Pedro no había vuelto a su casa desde el velorio de Justina. Se le había pasado el tiempo en lo de Amelí. Por alguna razón se sentía en paz cada vez que la tenía cerca. Era un sentimiento que nunca había experimentado con otra persona. Mucho menos con una chica.
Cerró la puerta con especial cuidado, para no hacer ruido y que sus padres no lo escuchen llegar. No tenía ánimos para dar explicaciones.
-Se puede saber de quién es la camioneta que te trajo.
Podía notar el nerviosismo en la voz de su madre.
-De Carlos.
-¿Y vos que hacés con esas personas? Creí haberte dejado muy en claro que no quería que te acercaras a ellos.
-No sé porqué buscás alejarme de ellos, mamá. Sabés muy bien que yo se la verdad- dijo en tono cortante.
-No me hablés así Pedro. Te vuelvo a prohibir que veas a esas personas. Mantenete al margen. Y juntate con personas que sirvan para tu futuro.
-¿Cómo vos lo hiciste mamá?
-A tu cuarto Pedro. AHORA.
Estaba harto de la hipocresía de su madre y de todo el mundo que lo rodeaba. No soportaba más seguir aguantando ese mundo tan perfecto que pretendían crear. Aunque todavía no se sentía capaz de enfrentar con todas las letras a sus padres. Fuera de esa caja de cristal, estaba Amelí que lo traía un poco a la realidad del mundo.
Subió a su cuarto y cerró fuerte la puerta. Había sido buena idea pedirle a Carlos el número de ella. Aunque este le había dejado bien en claro una cosa: "No quiero que la hagas sufrir, Pedro". Y sabía que cuando Carlos usaba el tono serio, lo decía de verdad. ¿Cómo hacer sufrir a una chica que lograba sacar lo mejor de él?
Abrió su chat y escribió un "HolaJ, soy Pedro". No sabía si ella se enojaría al ver ese mensaje. Quizás le diría que no quería hablar después de haber leído su nota. Aunque el en el fondo de su corazón tenía una pequeña esperanza de que su carta la podría haber llegado a conmover. Después de todo, hasta el corazón más frío en algún momento comienza a derretirse.
-Quién te dio mi núm?
-Eso no importa. Cómo estás? Seguís escribiendo?
-Son muchas preguntas. Estoy bien. Y no, no estoy escribiendo.
-Perdón. Leíste mi nota?
-SiAl parecer remarle una conversación le iba a costar demasiado. No estaba acostumbrado a rogarle a una persona. En su generalidad, la mayoría de las chicas siempre querían hablar con él. O acercarse de alguna manera. Pero con Amelí todo era distinto.
-Te parece juntarnos a hablar sobre lo que te escribí?
-No creo que haya mucho por hablar. Me dejaste en claro muchas cosas ahí.
-Si... bueno... pero me gustaría que te saques todas las dudas conmigo.
-Todas? Hasta porqué mi abuelo te tiene tanto aprecio?
-Ya te expliqué eso
-Está bien. Podemos hablar si...
-Voy a tu casa esta noche entonces.
-OK.
"Siempre se sale con la suya" pensó.
Quería ver a Hele y a Lucho y contarle lo de la carta. Quizás ellos podrían aconsejarla mejor.
Acordó verlos en la plaza en un rato. Así que se cambió, agarró su mochila y se fue a encontrarlos.
Desde lejos los vio. Hele con su cabellera color miel suelta bailando al compás con su vestido de flores fucsias y su sonrisa gigante. Lucho con su pelo despeinado y su chemis azul. Sintió una angustia tremenda al saber que les quedaba pocos meses para compartir con ellos. Los iba a extrañar demasiado el año próximo.
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Cerca de la Luna
Любовные романыAmelia D'amico es una joven aficionada al cine que intenta sanar la herida que ocasionó la ausencia de sus padres. Por las causalidades de la vida conocerá a Pedro Martinelli, quien esconde un oscuro secreto que involucra a la familia de la joven. ¿...