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Mina corría tan rápido como podía, temía estar llegando tarde a su encuentro con Chaeyoung.

Pero llegó, ahí estaba la pelinegra, recostada sobre el tronco de un árbol bajo la sombra. Su respiración parecía lenta y relajada, quizá se había quedado dormida en lo que esperaba a la mayor. Mina sonrió, se veía bellísima. Su vestido de estación dejaba bastante piel expuesta, enseñando las piernas de las que tan orgullosa estaba pero que tanto debía cubrir. Allí en aquel descampado podía usar lo que quisiera y la mayor no podía estar más conforme con la elección de su amante.

—¿Chaengie? —Susurró cerca de su oído, teniendo suma cautela. Aún así la contraria se sobresaltó un poco. —¿Te hice esperar mucho?

Asintió con su cabeza, la pena siendo reflejada en esos oscuros ojos cafés. —Bésame.

Mina río, entendía su prisa, pero sabía que exageraba. Siendo tan joven no entendía como podía ser tan impaciente. —Aún tenemos tiempo, ¿quieres dar un paseo?

La menor quedó en silencio para después negar. —Estaba pensando que la próxima vez podríamos ir a otro lugar. —Dijo, sorprendiendo a la más alta.

—Pero... este es nuestro lugar. —Murmuró, de todos modos la contraria la oyó. —Aquí te dije que te amaba y justo debajo de este árbol tuvimos nuestro primer beso.

Chaeyoung suspiró, sin saber en qué momento retuvo tanto aire. —Lo sé, pero quiero tomar tu mano mientras nos mezclamos con otras personas. —Explicó. —Que seamos una pareja normal.

Mina le sonrió mientras una de sus manos tomaba el atrevimiento de acariciar el largo y oscuro cabello de la mujer que le gustaba. —Está bien, ¿mañana te gustaría ir por un café?

—¿No podemos en la tarde? ¿No dormirás siesta? —Mina negó, ganándose una pequeña mueca por parte de la menor.

—Debo... ya sabes, tengo cosas que hacer.

—Oh.

Hubo un silencio incómodo entre ambas mujeres, Mina se sentía tan apenada que no se atrevía a mirar a la menor. Chaeyoung intentaba no mostrarse muy disgustada, pero ella misma sabía que era demasiado transparente. No por nada para su madre fue sencillo descubrir que su hija se había enamorado de una mujer.

—¿Mina?

—¿Mmh? —La mencionada se atrevió a mirar a la pelinegra más joven, mostrando curiosidad por su llamado de atención.

—Bésame. —Ordenó, aunque sonaba más como una súplica. —En cualquier momento voy a despertar, bésame antes de que sea demasiado tarde.

Sin cuestionarla, la mayor accedió al pedido de la contraria, pasando a unir sus labios mientras sus manos tomaban el pequeño cuello sin ejercer fuerza.

El suave tacto de sus labios se sentía cada vez más ausente, hasta que dejó de sentirlo. Al abrir sus ojos se llevó la desagradable sorpresa de que estaba recostada en su cama, su encuentro con la menor había acabado.

Miró el reloj que se hallaba en la mesita de luz, este indicaba que eran las 07:14 am. Mina bufó, era demasiado temprano para su gusto y ella se había recostado algo tarde. Entendía que a Chaeyoung le tocaba trabajar, pero no se acostumbraba a despertar tan temprano.

Cubrió mejor su cuerpo con las mantas y se posicionó de costado, dándole la espalda a su reloj. Le esperaba un largo día, intentaría dormir cuanto pudiese.



(...)


Mina observaba su figura en el espejo, este era tan amplio y alto que le regalaba una visión bastante clara y completa de si misma. La pelinegra acariciaba su vientre mientras observaba esa parte de su cuerpo con inseguridad, se trataba de una pequeña barriga, pasaba desapercibida a menos que usara ropa demasiada almadeada al cuerpo. Nadie lo notaba más que ella, porque sabía que estaba ahí y le molestaba que estuviese ahí.

—Señorita Myoui, este es el otro modelo por el cual preguntó. —Se oyó una voz femenina, mientras un vestido blanco se asomaba por el entreabierto de la puerta de aquel cambiador.

—Muchas gracias. —Sinchó suavemente del vestido, en señal que lo había tomado. Cuando notó que la mujer del otro lado lo soltó, lo tomó y cerró la puerta con seguro.

Al desvestirse, quedando solamente en ropa interior, no pudo evitar que su vista se fijara por un momento en esa parte creciente de su cuerpo. Aunque no era la única, también había notado que tenía más busto, pero esto no le molestaba tanto.

Extrañaba su abdomen plano, necesitaba volver a tener su abdomen plano.

Se puso el vestido con cierta dificultad gracias a la inmensidad de este. Sin embargo cuando logró acomodarlo no podía negar que era precioso y le sentaba bastante bien, compensando cualquier sentimiento de incomodidad.

—¿Te falta mucho? ¡Quiero verte! —Oyó exclamar a su madre.

Sin decir una palabra salió del cambiador, dándole a su progenitora el gusto de verla.

Todas las mujeres del lugar, incluyendo aquella empleada, la miraron con asombro y admiración. Y es que no era para menos, Mina era tan bella, sus rasgos tan finos y delicados, como si alguien la hubiese diseñado con toda la paciencia que cabía en el mundo. En aquel vestido blanco se veía como una princesa de la época, cualquiera que la estuviese viendo querría capturar esa imagen para inmortalizarla.

—Te ves tan preciosa, pequeña.—Dijo su madre con orgullo.

—Gracias, mamá. —Le sonrió con sinceridad, estaba feliz de tener su aprobación aunque fuera en un aspecto tan superficial. —¿Llevo este, entonces?

—Es tu decisión, eres tú la que va a casarse.

Seis palabras. Eso fue todo lo que Mina necesitó para que su sonrisa y su buen humor desaparecieran como humo en contacto con una ráfaga de viento. Sintió su estómago revolverse un poco y no supo si era producto de su malestar emocional o si se trataba de esos síntomas.

—Llevo éste. —Respondió, haciendo notar su repentino cambio de humor.

Dreams | MiChaeng |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora