Capítulo 12 "Noche familiar"

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Julia aparcó el coche en la puerta de la casa de su hermano. Como era habitual, nada más cerrar la puerta del coche su sobrina salió corriendo a su encuentro. La levantó en brazos y giró con ella haciéndola reír a carcajadas.

—Hola, titaaa.
—¿Cómo está mi princesa?
—No soy una princesa, soy una niña.
—Pero todas las niñas quieren ser unas princesas, ¿no?
—Yo no. Te voy a decir un secreto: las princesas son tontas.
—¿Y por qué piensas eso?
—Porque no hacen nada, y eso es muy aburrido. Todo el día esperando que llegue el príncipe. Y hacen una cosa con una rueca para hacer hilos. Si ya los hilos los venden hechos. Son tontas.
—¿Y si no quieres ser princesa, qué quieres ser?
—Pirata.
—Veo que lo tienes claro.
—¿Te vas a quedar a cenar, tita?
—Si tu madre me invita, claro que sí.
Con la niña todavía en brazos entró en el salón. Katya salió de la cocina y le besó con cariño. También élla quería mucho a su cuñada, era como una hermana para élla.... Una hermana demasiado perspicaz y que la conocía mejor incluso que su propia familia.
—Hola. ¡Que caro te vendes últimamente!
—Estoy muy ocupada. El mundo del trabajo es muy absorbente.
—¿Sigues peleando con la señorita amargada?
—Eso no cambia.
—¿Y quién va ganando?
—Vamos a dejarlo en tablas.
—O sea, que todavía ninguno ha logrado expulsar a la otra de la revista.
—Al contrario. Ahora nos vemos obligados a trabajar juntas en el ejemplar de cada semana.
—Bueno, si todavía no ha llegado la sangre al río es que no es tan malo.
—Es divertido y estimulante.
—Me alegro de que te guste el trabajo.
—Me encanta. Y como sé que sabes guardar un secreto, te confesaré que mi padre puede olvidarse de mí si piensa que voy a ingresar en la dirección del negocio familiar. Me ha picado el gusanillo editorial y pienso continuar en él. Me temo que mi hermano tendrá que lidiar con los resprts él solito. Y hablando de el, ¿dónde anda?
—De reunión «de hoteles» con tu padre. Cena de negocios. Quédate a cenar y lo esperas, le gustará verte.
—Si no es molestia…
—No lo es, puesto que voy a ponerte a pelar patatas para hacer una ensalada. Aquí nadie come gratis.
—Eso es lo que más me gusta de tu casa. Que a pesar de que mi hermano y tú estás forrados de billetes, tu casa es una casa normal, y se comen ensalada de patatas y borscht, y las cocinas tú misma después de venir de trabajar. Si yo encontrara una mujer así, probablemente estaría dispuesto a dejar la soltería.

—No la encuentras porque no la buscas en el sitio adecuado. Las modelos como Tanya solo comen lechuga y hummus. ¿Me equivoco?
—A veces también comen yogur desnatado. Pero no son las únicas que no saben disfrutar de una comida.
—Ya imagino por quién lo dices.
—Y hablando de comida… Tengo que llevarla a cenar y no sé muy bien dónde.
—¿A Tanya?
—No, a Lenka.
—Otra apuesta.
—No, le hice un favor y a cambio le pedí una cena. Y no la pienso llevar a un
vegetariano.
—Tampoco seas un animal y te vayas al otro extremo. Si es vegetariana no la
lleves a comer costillas de cerdo.
—No pienso hacerlo, por eso te estoy pidiendo consejo.
—Algo de pescado, quizás… o tal vez un restaurante griego. Suele haber mucha variedad y es comida mediterránea. Conozco uno bastante bueno, pero queda un poco lejos del centro.
—Entonces es perfecto. No queremos encontrarnos con conocidos.
—¿Me estoy perdiendo algo?

—Claro que no, Kat. Es una cena entre colegas, nada más. Siento curiosidad por ver a la señorita Fadeeva fuera de su uniforme de trabajo.
—Ya la viste, en la velada de promoción.
—Esa tampoco era la auténtica Lenka. Representaba un papel igual que lo hace en el trabajo. Le pedí que en la cena mostrara a la auténtica.
—¿Y crees que lo hará?
—Le hice un favor muy grande. Sí, creo que lo hará.
—¿Y puedo preguntarte por qué quieres conocer a la auténtica?
—Kat… deja de jugar a la psicóloga conmigo. No hay segundas intenciones y si piensas que tengo algún interés en la señorita Fadeeva, te equivocas. Me gusta confraternizar con los compañeros de trabajo; de hecho desayuno todos los días con las otras chicas del equipo, Nastya, Olga, Sasha.
—¿Y con Lenka no?
—La invité el primer día, pero se negó porque al parecer solo toma infusiones diuréticas. Y nosotros tomamos tarta de chocolate, donas y… mantecadaa de arándanos.
—¿Las mantecadas de arándanos tiene algún significado especial? Porque las has mencionado con un tono de voz diferente.
—No se te escapa nada, ¿eh? Prefiero no hablar de eso, seguramente te harías una idea equivocada.
—Como quieras. Anda, cuaja tú la ensalada, eres mejor cocinera que yo.

Julia compartió la cena con su cuñada y su sobrina, que inmediatamente se fue a la cama. Un rato después llegó su hermano y estuvieron comentando los pormenores del negocio en expansión de su padre.

Este tenía una cadena de resorts de lujo en la costa de Sochi y quería ampliar el negocio a pequeños resorts con encanto para cubrir un sector de turismo de invierno.

Le había propuesto a su hermano que hiciera un recorrido por el interior para localizar pensiones y pequeños hoteles dispuestos a vender para añadir a la cadena. Este no se encontraba muy feliz de dejar a su familia y dedicarse durante un par de semanas a recorrer pueblos en solitario.

—¿Por qué no lo acompañas tú, Julia?..... Cuatro ojos siempre ven más que dos. Y así no se siente tan solo.
—¿No será que lo quieres tener vigilado?
—Cuando un miembro de la pareja quiere ponerle los cuernos al otro, no hace falta que salga de viaje. Solo tiene que proponérselo. No, no es eso, pero pienso que les vendría bien hacer un viaje juntos. Últimamente no tienen muchas ocasiones para pasar un rato de «hermanos». ¿Cuándo fue la última vez que hicieron un viaje juntos?

—A los veinte años, cuando supuestamente nos fuimos de crucero y cambiamos los billetes sin que mi padre lo supiera y nos fuimos de tour por Europa. Fue genial.
—Pues pueden repetirlo. Solo que por los pueblos de Kemerovo.
—Pues la verdad es que me apetece, aunque el trabajo…
—Vamos, Julia, la señorita Fadeeva no va a deshacer Blisoko en un par de
semanas. Parece bastante competente.
—Lo es, de eso no hay duda. Bien, lo hablaré con ella. Siempre puedo dejarle una buena cantidad de artículos para que publique en mi ausencia.
—Julia… no se te ocurra invitar a Tanya
—¿Tanya en un hotel rural? No, por Dios. Ella no se alojaría en algo inferior a un cinco estrellas. Además, las cosas no van bien, se está creyendo con derechos que no tiene. La otra noche tuve que aclararle algunos puntos que parece haber olvidado.
—Me pidió explicaciones sobre esto...

Les dijo Julia señalando la marca del cuello que le había hecho Lena, ya bastante descoloridas....

--Y no tiene ningún derecho a hacerlo. Desde el primer momento le dejé claro que lo nuestro no era una relación y que ambos éramos libres de vernos con otras personas.
—¿Y cómo reaccionó?
—Me echó un acostón y me marcó el otro lado del cuello.
—Muy típico de una mujer, hermanita.
—No sé, Victor. Cada vez me apetece menos quedar con ella.
—Porque hay otra… la de la otra marca.
—No, no tiene nada que ver. Es que Tanya cada vez me aporta menos.
—Pero te da unos revolcones.
—Sí, y eso se valora mucho a los veinte años, pero yo voy a cumplir treinta y seis en unas semanas y ya no es suficiente. He tenido muchos buenos acostones a lo largo de mi vida, pero te aseguro que no recuerdo ninguno de ellos de forma especial.
—¿Te estás haciendo vieja? ¿Planeas sentar la cabeza?
—No tengo ningún inconveniente en sentar la cabeza, o al menos iniciar una
relación estable, pero me temo que la única mujer que conozco con la cabeza bien amueblada te la llevaste tú.
—Hay más, Julia..... pero como te dije antes, buscas en el lugar
equivocado.
—Es posible que tengas razón, Kat, pero me da pereza buscar. No estoy
desesperada; si llega, llega y si no, estoy bien así. Echo de menos un hijo, pero mientras me presten a la niña de vez en cuando para ejercer de tía todo está bien.
—Pues te la prestamos cuando quieras. Hace mucho que no tenemos un fin de semana para nosotros.
—Quizás cuando volvamos del recorrido rural, para compensar la ausencia.
—No cantes victoria antes de que hable con la señorita Fadeeva. Es muy estricta en lo que se refiere a faltar al trabajo.
—Pero en todos los trabajos se toman vacaciones.
—Ella no.
—Bueno, pues tendrás que ingeniártelas para convencerla. Quizás sí debas
llevarla a un vegetariano.
—No, me gusta la idea del griego. Ya veré. Y ahora me marcho, ya saben que
entro a trabajar temprano.
—Tennos informados.

Julio se despidió y se marchó y Victor se enfrentó a su mujer.

—Está rara, ¿no?
—Ha hablado de sentar la cabeza, y al parecer ha sustituido a Tanya. ¿Tienes idea de por quién?
—No, creo que está confusa y dándonos por nuestro lado. Ya se aclarará. Es posible que ahora pase por una etapa de «me cojo todo lo que se mueve», hasta que se aclare.

—Cuando hablas como una psicóloga me pones muy cachondo. Vamos a dejar a mi hermanita que solucione su vida y aprovechemos nosotros, que si Dios no lo remedia vamos a estar sin vernos un par de semanas.

"Que les parecio se pone cada Vez mejor verdad,gracias por acompañarme en esta historia hasta el próximo episodio"

 "Высоко : Amor, Periodismo & Peleas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora