Capítulo 12

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—¿¡Por qué no me dejas en paz!? —Le gritaste al dios de los mares con los suficientes ovarios como para dejarlo sordo. Poseidón, en cambio, te dejó hacer todos los berrinches que quisieras, de cualquier manera, no te soltaría.

Para subir a donde estaba el asiento del dios de los mares, tenían que subir por unas escaleras, por lo que Poseidón no lo pensó dos veces antes de cargarte como un costal de papas antes de que empezara el siguiente combate.

Seguiste forcejeando, golpeando la enorme y fornida espalda del rubio, sin importante la asombrosa vista que le dabas al contrario. Debido a lo pegado que era la ropa que traes puesta, la parte inferior de tu atuendo se marcaba a tu redondo y voluminoso trasero, no dejando nada a la imaginación.

A Poseidón parecía no importarle, pero eso no era del todo cierto.

Pronto llegaron al final de las escaleras y Poseidón te bajó lo más rápido que pudo, ibas a gritarle nuevamente al rubio, pero te fijaste en el lugar donde estaban y te diste cuenta de que no estaban solos.

¿Quién estaba ahí?

Hagamos una historia juntos (Poseidón x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora