Capítulo 15

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Todo el tiempo pasado en esa ilusión —su primer beso, sus citas, conocer y enamorarse de Adam— había sido una mentira

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Todo el tiempo pasado en esa ilusión —su primer beso, sus citas, conocer y enamorarse de Adam— había sido una mentira. Milán no fue consciente de vivir en un engaño. Días, meses, tal vez años, o incluso toda su vida, la cual se habían desvanecido frente a sus ojos. Esas partes que no le gustaba mostrar, aquello que intentaba esconder, estaban más presentes que nunca en este lugar. Se sentía como si estuviera en un libro, pero sabía que los buenos libros no duraban para siempre. Al igual que cuando ingresó al FBI, el trabajo de sus sueños, pero cada noche regresaba a un departamento vacío, ajeno y que aun después de meses le era desagradable. Milán se veía como ese polvoriento sofá que ni siquiera sus antiguos propietarios quisieron llevarse.

La voz le ofreció un escenario, cualquier lugar que él deseara. Al principio, Milán no comprendió, y pensó en su primer departamento, ese horrible refugio. Frente a sus ojos, se materializó. Todo parecía real, que incluso podía sentir y tocar todo, entonces empezó a entender. Estar allí, con una voz en su cabeza, era realmente aterrador. ¿Cuáles eran sus intenciones? ¿Qué había hecho para acabar en ese lugar? La idea de no poder salir le causaba recelo. Que alguien pudiera controlar su vida, encerrarlo y cambiar su realidad, era inquietante.

Milán se sentó en su viejo sofá, sumido en pensamientos y emociones confusas. Una figura etérea que parecía estar hecha por humo de cigarro se manifestó frente a él, tomando forma humana y posando sus manos sobre su cuerpo.

—Soy Delirio —dijo la voz en su cabeza—. Algunos de mis hermanos han sido demasiado indulgentes contigo. Cuando tus actitudes son bastante cuestionables.

Milán sintió una mezcla de enfado y confusión.

—¿Estás bromeando? Aparecen de la nada, llenos de misterio, me marcan como si fuera ganado, me dan poderes que no comprendo, que no pedí, y me dejan a la deriva. Al principio, me emocioné por recibir esto, pero ahora creo que no lo quiero más.

A diferencia de los otros Elfen, Delirio no era condescendiente. Aunque empatizaba con la locura humana, su conocimiento le había vuelto un ser sin mesura ni prudencia. Nunca estuvo de acuerdo con que otro humano recibiera sus dones, pero era necesario para mantener el orden.

—¿Estás seguro de que no quieres nada de esto? —respondió Delirio—. Siempre has creído que eres especial, y ahora sabes que es verdad. El Destino te eligió, y debes entender que no hay forma de escapar de él.

Milán balbuceó, buscando respuestas.

—Son excusas. —Continuó—. Puedes mentirte a ti mismo, decir que no lo comprendes, que lo ignoras. Pero sabes lo que has hecho. Dime, ¿qué era lo único que no existía en el mundo que cree para ti?

Delirio le recordaba a Emma, una amiga apasionada y leal, pero también capaz de torturar sin remordimiento al sentirse herida. Esa dualidad la hacía fascinante y temible al mismo tiempo.

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