Al abrir los ojos Rose estaba inmovilizada de manos y pies gracias a una máquina.
-¡Papá! ¡¿Qué está pasando?!- Gritó Rose.
-Tranquila niña- Respondió Jhon con voz fría, mientras estaba moviendo algunas cosas en el panel al pie de la maquina. -Pronto terminará- Al terminar la oración la máquina comenzó a encender, luces azules destellantes ocuparon la vista de Rose, un dolor punzante golpeó de repente el centro nervioso de Rose, aquélla alerta la hizo mirar su brazo, una cuchilla estaba grabando en su piel símbolos desconocidos en su brazo derecho, el mismo dolor empezó en su pierna izquierda, la sangre empezó a gotear de cada herida que Rose sufría, una alerta se disparó. -¿Qué está pasando?- Preguntó Jhon.
-Es la máquina, al parecer ya no puede cortarla- Replicó uno de los hombres de bata blanca.
-Pues entonces graben los sellos restantes al fuego- Respondió Jhon.
-No...papá...¡por favor para!- Una vez más las lágrimas empezaron a recorrer las mejillas de Rose, sintió algo frío en su espalda, aunque todo lo contrario a lo que creía aquél metal no estaba frío, si no que su color naranja brillante lo delataba parecía estar al punto de fusión.
-Señor, la máquina tampoco puede quemarla- la voz de aquel hombre se quebró de puro nerviosismo.
-Entonces...Busquen la manera de grabar esos sellos, no podemos dejar que vaya libre como si nada- Después de varios intentos la máquina no podía grabar los sellos y los mismos habían desaparecido solo quedaron 3 de los 9 sellos que habían sido cortados. -¡¿Cómo es que no pueden terminar una simple tarea?!- Grito Jhon en su desesperación. -Medidas desesperadas para situaciones desesperadas- Jhon volteó a ver a Rose y sin titubear lanzó un relámpago negro en su contra aquél pequeño rayo fue suficiente para ir grabando otra Runa, ni los gritos de aquella desesperada chica la libraron de aquél inmenso sufrimiento.
-Para, solamente para, ¡Jhon!- Por primera vez en las 5 horas de aquella tortura a la que Jhon llamaba experimento, Rose dejo de rogarle a su padre y dijo el nombre de aquel hombre.
-Así que al fin dejas de llamarme papá- Aquélla bestia humana terminó de grabar la runa. -Llévenla a su habitación- Ordenó Jhon, un par de hombres fueron suficientes ya que Rose no opuso resistencia, al llegar al cubo oscuro, los hombres la arrojaron al interior y acto seguido cerraron la puerta metálica, con las pocas fuerzas que le quedaban Rose se arrastró a la cama, se colocó en posición fetal y rompió al llanto, aquél hombre ya no era su padre, solamente era una bestia cuyo nombre no debía mencionar y debía poner todo su esfuerzo en olvidar.
-¡¿Por qué lo haría?! No lo entiendo, simplemente no lo comprendo- Rose dejo que las dudas circularan libremente en su mente, así pasaron 4 años de torturas físicas y psicológicas donde Rose no podía defenderse, los alimentos eran bastante decentes lo suficiente como para mantener a alguien sano y en pleno rendimiento, también durante este tiempo ella tuvo sueños recurrentes de aquel dragón acercándose a ella y hablandole en un idioma que en los primeros 8 meses no entendía pero poco a poco lo fue comprendiendo, hasta el punto dónde aquella majestuosa bestia le decía que ahora ella posee algunas habilidades que la harían una salvadora o aquélla a quién todos temerían, a los 2 años de confinamiento descubrió que había obtenido una increíble fuerza, con ella trato de liberarse del cubo oscuro, pero sólo pudo hacer pequeñas abolladoras y a los 4 años de su solitaria tortura se percato de que ahora podía producir flamas, un día la puerta se abrió, aunque no eran las 10 personas que normalmente la iban a recoger a aquél cuarto, en está ocasión solo había una persona.
-Vamos sígueme- Aquél hombre era desconocido para Rose.
-O sí y luego que vendrán el resto de tus amigos a intentar controlarme- Rose se puso en guardia alzando ambos puños los cuales estaban llenos de cicatrices.
-Esa actitud hará que te maten un día, pero hoy no, sólo sígueme, te sacaré de aquí- Aquél hombre sólo le extendió la mano cómo lo había hecho Jhon.
-¿Por qué debería confiar en ti?- Rose seguía a la defensiva verbalmente ya que físicamente ya se había relajado.
-Porque soy el único que puede sacarte de aquí, ahora vienes o ¿quieres seguir encerrada hasta que encuentren la manera de marcarte?- Este hombre se mostraba tranquilo y bastante relajado, por lo que Rose se atrevió a confiar en él, la guió por el complejo caminando por lo que parecía ser la entrada principal.
-¿Por qué no hay nadie alrededor?- Le pregunto Rose al hombre.
-Todos salieron excepto algunos guardias pero los dejé fuera de combate- Respondió el hombre.
-¿Los mataste?- Preguntó con ingenuidad Rose.
-Claro que no, solamente los noquee- Respondió rápidamente el hombre, la puerta principal se hayaba frente a ellos. -Muy bien Rose, podremos salir ya que aún no te ponen la runa del juramentó-
-¡¿Cómo es que sabes mi nombre?!- Preguntó Rose rápidamente.
-No sólo se tu nombre, tu madre fue quién me informó de lo que podría pasar- Aquél hombre dio aquella respuesta sin titubear, pero antes de continuar un relámpago negro cayó frente a ellos.
-¡No te la puedes llevar Matías!- Gritó Jhon en tono amenazante, mientras empuñaba su espada curvada.
-Jhon... Tú sabes lo que le hacen a los magos ahí dentro, tú mismo lo experimentaste- Matías respondió a Jhon.
-Esta es la única manera de mantenerla a salvo Matías, sabes que el gobernador Aníbal no dejará de buscarla- Parecía que se estaba preparando para pelear con Matías.
-Jhon tengo que sacarla de aquí y lo sabes, no es lo que ella hubiese querido- Respondió Matías mientras sacaba algo del bolso que colgaba en su cintura. -¡Rose tápate los ojos!- Gritó Matías mientras arrojaba unas pequeñas esferas al suelo, estas explotaron e hicieron un gran haz de luz. -¡Ahora! Corre Rose- Matías tomó el brazo de la joven mientras se aventuraban al bosque cercano para poder escapar de Jhon.
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Dragon's blood
FantasyEn el mundo moderno la magia se haya casi extinta, gracias a un régimen autoritario el cual secuestra a los magos recien nacidos, Rose se verá maldita, gracias a la sangre de dragón que fluye por sus venas.