Capítulo 4

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Luego de quedarse parada viendo cómo se iba en su camioneta, Amelí entró a su casa en búsqueda de respuestas. Sabía que no sería fácil que sus abuelos se las den, pero al menos lo iba a intentar.

Decidió interrogarlos durante la cena, ya que se gestaba un ambiente muy cálido y propicio para hacer este tipo de planteos. Así lo había hecho cuando les comunicó que quería ser cineasta y escritora. En las comidas la familia encontraba un momento para hablar entre sí y contarse las cosas que ocurrieron en el día.

Dejó la bicicleta en el garaje y fue hasta la cocina en búsqueda de algo fresco para beber. Necesitaba refrescar su mente. Nunca había sentido ese torbellino de cosas bombardeándola en la mente desde la muerte de su madre. Y aquel momento había sido crítico y de quiebre en su vida.

Subió hasta su habitación para descargar las imágenes que había sacado en el campo. Todas habían salido bellísimas, eran especiales y únicas. Sus ojos se detuvieron en una. La imagen velaba un paisaje de diferentes tonalidades de verde. A lo lejos se veía un joven de espaldas, con su pelo castaño claro revuelto, sin camisa. Era él. Se quedó embobada mirando la pantalla de su computadora. No lograba entender cuanto sentía en tan poco tiempo. Tenía miedo de lo que vaya a suceder.

Se tiró en la cama a pensar en cada momento del día, desde que se levantó hasta la escena del film y el regreso a casa. "Necesito un baño".

Llenó la bañera de agua y tiró algunos pétalos de jazmín y rosas. Le gustaba el olor que emanaba del vapor del agua. Era dulce pero no empalagoso. Ese olor que siempre iba con ella y le recordaba a su madre.

-Sofía adoraba los jazmines. Por eso en mi jardín tengo tantos. Ninguno de ellos puede ser cortado ¿entendido?

Se acordaba de aquella conversación con su abuela. Se había caído mientras jugaba y le dolía mucho la rodilla. Su abuela la cargó en brazos y la llevo a la tina. La llenó de agua y le tiró pétalos de jazmines. Desde entonces ese era su ritual para tranquilizarse. "Como te extraño mamá".

Prendió velas y busco en el reproductor de su celular la canción que más la relajaba. Lisa tiene un amor de ultramar, brilla en la oscuridad... chica lunar... cuando me hundo en el mar... reflejando el color del sol...

-Hija ¿podrías bajar a terminar de hacer las milanesas?

La voz de su abuela la sacó de su meditación. De vuelta a la realidad de dudas.

En la casa ayudaban todos. Siempre sonaba alguna canción de los 70 y Carlos sacaba a bailar a Nora. Amelí los observaba con la misma devoción que tenía por ellos desde que era chica. "Ojalá alguien me ame como el abuelo ama a la abuela".

Se dispuso a terminar de cocinar y a preparar la mesa, mientras Nora terminaba de atender los últimos clientes y Carlos ordenaba la tienda. Se sentaron a degustar uno de sus platos favoritos: milanesa de pollo con puré de calabaza.

-Abuelo ¿de dónde conoces a Pedro?

El silencio inundó la mesa. Carlos y su mujer cruzaron miradas nerviosas. El viejo se volvió a su nieta mirándola con los mismos ojos pasibles y amorosos.

-Los conozco del pueblo. A veces cuando volvía del trabajo pasaba por el consultorio de sus padres y Pedro siempre me pedía caramelos. Incluso un día me siguió hasta casa para que yo le dé.

-Pedro vino muchas veces cuando era chiquito. Vos no te acordás porque eras bebé. Pero mientras yo cocía, vos estabas en el corralito y él te observaba.

-Seguramente le quedó recuerdos de esa época. Cuando llegó a la adolescencia se mudó junto con sus hermanos a la capital y no volvimos a saber de ellos.

No sabía porqué pero sentía que sus abuelos no le estaban diciendo la verdad. O al menos en su totalidad. Aun así se limitó a aceptar esa parte de la historia, en algún momento descubriría que vinculo los unía.

Terminó de ordenar la cocina y se acercó a saludar a sus abuelos para irse a dormir.

-¿No salís con tus amigas hoy?

-No creo. Estoy muy cansada abu.

-Con tu abuela nos quedaremos mirando esta película, si necesitas que te lleve a algún lugar solamente decime. Te quiero mi flaca.

Se había olvidado por completo que era sábado y que seguro Helena le había escrito por Facebook.

Amaba pasar tiempo en esa red social chateando con sus compañeros de cine o Helena Fick, su mejor amiga, junto a Lucio o Lucho Andrade.

Eran amigos inseparables desde jardín de infantes. Los tres jugaban a que eran súper héroes y conquistaban todo con la fuerza del bien. Incluso en tercer grado, Lucho tuvo varicela y como no podía ir al colegio, Helena y Amelí le acercaban la tarea hasta su casa. De esta manera los tres terminaron con varicela y comiendo sopa de cebolla hecha por Nora, la preferida de los amigos.

Helena y Lucio se mantenían ajenos a la pasión de su amiga. La joven el año próximo se iría a estudiar medicina. Soñaba con ser pediatra, desde chica había sentido un amor especial por los niños. Lucho, por su parte, se iría a estudiar profesorado de Educación Física. Amaba el deporte, en especial el básquet, actividad que desde sus cuatro años había desarrollado.

Ese día no tenía ganas de ir a tomar cerveza al bar de la esquina, como llamaban al pub donde se juntaban hasta tarde ya que se quedaban hablando de cualquier cosa que aquejara a alguno de los tres. No se sentía con la suficiente energía como para enfrentar a sus amigos y contarle todo lo que había sucedido.

Abrió Facebook y como lo había supuesto, en la casilla de mensajes titilaba el chat de Helena.

H: Loca aparecé, vamos a tomar algo esta noche con Lucho. Tenemos que festejar que ganó el partido contra los de Colón.

A: Hele, hola. Perdón, estuve todo el día ocupada. No sabía que Lu jugaba hoy. No tengo muchas ganas de salir hoy. ¿Nos vemos mañana en la plaza? Y mate por medio me cuentan cómo les fue.

H: No podemos quedarnos una noche tan linda encerradas, dale Ame.

A: Tuve un día agitado. Mañana les cuento. Te ♥

Antes de cerrar sesión, notó que tenía una solicitud de amistad. "Es el" pensó. Lo acepto ya que después de todo iban a ser compañeros de trabajo. Se estaba yendo cuando en la pantalla se abre un chat: "Hola Ame J". Era Pedro. No recordaba haberle dicho su apellido. "Enzo, me parece que vos tenés algo que ver". Dudo en responderle. No quería seguir conectada para no lidiar con las suplicas de su amiga. Pero a la vez quería hablar con él. "Hola Pedro J".

Cerca de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora