Capítulo 8

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Al día siguiente del incidente con la serpiente, Justin Finch-Fletchley y Nick casi-decapitado, fueron encontrados petrificados junto a Harry Potter. Esto hizo que lo que era inquietud se convirtiera en caos y el rumor de que Harry era el heredero, casi un hecho.

Lo bueno es que me alejaría de todo eso durante un tiempo. Volvería a casa para navidad.

Los últimos días Malfoy estuvo cerca mío, pensé que finalmente sería cordial, pero no fue así, solo había encontrado más temas para molestarme. Me sentía harta y cansada así que solo lo miraba como si no me importara y lo dejaba hablando solo.

En el último día en Hogwarts, no pude evitar responder.

Estaba caminando en el pasillo de los dormitorios con una maleta en mano, portando un vestido de colores navideños y bolas de algodón para dar el efecto de un duende, cuando salí y lo encontré en la sala común.

-¡Desquiciada! -paró un segundo, riendo por lo bajo- ¿Qué traes puesto? -se calló y cambió su sonrisa completa a una de lado- Bueno, eso no importa. Dime, ¿le contaras a tu familia que pudiste cuidar a Potter toda la noche?

Apreté mi agarre en la maleta, mordiendo mi lengua para evitar responder algo. Se acercó más, y habló con tono burlón:

-¿Sabrá que tiene una buena fan slytherin detrás de él? No. Buena, no. No lo habrías dejado con el brazo roto en la grama de ser una buena fan.

Eso en verdad me molestó. Dejé la maleta en el suelo y me crucé de brazos

-¿Qué tiene? -levanté el mentón- Sigo prefiriendo ser fan de él. Si no, ¿de quién? -alcé las manos y giré fingiendo buscar entre las personas hasta que volví al inicio, su rostro- ¿Tuya? ¡Já! No tengo tanto tiempo para desperdiciar.

Se recargó en una mesa, dándose aires de grandeza al jugar con una de las piezas del ajedrez mágico que se hallaba ahí.

-Seguirme sería una grandiosa opción para cualquiera, pero tu rareza te impide verlo.

-Pero no me impide ver tus carencias. Sigues igual de berrinchudo que el año pasado, claro que ahora eres mucho más grosero -algo como si fuera un foco se prendió en mi cabeza-... Sí, es cierto. Así debería llamarte, hurón grosero.

Su cara se contorsionó y dejó caer la pieza.

-¿Hurón?

-Sí -le di una sonrisa triunfal, volviendo a tomar mi maleta, en el momento en que él se acercaba con furia a mí-... Bueno, te di mucho tiempo, hurón grosero, sin embargo, debo irme... Porque... a mí si me quieren en casa.

Hice una falsa mirada apenada antes de salir corriendo del lugar. Esto sería casi tan malo como la recordadora del año pasado, pero me sentía orgullosa de haber respondido a su insulto del año pasado.

-Me da mucha lástima -dijo mirando con intención a Harry- toda esa gente que tendrá que quedarse a pasar la Navidad en Hogwarts, porque no los quieren en sus casas.

Se arrepentiría de su comentario, de eso estaba segura.

Unos momentos más tarde, ya estaba en el tren, viendo el paisaje campestre. Las horas se pasaron en un momento al tener un vagón animado; molestando a Theo, hablando con Astoria y Luna, comiendo del carrito y entregando obsequios. Recibí uno de todos, menos Luna, ya que ella me lo daría en navidad.

Cuando el tren paró, salimos como un pequeño grupito, despidiéndonos con abrazos. Cada uno fue en busca de su familia y yo corrí para saltar sobre mi padre.

Me abracé con fuerza a él, sintiendo los pequeños brazos de Luna por un costado, y el gran agarre de papá en mi espalda. Podía sentir cuánto lo había extrañado, era palpable en la escena.

Reencarné en La Cámara de Los SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora