Capítulo XXII

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YoonOh atravesó el dormitorio, sin ser consciente de su desnudez. Mientras, Taeyong yacía ahora si arnés en la cama y contemplaba las muchas cicatrices de su cuerpo, pensando en todos los golpes que habría sufrido durante años. Él tomó un albornoz blanco del armario y se lo puso en silencio.

—Taeyong, tenemos que hablar.

Nunca lo había visto tan serio y recordó lo qué había ocurrido la primera vez que habían hecho el amor en aquella habitación del hotel.

YoonOh se acercó a la cama y se sentó en el borde cerniéndose sobre Taeyong.

—Me temo que perdimos el control. No usé nada.

Taeyong lo contempló sin expresión en la cara.

—No sé lo que sucedió. Nunca he sido tan descuidado, ni siquiera cuando era joven.

Llegó la comprensión y con ella un irracional sentimiento de desilusión ante la idea de un embarazo.

—No tienes que preocuparte. Tomo la píldora—YoonOh nunca sabría qué poco hacía de eso, desde justo después de la noche del avión. El más alto se detuvo en su caminata un momento antes de volver a mirarlo.

—¿Tú puedes...? No sabía que tú...—sacudió la cabeza—pero no es eso, me preocupa algo más que el control de natalidad. Desde hace años no me he acostado con nadie más que con Ten, y mi contrato con los Stars requiere que pase exámenes médicos regularmente. Sé que estoy sano. —Lo miró directamente a los ojos—Pero no sé lo mismo de ti.

Taeyong clavó los ojos en él.

—Has llevado una vida un tanto promiscua —dijo quedamente—No te estoy juzgando, sólo quiero saber que precauciones has tomado y cuanto tiempo hace que te has hecho un análisis de sangre.

Finalmente entendió lo que quería decir. ¿Cómo podía admitir ante este hombre de mundo que una ETS es lo último importante en su mente porque estaba sano desde hace muchos años? Incorporándose, se apoyó en la almohada con un codo y lo contempló a través de un mechón de pelo que le había caído sobre un ojo.

—Te aseguro que sabes como hacer que un chico se sienta bien.

—Esto no es una broma.

—No, no lo es. —Sacó las piernas por el otro lado de la cama y se dirigió a la silla donde YoonOh había dejado caer la camisa del esmoquin. No quería mantener esta conversación desnudo y no se podía hacer a la idea de ponerse su complicada ropa de nuevo mientras él observaba—. No tienes de qué preocuparte. Estoy limpio como una patena.

—¿Cómo lo sabes?

Taeyong deslizó los brazos en las mangas de la camisa.

—Lo sé.

—Me temo que con eso no llega.

—No tienes de qué preocuparte. Créeme—La camisa no tenía botones, solo cintas, se las envolvió dos veces alrededor de su cintura y aseguró los extremos.

—No me estás mirando. ¿Qué me ocultas?

—Nada —mintió.

—Entonces siéntate, y así podremos hablar cara a cara.

—No tengo nada que decirte. Quizá sea mejor que me lleves a casa.

YoonOh se levantó.

—No hasta que hablemos. Me estás asustando.

No sonaba asustado. Sonaba enfadado. Buscó con la mirada algún pantalón a la vista o tendría que meterse en su armario.

—Estaba bien en mi último reconocimiento médico.

It was always you [A¦Jaeyong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora