Capítulo XXI

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—¿Estás seguro que me has dicho todo lo que ocurrió después de que saliese al baño? —Ya que la calefacción del Ferrari estaba a tope, los dientes de Taeyong no castañeteaban de frío, sino de una sobredosis de adrenalina.

—Todo lo que puedo recordar.

Realmente todavía no podía asimilar el asombroso hecho de que ahora mismo, Taeil y Kim Dongyoung estaban renegociando el contrato del estadio. Pensó en su padre y experimentó una extraña y familiar sensación de paz al percatarse de que nunca había tenido que probarle nada a él, sólo a sí mismo.

El Ferrari rebotó contra un bache del camino y repentinamente se dio cuenta de que estaban en el campo.

—Creía que me llevabas a casa.

—Lo hago, a mi casa.

—¿Por qué?

—Porque la última vez que pasé por tu casa, Donghyuck estaba allí con sus amigos. Creo que nunca creí que cuatro adolescentes pudieran gritar tan alto —Lo miró—Creo que tú y yo necesitamos algo de privacidad para poder discutir a fondo algunas cosas.

Taeyong no podía pensar en nada que tuvieran que decir que no pudiera esperar hasta el día siguiente. Después de lo sucedido la semana anterior en la sala de pesas, no podía soportar otro rechazo, y sabía que no debería estar a solas con él. Pero como ya habían tomado la senda que conducía a su casa, era un poco tarde para pedirle que diera media vuelta.

—Primero vamos a hablar —dijo Jung— y luego vamos a quemar esa ropa que llevas.

YoonOh miraba ceñudo, así que dudaba que su comentario tuviera algún tipo de intención sexual; cuando el Ferrari aceleró bajo los árboles desnudos cuyas esqueléticas ramas destacaban a contraluz en el cielo de la noche, se percató de que tenía las manos húmedas.

—Es muy cara para quemarla...

—¿Perdón?

—Mi ropa. Es muy cara, de diseñador. O al menos es una copia de. Tengo una amiga en Manhattan que puede copiar a cualquier diseñador.

—¿Qué le pasa a tu voz? Suena rara.

—Me tiemblan los dientes. —El coche cogió un bache y rebotó.

—Pues he puesto la calefacción. Hace calor.

—No tengo frío. Supongo que es una reacción retrasada. Estaba un poco nervioso esta tarde.

—Lo hiciste condenadamente bien. Taeyong, en toda mi vida no vi nada como lo que hicieron esta noche. Sin embargo, estoy un poco resentido con Taeil por no haberme contado tus planes, sobre todo teniendo en cuenta que me invitó a presenciarlo todo.

—Taeil no sabía exactamente qué pensaba hacer.

—¿Estás diciéndome que él estaba improvisando allí dentro?

—No del todo. Le dije que tipo de actitud quería que asumiera, pero no le conté los detalles de lo que tenía intención de hacer. Tiene ese problema de la arritmia. Le viene cuando se pone demasiado nervioso, y temí que pudiera delatarme. Pero es bueno improvisando, así que no estaba demasiado preocupado.

—Mi respeto por mi buen amigo Taeil aumenta día a día.

Se detuvieron delante de la granja de piedra, donde débiles charcos de luz dorada salían de las ventanas de la sala de estar encima del porche. La vid colgaba seca y marchita sobre el emparrado del fondo del porche, pero de alguna manera lograba ser bella en la fría noche de diciembre. Taeyong esperó hasta que YoonOh le abrió la puerta, y cuando lo hizo, se vio forzado a sacar primero sus piernas para salir porque le incomodaba el cuero.

It was always you [A¦Jaeyong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora