"Высоко : Amor, Periodismo & Peleas"

Capítulo 31 "Marishka"

Julia estuvo fuera 18 interminables días. Desde el momento en que Katya le dijo a Lena dónde estaba, cada hora, cada minuto de ausencia se le hicieron interminables. Sus noches se poblaron de pesadillas, imaginándola en brazos de Marishka, unas veces haciéndole el amor con el mismo ímpetu y la misma pasión con que lo había hecho con ella; brindándole su consuelo y su ternura a otras.

Y no sabía cuál de las dos cosas le molestaba más.... Se despertaba cansada y enfadada consigo misma por sentirse así. Julia no era nada suyo porque ella no había querido que lo fuera, aunque a veces se preguntaba qué habría ocurrido si la tarde que estuvo en su casa y le confesó que se estaba enamoranda de ella, le hubiera dicho que sentía lo mismo.

Pero ella no estaba enamorándose de Julia… ¿O sí? Después de la oleada de celos brutales que estaba sintiendo ya no estaba segura de nada. Solo de que deseaba verla entrar por la puerta de su despacho, despeinada y sonriente, y retomar su vida como antes, volver a verla todos los días, discutir los pormenores de la publicación, lanzarle sus pullas verbales y recibir las de élla.

Escucharle decir «señorita Fadeeva» con esa media sonrisa que le llenaba el estómago de mariposas. Y sin plantearse nada de lo que hubiera podido pasar en Londres.... Pero Julia seguía sin dar señales de vida, y la irritación de Lena aumentaba a cada día que pasaba.

En dos ocasiones llamó a Katya para preguntarle por su salud y ofrecerle su ayuda si la necesitaba, y también, ¿por qué negarlo?, con la esperanza de que le diera noticias de Julia sin tener que preguntarle, pero no obtuvo el resultado que esperaba.

Hablaron de embarazos, de Marina y de Blisoko, pero ni media palabra sobre Julia.... A tal punto había llegado su malhumor que Sasha le mandó a Julia un mensaje preguntándole cuando volvía, porque la jefa estaba insoportable y echando pestes por
su tardanza.

Ella lo leyó, sonrió y se limitó a responder que volvería cuando pudiera, y decidió alargar su ausencia unos días más.... Se presentó en la editorial una mañana sin previo aviso, sonriente y feliz. Su aspecto era impecable, con unos vaqueros oscuros y una camisa blanca de cuello ondulado abierta hasta el inicio de los pechos.

Lena escuchó su voz y el revuelo que causó cuando entró en las oficinas.

—¡Buenos días, chicas!
—¡Juliaaaaa! Dichosos los ojos.

Contuvo las ganas de salir a su encuentro y echarse en sus brazos. Hasta ese momento no había sido consciente de lo mucho que la había echado de menos. Pero su alegría se vio repentinamente apagada por la idea de que probablemente ella venía
de hartarse de coger con Marishka, así que se irguió en el sillón, se alisó el pelo con las manos y se mantuvo digna fingiendo que leía un artículo en el ordenador, pero con los cinco sentidos agudizados, esperando verle entrar.

A propósito, élla se demoró un rato charlando con las chicas, hasta el punto que Lena empezó a dudar de que fuera a entrar a saludarla. Pero al fin, tras un discreto golpe en la puerta, esta se abrió y pasó al despacho. Ella alzó por un momento los
ojos del ordenador y dijo seca:

—Ya era hora, Volkova.

Ella sonrió a pesar de su evidente enfado y dijo:

—Las cosas se han complicado más de lo que esperaba.
—¿Los temas… legales?
—Todos. Pero las chicas me han dicho que aquí las cosas han ido perfectamente.
—Por supuesto; he trabajado como una burra para suplir tu ausencia.
—Lo sé, y no esperaba menos de ti. Eres una profesional como la copa de un pino.
—Menos idioteces y más trabajo. No andamos sobrados de personal, ya lo sabes, y tu viajecito ha supuesto un sobreesfuerzo para todos.
—Lo sé, pero tenía un asunto importante que solucionar. las invitaré a cenar para compensarlas.
—No todo se paga con dinero, Volkova.
—No he hablado de dinero, sino de una cena.
—A mí no vas a sobornarme con una cena.