Capítulo 11

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El sol comenzaba a ocultarse por el horizonte cuando el equipo regresó a la base

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El sol comenzaba a ocultarse por el horizonte cuando el equipo regresó a la base. Emma los organizó, dio instrucciones claras sobre lo que tenían que hacer y qué buscar. La información recabada no era mucha, pero suficiente para tener donde comenzar.

—Nos espera una larga noche —comentó Xander—. Así que será mejor que nos pongamos a trabajar.

Milán se apoderó de la sala de juntas, intentando organizar las piezas del rompecabezas con la poca evidencia recolectada hasta el momento. Sin embargo, se sentía estancado en su investigación hasta que Wólfram interrumpió sus pensamientos al llegar con una caja llena de expedientes.

—Por favor, dime qué traes comida —dijo Milán, hambriento—. No puedo pensar con el estómago vacío.

—Lamento decepcionarte, pero lo que traje aquí no abrirá tu apetito —respondió Wólfram sacando los expedientes—. Y deberías buscar un pizarrón más grande.

—¿Qué tan desagradable es?

—Lo suficiente como para perder el apetito. Solo revisé los últimos diez años y encontré más de cuarenta casos similares.

Milán lo observó detenidamente.

—Gracias —pronunció, dejando a un lado el caso por un momento.

—¿Por qué? —preguntó Wólfram.

—Por lo que hiciste con Isaac. Lo apoyaste desde el minutó uno y no lo dejaste solo.

—Él me agrada, solo es eso.

—Mira esto —dijo Milán, ignorando el comentario y volviendo su atención a los expedientes—. La forma de tortura en estos casos es similar.

—¿Cuál crees que sea su motivo? ¿Será algún tipo de mensaje? —preguntó Wólfram.

—Podría ser que lo hagan por placer —respondió Milán—. Observa aquí: cuanto más antiguos son los casos, más erráticas son las heridas. Los cortes que vimos hoy fueron precisos entre la carne y los huesos. Parece que lo han perfeccionado.

Milán se sumergió en los documentos, ignorando todo a su alrededor.

Milán se sumergió en los documentos, ignorando todo a su alrededor

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