Días después del ataque, Milán yacía inconsciente. Su cuerpo, lleno de hematomas y heridas, aún no sanaba de los golpes. Las costillas rotas mostraban pequeños signos de recuperación, y aunque su cuerpo respondía a los estímulos, la adrenalina había sido su única fuerza aquel día.
Isaac no se había separado de su lado ni un solo segundo, vigilando cada respiro, cada movimiento. Xander, por su parte, lo visitaba diariamente. Este tiempo compartido le había permitido conocer mejor a Isaac, y creía poder considerarlo un amigo.
—Estoy volviéndome loco —susurró Xander, sintiendo la necesidad de compartir sus pensamientos.
Isaac, sin apartar la vista de Milán, respondió intentando parecer interesado.
—¿A qué te refieres?
Xander respiró hondo, intentando controlar la marea de emociones.
—Casi muero esa noche —dijo con firmeza—. Estoy seguro de que Milán mató a alguien, y aunque no recuperamos el cuerpo. Sé que no era una persona. Sé lo que vi, estoy seguro.
Isaac suspiró, preocupado por la situación y la seguridad de Xander. No podía saberlo, Milán había arriesgado su vida, solo para que estuviera bien.
—Estuviese a punto de morir, y te golpeaste la cabeza. El golpe o la adrenalina, pero es posible que eso que dices no fuera real.
Xander lo miró convencido de la veracidad de su experiencia. La única persona que podía proporcionar respuestas estaba frente a ellos, pero seguía inconsciente.
La puerta de la habitación se abrió y ambos giraron la cabeza. Un hombre entró. Era alto, con la espalda ancha, con su cabello negro y corto, unos ojos gris opaco y una fina barba recortada. El hombre que apareció no era conocido para Xander, pero Isaac sí le reconocía.
—¿Adam, qué haces aquí?
El tono de voz de Isaac cambió, era violento y áspero. Nada amable, y su cuerpo se movió, de tal forma que parecía que quería proteger a Milán, como si ese sujeto pudiera hacerle daño.
—Estoy visitando a un amigo —respondió Adam. Su voz era profunda, y suave al oído, pero no miró de frente a Isaac en ningún momento.
—¿Ella te envió?
Adam negó, con la cabeza, su mirada fija en Milán.
—Estoy aquí por mi cuenta. Podemos dejar lo nuestro a un lado, Isaac, solo por hoy —dijo, y su voz se volvió fría—. Sabes que él y yo somos amigos, tal vez no de clase que se ven cada fin semana, pero es mi amigo. Estoy preocupado. Si tan solo hubieras hecho lo que se te dijo... lo que Gabe te pidió.
Xander no entendía nada, y la incomodidad en la habitación era palpable. Isaac parecía no resistir más.
—Entonces, ¿eres amigo de Milán? —preguntó Xander, mostrando una sonrisa, tratando de calamar lo que estaba pasando—. Sigue siendo muy reservado con su pasado. En estos años solo hemos conocido a Isaac.
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Ciclos Eternos
FantasyEn un mundo donde la verdad es esquiva y lo inesperado se convierte en cotidiano, humanos y seres extraños coexisten en un delicado caos. Milán, atrapado en la monotonía de su rutina diaria, siente un vacío que nunca ha podido llenar. Por otro lado...