Capítulo 9 "¿Cogemos?"

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Cuando Julia entró en la redacción la mañana siguiente, iba decidida a aclarar las cosas. Aunque por primea vez en su vida no sabía cómo hacerlo. También, por primera vez en su vida, se sentía desconcertada por una mujer.

¿Quién era realmente Lenka/Sergeyevna Fadeeva? ¿O Lena Katina, o como diablos se llamase? ¿La mujer de acero del despacho, la sofisticada de la fiesta, la sencilla mujer descalza y sexy de su casa, o una mezcla de todas ellas? Tenía que reconocer que la tenía intrigada. Élla, que siempre se vanagloriaba de conocer a las mujeres de una sola ojeada, con esta no acababa de acertar.

Entró en su despacho y lo primero que hizo fue dirigirse a Iván dispuesta a aclarar el enredo.

—Ivan, tengo que hablar contigo de un asunto. Parece que ha habido un malentendido.
—¿Qué tipo de malentendido?
—Respecto a Lena y yo. Creo que interpretaste erróneamente lo que te dije sobre nosotros. Cuando hablé de colaborar estrechamente no me refería a nada sexual, sino a trabajo.
—Comprendo… te han leído la cartilla, ¿eh? La jefa se ha enterado de que lo suyo es de dominio público y te ha regañado??
—No, no es eso. En serio, todo ha sido un error.
—De acuerdo, ya me lo has dicho. Has cumplido.
—Que no, Ivan. Entre Lena y yo no hay nada, joder. ¿Crees que estoy loca? Hay que tener mucho estómago para cogerse a una mujer como esa.
—Ya… pero para eso está la Viagra. Y además lo haces por orden de la jefa, por el bien de la publicación.

Julia suspiró recordando a la preciosa mujer que lo había recibido la tarde anterior y su reacción ante ella. Mierda, tenía que quitarse esa imagen de la cabeza o iba a tener un problema cada vez que se reunieran para trabajar.

—Ivan…
—Vale, vale… No hay nada entre la señorita Fadeeva y tú. No te la follas como una bestia en el despacho; tu aire de agotamiento cada vez que tienes que trabajar con ella es solo fruto del estrés verbal producido por los artículos. Tú lo dices y yo me lo creo.
—De acuerdo. Solo intenta que no se extienda demasiado, ayúdame a parar los rumores o cada vez que entre en ese maldito despacho voy a ser analizado con lupa.
—Cuenta conmigo.

A la hora del desayuno, Julia se reunió con las chicas. Ahora que ya sabía de qué iba el tema, seguro que iba a divertirse. Olga le ofreció una canastita de nueces en cuanto apareció.

—Gracias, Olga. ¿Sabes? Creo que desde que como las nueces me noto más energía.
—¿En serio? Pues me alegro.
—Yo también. Trabajar con tu jefa resulta agotador. Bueno, ¿qué les voy a decir a ustedes? Trabajáis con ella hace más tiempo que yo.
—No es lo mismo.
—¿Cómo que no?
—Porque tú trabajas a «otro nivel».
—¿Otro nivel, Sasha? ¿Te refieres a que somos codirectoras Lena y yo?
—No, no me refiero a eso. Y me entiendes perfectamente, no te hagas la tonta.... Por supuesto que de aquí no va a salir ni una palabra, pero trabajamos aquí fuera y bueno… se oyen cosas.
—De modo que se oyen cosas… ¿Qué cosas exactamente?

Nastya se mordió el labio para no soltar la carcajada. Realmente Olga era increíble, sería capaz de jurar que las había visto tocarse porque hasta ella misma se creía sus fantasías cuando se trataba de un chisme.

—Ya sabes… gemidos, susurros. Nada significativo si no sabes lo que ocurre, pero cuando lo sabes, atas cabos.
—Claro, claro… ¿Y si te digo que no hay nada de lo que piensan? ¿Que Lena y yo solo trabajamos, que los susurros y suspiros son solo imaginaciones vuestras?
—No concuerda, Julia.
—De acuerdo... dejaré de intentarlo. Dame más nueces, anda, dentro de un momento tengo que enfrentarme al dragón.

Terminaron de desayunar en silencio y luego Julia tomó el teléfono de la mesa de Nastya y marcó la extensión de Lena.

—¿Sí, Nastya?
—Soy yo. ¿Me puedes dedicar un momento?
—Claro.

 "Высоко : Amor, Periodismo & Peleas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora