Marzo del 2011:
Primer día de secundiario, un nuevo comienzo lleno de aventuras y cambios rotundos que descubrir.
Chaqueta celeste, pantalón gris y zapatos negros (bastante feo e insípido para serles sincero).
Agarré mi mochila y emprendí rumbo para no llegar tarde al colegio.
Cada paso que daba, delataba aún más aquellos nervios que me consumían producto de la incertidumbre, a pesar de que iba resguardado por mi mamá, quien me acompañaba como en cada momento, incondicionalmente.
Nos despedimos con un abrazo que nos fusionó por completo, mientras me reconfortaba diciéndome algunas de sus sabias palabras al oído.Ingresé al establecimiento.
Un nuevo curso repleto de personas desconocidas, algunas intercambiaban palabras y otras, pasaban desapercibidas como yo.
Todos con un mismo fin en común: Aprobar un grupo extenso de asignaturas en su respectivo tiempo y forma, sin importar como hiciéramos.
Los primeros días resultaron un tanto monótonos y aburridos, ya que no conocía a nadie y mi única responsabilidad era atender y tomar nota sobre lo que se explicaba en el pizarrón.
Todo simulaba encaminarse de manera positiva, pero descubrí de una forma bastante cruda que aquella sensación era momentánea, como todo en nuestra existencia ya que, inclusive nosotros mismos somos un instante.Caminaba hacia el bouffet en busca de algo para comer ya que moría de hambre, y al atravezar el patio, dos chicos se interpusieron en mi camino, gritándome:
"HOLA HERMOSO"
Me reí por supuesto.
Siempre trato de ser optimista ante toda situación, por más negativa que sea a veces, por lo que ignoré tal escena y continué con mi rutina solitaria.Conforme avanzaban los días, ese pedante saludo se transformó en una costumbre insoportable, que sin embargo, lo que más llamó la atención de todo esto, es que las miradas a mi alrededor iban multiplicándose. Podía sentir ojos que me punzaban de diferentes ángulos, y esto, resultaba bastante incómodo e irritante.
Cada paso que daba, me exponía un poco más hacia lo desconocido.¿Qué adolescente de doce años iba a creer que estaba siendo acosado en los pasillos de un establecimiento donde se supone, iba a estudiar, no a sufrir?
Mi primer trabajo práctico fue sobre Música.
Tenía que investigar sobre compositores, himnos y fechas relacionadas con dicha búsqueda, por lo que tuve que ir a un cyber cerca de mi casa en busca de información e imágenes y así, esmerarme en el proyecto.
Una vez sentado, prendí el monitor, pero antes de dar inicio a lo enunciado anteriormente, tenía que darle un vistazo a mi perfil en Facebook, por lo que abrí mi cuenta.
No pasaron unos minutos desde que había ingresado, cuando la ventana de chats se abrió automáticamente, al recibir un mensaje de un perfil desconocido:"Che, una pregunta, ¿Es verdad lo que dicen?, ¿Sos puto?"
Quedé helado, no tenía palabras.
Mi corazón palpitaba aceleradamente debido a la incomodidad, mientras ideaba una respuesta, pero la verdad es que estaba tan concentrado en apagar la computadora e irme de ese lugar, que simplemente ignoré lo que desestructuró los planes ideados para aquella tarde de estudio.
No cedí ante semejante estupidéz.¿Por qué tengo que dar explicaciones sobre lo que el otro idealiza si a fin de cuentas no le interesa mi verdad, sino la suya, la creada en su cabeza?
Luego de unos minutos, dicha conversación ignorada se abrió nuevamente:
"Muchos se preguntan lo mismo."
¿Qué tan miserable y fuera de sus cinco sentidos tiene que estar alguien para esconderse detrás de un perfil falso?
Choca bastante que aquel individuo haya sido tan frontal al preguntarme sin filtro alguno, lo que implícitamente me dió la bienvenida a un mundo donde el acoso fue el principal acompañante durante mi paso por el secundario.