1 - El inicio.

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Me observo en el espejo y frunzó el ceño a mi propio reflejo, mientras hago un intento inútil por arreglar un poco el nido de pájaros que llamo cabello.

En verdad no sé que hago en la noche para que el cabello me amanezca así, parece como si una pareja de gatos  se hubiera peleado en mi cabeza y ni cuenta me di” — me quejo mentalmente de mal humor pasando el cepillo por mi cabeza con gran insistencia, dando un último esfuerzo por desenredarlo de alguna manera.

Al final después de soltar un bufido cansino, exasperada, optó por rendirme dejandolo recostado en el escritorio de mi habitación donde suele encontrarse generalmente,  para después proceder a realizarme una simple pero siempre confiable coleta.

Teniendo mi cabello, no se puede exigir demaciado.

Dirijo mi mirada hacía el celular que se encuentra recostado sobre mi cama en una esquina de la pequeña habitación de paredes violetas y al mirar la hora suelto un largo suspiro de aburrimiento contenido.

Mi primer día en el instituto y voy a llegar tarde, vaya mierda.

Camino a gran velocidad por mi habitación de un lado a otro, buscando lo primero que consiga para ponerme, que no es mucho en realidad ya que la mayoría de mis cosas se encuentran  empacadas aún debido a la mudanza, que fue tan solo hace unos pocos días y otras esparcidas por mi habitación sin organizar, creo que se puede decir que soy un poco desordenada.

¿desordenada? si aquí parece que lanzaron una granada y reventó dos veces.

—  Ay vale conciencia, sabes que lo arreglaré en su momento.

Ni te lo crees tú misma.

En fin ,mi padre dice que entre más rápido nos instalamos, dentro de poco sentiremos este sitio como un hogar o eso es la esperanza a la que se aferra, aunque no se puede decir que yo esté muy segura de ello.

— Dakota mi niña el desayuno está listo — escucho que dice la suave y aterciopelada voz de Linda , mi nana,  quien también es nuestra trabajadora doméstica  desde hace años, y  a la que conozco desde que tengo memoria, siento ella una de las personas más comprensivas y amables que tengo el placer de conocer, y con la que siempre he contado.

— ¡Ya bajo! — respondo, mirándome una última vez en el espejo, asegurandome de que todo este bien. Mi cabello es de un color castaño oscuro rizado y rebelde , que en este momento se encuentra manejado en la coleta, ojos oscuros, piel morena, llevo puesta una camiseta sencilla de algodón blanca, acompañada con unos jeans desgastados y mis deportivos, nada muy llamativo, incluso sencillo en realidad, así lo prefiero.

Bajo las escaleras rápidamente
en dirección de la cocina, ya que mi habitación se encuentra en la otra planta de la casa. La cual, es bastante bonita y cómoda a mi parecer. está cuenta con tres habitaciones cada una con su correspondiente baño, un comedor y cocina bastante amplia, además de un pequeño diván en donde mi padre pasará la mayoría de su tiempo.

Me siento con cierto fastidio en el mesón de la cocina apoyando ambos hombros sobre este, pensando en el porque de tener que madrugar.

Con lo delicioso que es dormir hasta tarde, ¿porque tienen que arruinarlo?

Linda se mueve de un lado al otro por la cocina , sacando los utensilios de los cajones de esta con tranquilidad, su cabello negro  con matices rubios por la decoloración se encuentra recogido en un moño alto desordenado, acompañado con una sudadera sencilla, y unas licras al cuerpo que es la ropa cómoda que tiende a usar.

Linda es bastante guapa para su edad y también aparenta menos edad de la que tiene, aunque se niega a decírmelo, pero se que es muy cercana a la de mi padre.

Simplemente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora