Las semanas de diciembre pasaron rápidamente y el año llegó a su fin. Milán comenzó a sentir temor al inicio del nuevo año, no por el cambio de calendario, sino por lo que el nuevo año podría traer. Era viernes por la tarde e Isaac decidió no acompañarlo, así que Milán se dirigió solo a su café favorito. Mientras caminaba, pensó en sus padres, con quienes aún no había hablado sobre su relación actual. Sentía cierta inseguridad sobre como reaccionarían y se preguntaba si había sido un error alejarse de ellos, si algo sería diferente de haber elegido otro camino.
Al llegar al café, se sorprendió al ver a Adam fumando un cigarrillo. Revisó los alrededores de forma rápida, esperando ver a alguien más con él. No había nadie más. Solo Adam, y como era costumbre, sumergido en su propio mundo, como si se refugiara en su mente.
—Hola —saludó Milán.
—Hola, extraño. ¿Quieres sentarte? —preguntó Adam empujando una silla con el pie—. ¿Aún fumas?
Milán aceptó el cigarrillo y, después de encenderlo, sintió el humo llenar sus pulmones. Aunque había intentado dejar de fumar durante años, siempre recaía. Adam no pudo evitar reírse y burlarse de él.
—Ha pasado mucho tiempo —dijo Milán finalmente—. Catorce años, para ser exactos.
—No parece que sea tanto —respondió—. Parece que fue hace poco cuando nos conocimos.
Ambos sonrieron y comenzaron a hablar de sus vidas durante esos años, compartiendo situaciones, aventuras y romances. Milán ya no sentía la abismal diferencia entre ellos que solía hacerlo sentir incómodo. Aunque aún se sentía seguro con Adam, también había dolor y resentimiento por las heridas que él y los demás le habían causado.
—¿Cómo te va con Isaac? —preguntó Adam—. Fue extraño darme cuenta de que están juntos. No me malinterpretes, hacen una linda pareja. Isaac se merece ser feliz. Le mentí, lo utilicé y luego... lo abandoné. Lamento haber arruinado su vida de esa manera.
Milán notó el arrepentimiento en los ojos de Adam, y aunque sentía rabia por lo que había hecho, también comprendía el peso de sus palabras.
—Deberías intentar hablar con él —dijo Milán—. Nunca es demasiado tarde para pedir disculpas. Y en cuanto a lo demás, Isaac es lo mejor que me ha pasado. Estar en el hospital me ha hecho darme cuenta de muchas cosas. Estoy seguro de que quiero estar con él.
Adam sonrió al escuchar la forma en la Milán lo decía, como sus ojos se llenaron de un brillo particular y como en sus labios se formaba una sonrisa con tan solo pronunciar su nombre.
—En algún momento me disculparé —afirmó—. Pero sé que este no es el momento. Ahora hay algo más que me inquieta. Sé que Gabriel te atacó seriamente. ¿Cómo pudiste lastimarla?
Milán quedó sin palabras. No podía explicar los extraños tatuajes que habían aparecido en su cuerpo, otorgándole habilidades nuevas. Decidió no mencionarlo porque ni siquiera él estaba seguro de cómo o por qué había sucedido.
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Ciclos Eternos
FantasyEn un mundo donde la verdad es esquiva y lo inesperado se convierte en cotidiano, humanos y seres extraños coexisten en un delicado caos. Milán, atrapado en la monotonía de su rutina diaria, siente un vacío que nunca ha podido llenar. Por otro lado...