo que es el mejor choque de realidad que se ajusta al contexto de que, puede que aún predomine la mentira en la trascendencia a la superación, para enajenarla y falsificarla. Quiero decir:
¿Superé aquello que tanto deseé para encaminarme en nuevos senderos o mentí sobre algo que todavía me cuesta desenmascarar?
¿Realmente cerré las heridas ocasionadas por el dolor y creí en el cambio absoluto de "dejar atrás", o solo es una vieja metáfora implementada para engañar y engañarnos?
¿Qué siento al ver mis cicatrices?
¿Aún duele conmemorar todo aquello que pasé para ser quién soy al día de la fecha?
¿Ya se esfumó esa magnitud agonizante y es un simple recuerdo o simplemente aprendí a vivir moldeado al lamento?
Si reflexionamos e interiorizamos un poco, anhelamos tanto llegar a una meta y que tan satisfactorio suena, que eso nos mantiene con los pies sobre la tierra. Imaginar un futuro nos mantiene con vida.
Creemos en lo lindo que va a ser nuestro presente el día en que esas etapas oscuras dejen de pertenecernos que sin darnos cuenta, lo que menos estamos haciendo, es aceptar lo que compone nuestra escencia. Queremos escapar en todo momento de aquello que nos genera un dolor de cabeza pertinente cuando, y aunque no queramos admitirlo, no somos luz únicamente, también somos oscuridad. Lo cual está bien, ya que es muy necesario aceptar dichos pigmentos que nos generan tristeza, darle una forma a esos sentimientos, recuerdos o estados angustiantes para continuar, siendo consciente de su existencia para brindarles respeto.Es saber decirme a mi mismo: "Estoy íntegro, pero mis heridas continúan ahí, acompañándome por el resto de mis días. Sangran de vez en cuando y quizás duelen, pero la magnitud es completamente leve en comparación a cuando empecé este camino de sanación, por el cual apenas si podía mantenerme de pie."
Ese es el contexto tosco del que les hablé. Solo así podemos confirmar si realmente estamos restaurados o no, sin antes mentirnos. Y yo admito que no lo estoy del todo debido a que es un trabajo constante, lo que no desmerita que si he notado un progreso inconmensurable.
A veces me siento como un plato que se rompe, pero no de la forma lamentable en que cualquier persona pueda optar por tirar los pedazos a la basura, desechando aquello que se quedó sin función, sino todo lo contrario como voy a plantear a continuación:¿Qué pasa si juntamos y pegamos todas sus piezas con alguna especie de cola sintética o pegamento?
¿Sus utilidades y funciones siguen siendo las mismas o uno se las inhibe a este objeto por el hecho de estar "damnificado"?
¿Han oído sobre la vieja tradición de la reutilización de los platos rotos?
Se denomina "kintsugi". Es una técnica japonesa que consiste en reparar las piezas de cerámica destrozadas mediante el encaje y la unión de los fragmentos con un barniz espolvoreado de oro. El utencilio recupera su forma original, pero esta vez con cicatrices doradas y visibles que transforman su escencia estética, evocando así el desgaste que el tiempo obra sobre las cosas físicas, como también la mutabilidad de la percepción/identidad y el valor de la imperfección. Así que, en lugar de ocultar las cicatrices de rotura, las piezas tratadas con este método exhiben las marcas de un pasado, con lo que adquieren una nueva vida, volviéndose únicas y por lo tanto, ganando embellecimiento y admiración al revelarse sin complejos.
Sin embargo, esta técnica va más allá, debido a que tiene un fuerte vínculo en la aplicación práctica del día a día, al volverse una potente metáfora de la importancia de la resistencia y del amor propio frente a las adversidades, sobrellevando las heridas al aprender de ellas para trascender a una nueva etapa.
¿Notan cuán hermoso y significativo puede volverse el simple hecho de estar roto?
El acto de superar una etapa, no implica que hayamos finalizado la misma, debido a que el destino puede ser sumamente tedioso al presentarnos otras mil similares y con magnitudes que varían en la forma en que sepamos responder. El hecho de que haya sufrido bullying por ser gordo a los ocho/nueve años no significa que en la actualidad no reciba comentarios sobre mi apariencia. El hecho de que a los doce, catorce o dieciocho años haya recibido golpes, amenazas o burlas por ser considerado afeminado, no me asegura que no continúe recibiendo miradas punzantes por los prejuicios con los que aún se batallan. Puede que me sienta como ese niño o adolescente del pasado, pero la diferencia que quiero destacar, es que en esta nueva ocasión, poseo herramientas y aptitudes que antes desconocía.
Si, visito constantemente este baúl de recuerdos del pasado por la similitud de las emociones y el déjà vu que presentan muchas escenas, pero busco dejarle bien claro al presente y al futuro que soy fuerte y que puedo.
Afirmo que me reconstruí, y sané diversas heridas, ¿Pero realmente estoy restaurado?