Escribir era su manera de exteriorizar lo que adentro dolía. ¿Y qué era lo que pinchaba tanto? No sentirse suficiente para él.
Miraba sus libros del feminismo en la biblioteca. A pesar que desde muy chica se había interesado por la lucha y se sentía identificada con tal, en este momento todas las teorías no servían para explicar porqué no se sentía digna del amor de Pedro.
Es que quizás a veces las teorías escapan de cuestiones del corazón.
Sintió que tocaban la puerta. Eran sus abuelos. Estaban preocupados por ella.
-Ame, ¿estás despierta?
-Sí, pasen.
Amelí era una chica desordenada pero limpia. Sus abuelos vieron mucha mugre en su habitación y se asustaron.
-¿Qué está pasando hija?- preguntó Carlos con ojos angustiados.
-Pasa que no creo estar a la altura de Pedro- afirmó al fin.
-¿Desde cuándo vos pensás esas cosas?- inquirió Nora. Sabía que su nieta tenía una personalidad especial pero jamás sintió que sea una chica con baja autoestima. Después de todo, ellos habían trabajado para que siempre se sintiera bien en todos los aspectos.
-Desde que su mamá me lo hizo ver- confirmó y agachó la cabeza. No quería llorar más, pero le era inevitable. Nunca en su vida se había sentido de tal manera. A lo mejor porque nunca se había cruzado una Gloria en sus 17 años de vida.
-¿Qué te dijo esa mujer?- esta vez Carlos usó un tono seco y cortante. Se notaba que había ira en cada una de sus palabras.
-Que me alejara de su hijo. Que no iba a permitir que una persona como yo se interponga en su camino- en la mirada de Amelí había un grito de ayuda explícito. Sabía que no se tenía que sentir menos y confesándole eso a sus abuelos intuía que los estaba lastimando. Ella se sentía orgullosa de haber sido criada de la mejor manera posible, sin importar los lujos que nunca pudo tener. No era una persona materialista.
-¿Y vos que sentís al respecto?- Nora le acariciaba el rostro y le servía un poco de agua en un vaso.
-Siento que no es cierto. Yo no soy una cualquiera o interesada. Pero tampoco sé que hacer. Sentí mucho miedo cuando vino a decirme esas cosas
-¿Vino a casa? -sus abuelos se miraron sorprendidos. Amelí no entendía porque no podría venir a su casa ni tampoco porqué sus abuelos se sorprendían tanto.
-Yo considero m'ija -comenzó diciendo Carlos- que lo mejor es que sigas a tu corazón. Y nunca dejés que nadie te defina. Esa mujer no te conoce ¿o sí? Solo vos, un poco tus abuelos y tus amigos, sabemos quién sos. Vos tenés una luz especial y por nada del mundo deberías permitir que te apaguen. Ni siquiera si es el mismísimo presidente de la Nación. Si amás a Pedro, tenés que luchar por estar a su lado.
-No sé si lo amo abuelo. Lo quiero muchísimo. Pero fue todo tan rápido que la verdad no sé si ya que es lo que siento- un poco era verdad. Todo había pasado en pocos meses y días. No había tenido tiempo para asimilar. Ella era puro cabeza y racionalidad, le costaba sentir sin analizar.
-¿No vas a atender sus llamadas? Yo creo que se merece una explicación- dijo Nora mirando como el celular no paraba de vibrar.
-Es la palabra de su mamá contra la mía. Es obvio que va a creerle a ella. Prefiero que no. Además no viene hasta no sé cuándo. A lo mejor se olvida de mí en este tiempo.
Sus abuelos se miraron un poco rendidos. Su nieta era muy terca y si algo se le ponía en su cabeza, era en vano intentar sacarla de ahí. No sabían a ciencia cierta que le había dicho Gloria, pero sabían que no era una mujer fácil.
-Cuando volvimos, vimos que estaba este sobre tirado por debajo de la puerta. Me parece que es para vos- Carlos le tendió un sobre blanco.
Sus abuelos juntaron las cosas sucias y ordenaron un poco alrededor mientras Amelí tomaba una ducha. Se puso su pijama de las chicas Superpoderosas y se sentó en la cama frente al sobre. Estaba segura que era de Pedro. Pero era un tamaño bastante grande como para ser una carta.
Lo abrió y se encontró con la foto que se habían sacado la noche de su cita. Era hermosa. Contrastaban a la perfección sus pieles, sus sonrisas, sus miradas y la luna parecía abrazarlos. Ambos estaban de frente a la cámara, él la abrazaba por detrás con un brazo cruzado por su cuello y se miraban divertidos. Si nadie supiera bien como eran las cosas, dirían que realmente se los veía enamorados.
Dentro del sobre también estaba una nota que decía: "Yo tengo una copia igual y la voy a poner en mi habitación del departamento. Así siempre que quiera estar cerca de vos, la voy a mirar. Te quiero. Pedro"
Quizás sus abuelos tenían razón. Se merecía una explicación. Pero también se merecía dejarlo tranquilo. Contestó una de sus llamadas.
-¿Hola? ¿Amelí? Por favor decime que estás bien y no te pasó nada malo- hablaba Pedro con un hilo de voz. Se notaba que estaba preocupado.
-Sí, estoy bien. Quería hablarte para decirte que ya no quiero estar más con vos.
-¿QUÉ?
Hubo un silencio. Alejó el celular un poco para respirar hondo. No era nada fácil decir algo que no sentía. Pero consideraba que era lo mejor. Después de todo, estaba intentando resguardarse.
-Pedro, no estamos en la misma sintonía. Vos estás en la facultad, yo en la secundaria. Nunca podría adaptarme a ser parte de tu familia. No me siento bien ahí. Yo soy más tranquila o llevo un estilo de vida más tranquila. Estuve pensando en esto todo el día. Por eso no te contesté- mintió.
-No entiendo nada de lo que estás diciendo. Si hasta ayer estábamos bien. ¿Es por mi vieja? No volvemos más a mi casa. Por favor Ame, no me dejes- Pedro suplicaba del otro lado. Se lo escuchaba angustiado.
-Es una decisión tomada Pedro. Perdoname. Solo intento hacer lo mejor para ambos.
-No digas eso. Solo estás haciendo lo mejor para vos- dijo sollozando.
-Puede ser. Pero pensá que soy un problema menos en tu vida- estaba conteniendo las ganas de llorar. Sabía que quien hablaba en ese momento no era Amelí, sino la reina del hielo que llevaba dentro.
-Dame una oportunidad para intentar arreglar las cosas. Hablo con mamá o algo. No sé. Decime que puedo hacer para que no tomes esa decisión.
-No Pedro. Ya está. Espero sigas bien con tu vida y puedas recibirte. Vas a ser un gran profesional.
-Pero...
Amelí cortó la llamada. Si seguía hablando con él, aflojaría y justamente eso era lo que no quería. Miro al techo y sintió un enorme vacío. Le dolía la cabeza y el estómago.
Acababa de cortarle al chico más lindo y bueno que podría haber conocido jamás. A veces detestaba ser manejada por su cabeza. Pero en su interior sabía que estaba haciendo lo mejor para ambos. Comenzaba a creer que su mamá tenía razón.
Pedro no sólo se merecía alguien mejor, sino lo mejor del mundo. Y con esas características ella aun no contaba.
![](https://img.wattpad.com/cover/293498421-288-k461985.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Cerca de la Luna
Roman d'amourAmelia D'amico es una joven aficionada al cine que intenta sanar la herida que ocasionó la ausencia de sus padres. Por las causalidades de la vida conocerá a Pedro Martinelli, quien esconde un oscuro secreto que involucra a la familia de la joven. ¿...