Capítulo 15

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Había pasado un mes desde la última vez que había tenido contacto con Pedro.

Él no había intentado contactarse con ella. Ella mucho menos.

En ese mes, habían terminado de editar la película y ya había sido enviada al jurado del festival de cine independiente. En Enero, Enzo viajaría para saber el veredicto final.

También había finalizado las clases. Con sus compañeros decidieron armar un festejo que duró casi una semana. Todos los días se habían propuesto hacer cosas diferentes: desde una fogata, hasta un campamento, una fiesta temática y un almuerzo. Amelí se divirtió un montón junto a Hele y Lucho que ya comenzaban a sentirse un poco tristes por tener que separarse.

En ese tiempo, aprovechó para escribir como nunca antes y sobre todo, sacar muchas fotos. Quería recordar cada rincón de su pueblo, su escuela, sus compañeros, sus amigos y sus abuelos. Cuando el momento de irse llegara, tendría una caja llena con fotografías para armar un libro si ella quisiera.

No se había vuelto a cruzar a los padres de Pedro ni a él. Suponía que vendría para las fiestas. Pero tampoco buscaba verlo. Su vida había vuelto a la normalidad desde entonces.

Esa noche era su graduación. Su vestido hecho por su abuela, colgaba de la puerta de su placard y debajo había un par de sandalias plateadas de su mamá que había pintado y arreglado. Era necesario llevar una parte de ella esa noche tan especial. Buscó una pulsera y colgó el dije de la luna ahí. La luna siempre la acompañaba en momentos importantes. Sentía que le daba la fuerza necesaria para enfrentar todo.

Ya estaba casi lista cuando vió que sus abuelos la estaban mirando en la puerta de su habitación totalmente emocionados.

Corrió a abrazarlos. En un par de meses, se iría a otra ciudad a vivir sola. Era la primera vez en su vida que estaría tanto tiempo sola. Pensó que ojalá sus abuelos se fueran con ella para cuidarla y protegerla. Pero sabía que había llegado el momento de crecer definitivamente. Ya no había vuelta atrás.

Nora y Carlos la estrecharon contra sus cuerpos. Le repetían una y otra vez, lo orgullosos que estaban de verla tan grande y hermosa. Que recordaban cuando era una bebé, inquieta y sonriente. Y ahora se estaba convirtiendo en toda una mujer.

-Bueno, llegó el momento de irnos si no llegamos tarde a la fiesta- anunció Carlos secándose las lágrimas con un pañuelo.

Amelí se miró al espejo por última vez, controlando que esté todo correcto. Se sentía hermosa y suficiente. Había vuelto a recuperar su autoestima. Esa noche quería brillar junto a todos sus compañeros.

El vestido naranja hecho por Nora a medida le quedaba a la perfección. Aunque era de contextura física pequeña, tenía curvas que el vestido dejaba en evidencia muy bien. Los zapatos y la pulsera acompañaban para que todo el combo sea elegante, sobrio y distinto. En el pelo había decidido hacerse una cola de caballo alta. Tenía mucha cantidad de pelo y diciembre estaba teniendo temperaturas bastante altas. Quería estar cómoda sin pasar calor.

En un par de minutos llegaron a la escuela. La fiesta se realizaba en el patio. Todo estaba hermoso. Los chicos de 5to año se habían pasado con la decoración. Había luces y velas por todos lados. Flores blancas y amarillitas adornando cada mesa. La escuela brillaba.

Dejó a sus abuelos en la mesa y fue a encontrarse con Hele.

-¡¡¡¡¡Amigaaaa, que diosa estás!!!!!- le gritó ni bien la vió.

-Gracias Hele- dijo sonriendo- vos también estás preciosa. ¿Y Luchito no llegó?- preguntó mirando para todos lados.

-Nop. Ya sabés lo mucho que tarda en arreglarse...

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