Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ XIV

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La mejilla de TaeYong estaba pegada al pecho de YoonOh y su pierna retorcida en un ángulo incómodo, pero no le importó. Mientras yacía en sus brazos, su corazón se sintió lleno de gratitud hacia ese tierno guerrero que había hecho que venciera los enemigos de su pasado.

El aire acondicionado siseaba, fuera se la habitación alguien cerró de golpe una puerta.

TaeYong no hablaba porque no sabía qué decir.

YoonOh desplazó su peso rodó a un lado, el más pequeño sintió el aire frío en su piel desnuda mientras él sacaba su brazo de bajo su cuerpo y se sentó al borde la cama, dándole la espalda.

El desasosiego llegó.

–Has estado genial, TaeYong.

Se giró y le mostró una sonrisa falsa con unos hoyuelos faltos de gracia en su atractivo rostro. Un escalofrío lo atravesó como un relámpago mientras se preguntaba si era lo mismo que le habría dicho a todos sus admiradores y conquistas de una noche al terminar con todos ellos.

–Hemos pasado un buen rato, en serio— tomó sus jeans— Mañana es un día importante, hay que madrugar.

Cada parte de su cuerpo sintió un frío helado, su mano se ciñó nerviosamente la la cobija.

–Por supuesto, es tarde, yo...–salió con cuidado de la cama por el lado contrario– Sólo deja que...–agarró su ropa lo más rápido que pudo.

–TaeYong...

–Aquí está, lo tengo todo —Sin mirar ni un segundo atrás, se precipitó al baño. Sus mejillas ardieron de vergüenza, cólera y dolor mientras se ponía la ropa. ¿Cómo algo tan impactante podía tener tan poca importancia para YoonOh?

Trató de respirar con fuerza, sus dientes empezaron a temblar e intentó detener el temblor cerrando con fuerza su mandíbula, determinado a no dejarle saber cuánto le había dolido.

No iba a derrumbarse hasta que estuviera solo.

Cuando salió, vio que se había puesto los jeans. Lo miró fijamente con su expresión culpable y el pelo desordenado.

– ¿Quieres beber algo?

Con la misma fuerza y determinación que lo había mantenido de pie durante años, se giró y le lanzó el feo bóxer a cuadros a los pies.

–Añade esto a tu colección de trofeos, entrenador. No quiero que lo olvides.

Luego se fue.

Cuando la puerta se cerró tras el peliblanco, YoonOh maldijo en voz baja. Por más que quisiera justificarlo, sabía que acababa de actuar como un imbécil de primera. Aun así, se frotó el brazo y trató de decirse a sí mismo que lo que había hecho no era tan malo.

TaeYong conocía las reglas, ¿así que por qué montar un numerito?

Lo más gracioso era que no podía recordar la última vez que había experimentado un encuentro tan satisfactorio como el que acababa de tener lugar en esa habitación; lo asustó porque había sido algo totalmente inesperado. Había algo en esa locura de la inocencia de TaeYong que le había excitado más allá de lo imaginable. TaeYong había sido dulcemente salvaje, parecía auténticamente inocente e inexperto, pero a la vez tan intenso.

Ahora, simplemente pensar en ese cuerpo delgado y dulce hacía que se endureciera otra vez.

Pateó la fea tela cuadriculada que le había lanzado y se acercó al mini bar, donde cogió una botella de cerveza. Mientras la desenroscaba, admitió la razón real de haber actuado tan mal. Se sentía culpable, desde el momento que había visto a TaeYong besándose con Yuta en el bar había comenzado a ver estrellas de un millón de colores diferentes y se había olvidado completamente de Son Wendy.

It was always you [A¦Jaeyong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora