Capítulo V

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La noche cayó sobre los techos de aquella vivienda, en la cual se resguardaban ambos hombres quienes empezaban a organizar todo lo necesario para aquella entrevista.

La luna era brillante, iluminando cada rincón de aquel pueblo con grandes misterios; cuyos habitantes permanecían ocultos entre las sombras para evitar lo predecible... Para huir de un futuro incierto.

Regresando al hogar del sacerdote, tanto él como James se preguntaban cómo sacar la verdad a la luz, pues necesitaban el testimonio de por lo menos tres personas dentro de la iglesia para que las cosas funcionaran.

—Conozco a alguien que podría ayudarnos, su nombre es Steve —Mencionó el padre mientras encendía un par de velas blancas.

—¿Qué no fue él quien te ignoró luego de todo lo ocurrido? —James permanecía sentado en uno de los sofás.

—Sólo está asustado... Al igual que todos —La voz de Helmut al hablar de aquel diácono era distinta, se podía percibir una pizca de melancolía acompañada por culpa.

Barnes notó esto de inmediato, y prácticamente no era la mejor persona para guardarse los comentarios.

—¿Estás enamorado de él? —Agregó James con una sonrisa maliciosa.

Las mejillas del castaño se tornaron con un rubor que no pasó desapercibido por el contrario, acto seguido desvió la mirada y apagó ambas velas con un suspiro.

—He aprendido a amar a todos mis hermanos y hermanas como un buen hijo de Dios. No espero que lo entiendas pero siempre velaré por el bienestar de los demás... Así debe de ser —Dicho esto Helmut tomó la mano de James y le envolvió un rosario.

—¿Quieres decir que eres bisexual? —Barnes rio tras decir aquello.

—Quiero decir que aún no es tarde para que te acerques a Dios, ambos podemos hacerlo —Agregó el castaño mientras tomaba las manos de James, a su vez le dedicó una sonrisa mientras sus ojos expresaban total alegría.

Helmut sabía que no podía quedarse de brazos cruzados ante todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor, fue por ello que minutos atrás le propuso a James hacer una limpieza tanto en el entorno como en su alma. Este último estuvo de acuerdo con dicha propuesta, después de todo era algo insignificante según sus creencias.

Barnes se perdió una vez más en aquellos hermosos ojos, no podía decirle que no a Helmut mientras lo miraba de esa manera tan pura e inocente.

—Si con esto consigo la entrevista, soy todo tuyo —Mencionó el joven locutor con una sonrisa.

Dicho esto el padre guío a James hacia un pequeño altar que estaba en la sala, en el que reposaba un cuadro con el retrato de Jesús acompañado por unas flores.

Ya estando ahí ambos se hincaron y Helmut volvió a encender las velas.

—Cierra los ojos y no sueltes mi mano —Mencionó el sacerdote.

—Nunca hice esto antes —James estaba nervioso.

—No tienes de que temer, yo te guiaré en todo momento —La voz del castaño era tranquila.

Ambos cerraron sus ojos, luego Helmut hizo la señal de la cruz mientras sujetaba su rosario con fuerza al igual que James quien estaba ansioso por ser partícipe de aquella especie de ritual; claramente narraría hasta el más minucioso detalle en su programa.

"Padre celestial, hoy me dirijo a ti con total culpa y arrepentimiento.

Soy consciente de todos mis pecados, fui débil ante el mal que acecha a mí alrededor.

He encontrado la señal de luz que me has enviado; James Barnes quien al igual que yo te entrega su total devoción.

Permíteme enmendar mis errores y proteger a mis hermanos, quienes fueron cegados y silenciados por-"

Tras mencionar lo último Helmut sintió una punzada en su corazón, esto provocó que abriera los ojos de manera repentina; fue así como en el reflejo de aquel cuadro pudo distinguir el mismo rostro desfigurado que vio aquella noche. El miedo se apoderó de él una vez más, a pesar de estar acompañado por el joven locutor la sensación de peligro era aún mayor.

Apretó tan fuerte la mano de James que este último también abrió los ojos, al hacer esto notó de inmediato el rostro de pánico por parte del padre.

—¿Te sientes bien? —Barnes trataba de hacer entrar en razón al castaño, fallando en el intento.

De repente el cuadro se rompió provocando que los cristales cortaran el rostro del sacerdote; las velas se apagaron junto con las luces que iluminaban el interior de la casa y una canción empezó a reproducirse en la radio.

James se puso de pie mientras trataba de distinguir algo entre la oscuridad, fue entonces cuando en una de las habitaciones se pudo apreciar un par de ojos rojos.

—Helmut —Mencionó Barnes mientras sacudía al padre.

Un largo lamento hizo eco en el lugar, cuando este finalizó pudo distinguir que se trataba de un aullido ahogado.

—Ven aquí amigo, no tengas miedo —Dicho esto James se acercó lentamente hacia el can.

Aquello fue suficiente para que el castaño entrara en razón, sabía que James corría peligro y no podía permitir que le hicieran daño... A él no.

—James, yo... Yo no tengo mascotas —Mencionó con esfuerzo mientras trataba de moverse.

Cuando Barnes escuchó dichas palabras se quedó completamente inmóvil, la figura se puso de pie en frente suyo e incluso pudo sentir el hedor putrefacto que emanaban sus afilados colmillos, los cuales seguían brotando una especie de líquido.

Entonces lo distinguió, se trataba de sangre, una de un color carmesí tan intenso. Aquel líquido goteaba desde su hocico y manchaba el piso de madera.

James quedó perplejo, aun así no fue capaz de aceptar lo que sus ojos aparentemente captaban entre las penumbras.

—Helmut, llama a la policía —Dicho esto James agarró con fuerza una de las sillas que se encontraban a su disposición.

—James... —Mencionó Helmut entre lágrimas, implorando internamente por su ayuda.

Barnes trataba de encontrar alguna explicación ante aquella situación tan extraña, aun así sabía que las intenciones de esa cosa no podían ser buenas; en ese momento su única prioridad era proteger al sacerdote.

James retrocedió lentamente sin darle la espalda a aquella criatura, todo esto mientras lo miraba directamente a los ojos. Una vez cerca del sacerdote lo tomó del brazo con fuerza y lo ayudó a ponerse de pie.

—Corre, yo lo distraigo —Mencionó el joven locutor en un susurro.

—Ven conmigo —Titubeo Helmut.

—No hay tiempo —Agregó el locutor.

—Tengo miedo —El padre no se atrevía a levantar la mirada y encarar a aquella cosa.

James sintió como su corazón se estrujaba al notar el gran temor que sentía el contrario, sabía que ambos tenían que salir de ahí lo antes posible.

De manera repentina arrojó la silla que había tomado momentos atrás y rompió los cristales de una de las ventanas.

De inmediato arrastró a Helmut hacia aquella salida improvisada y ambos salieron corriendo del lugar, siendo la luna la que iluminaba cada uno de sus pasos, todo esto mientras aquella melodía seguía reproduciéndose como una cruel broma por parte del destino.

𝕷𝖎𝖇𝖊𝖗𝖆 𝖓𝖔𝖘 𝖆 𝖒𝖆𝖑𝖔 | 𝚆𝚒𝚗𝚝𝚎𝚛𝚋𝚊𝚛𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora