Capítulo XVII

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Sus pasos eran lentos, no quería confrontar a Henry sabiendo que trataría de ayudarlo, él no necesitaba la ayuda de nadie realmente... Trataba de convencerse a sí mismo de ello. Alzó la mirada y dos caminos distintos se le cruzaron enfrente; uno de ellos era hacia el dormitorio del doctor, y el otro era hacia el altar.

Lo pensó por algunos minutos, quizá por media hora. Helmut sabía que podía ayudarse a sí mismo con ayuda de su fe, pero aun así tenía miedo de hablar con Dios sabiendo lo decepcionado que estaba tras sus acciones, además la intriga no le permitía negar la posibilidad de recibir la ayuda de un supuesto experto.

Entre una oleada de valentía y entusiasmo, el sacerdote se abrió paso hacia el altar sintiéndose tan diminuto ante la presencia de la soledad, algo dentro de él sabía perfectamente que ya no era capaz de escuchar a Dios, no después de todo lo que había hecho.

Helmut cayó de rodillas, su corazón latía a mil por hora siendo presa del pánico. Sujetó su rosario, respiró profundamente e hizo la señal de la cruz con las manos temblorosas.

—Te he fallado tantas veces, me pregunto si aún me escuchas —Mencionó finalmente.

Silencio

—¿Sabes? Todo era más fácil antes... Incluso hablar contigo —Prosiguió.

Silencio

—No tengo nada que ofrecerte; ni siquiera mi propia fe —Cerró sus ojos para hacer más profundo aquel reencuentro.

Silencio

—Estoy un poco cansado de todo esto —Empezaba a rendirse una vez más.

Silencio

—Pase lo que pase, cuida a James por mí... Es una de las tantas cosas en las que fracasé —Abrió los ojos lentamente y con desespero, imploró internamente por recibir una respuesta.

Silencio

—Espero obtener tú perdón —Finalizó para luego ponerse de pie y dirigirse con Henry.

Por otro lado James estaba desconcertado, ya no sabía que más hacer para demostrarle a Helmut que su amor hacia él era verdadero. Estuvo pensando en ello por horas, hasta que Steve irrumpió en su habitación de manera brusca.

—Tienes que ver esto —Mencionó sin más para luego salir del lugar.

Sin dudarlo Barnes siguió al diácono con intriga, anteriormente ambos estuvieron hablando sobre cómo descubrir cuáles eran las verdaderas intenciones de la familia Bernard, sobre todo del doctor quien podría ser una amenaza para Helmut.

Ambos llegaron a una habitación desordenada, las repisas estaban cubiertas de polvo y completamente dañadas a causa de los años que las arroparon en humedad. Algunos muebles estaban acomodados en una esquina, y en medio la estatua de una virgen cubierta de telarañas terminaba de convertir a ese lugar en algo escalofriante.

—Mierda —James sacó su celular y le tomó una foto a aquella siniestra estatua.

—¿Qué carajos estás haciendo? —Cuestionó Steve.

—¿Sabes la cantidad de audiencia que atraerá esta foto? Obvio que no tienes ni la más mínima idea —James soltó una ligera carcajada.

—Olvídate de eso y mira lo que encontré —Rogers le entregó unas fotos antiguas.

En dichas imágenes aparecía Alicia Bernard junto con el monseñor Kit, aunque eso no era lo más destacable de la fotografía, sino el hecho de que Alicia estuviera vestida con el atuendo de una monja.

𝕷𝖎𝖇𝖊𝖗𝖆 𝖓𝖔𝖘 𝖆 𝖒𝖆𝖑𝖔 | 𝚆𝚒𝚗𝚝𝚎𝚛𝚋𝚊𝚛𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora