—Quita ese ceño, Yukhei. Asustas a los fotógrafos. —Taeyong apretó el brazo de Wong Yukhei, en una acción inhibidora que era casi tan efectiva como tratar de abollar una barra de hierro. Lee inclinó la cabeza hacia los reporteros. Toda la semana había intentado seguir con su vida, determinado a no dejar que nadie viera su desesperación. Yukhei había sido una buena compañía esa noche, y Taeyong estaba agradecido de que él hubiera estado de acuerdo en actuar como su escolta en la cena de confraternización entre las directivas de ambos equipos, la noche anterior al partido contra los Busan Toros.
Sus ojos se entrecerraron en crueles rendijas mientras fruncía el ceño ante la prensa local y le decía a Taeyong en un suspiro—No quiero que en el vestuario de los Toros aparezca una foto mía sonriendo.
—Demos gracias a Dios de que no haya niños cerca.
—No sé por qué dices eso. Me encantan los niños—El toque de queda de las once de la noche estaba cerca, cuando dejaron la cena y se acercaron al ascensor. El cortejo de Kim Jungwoo por parte de Yukhei no progresaba tan rápido como quería y esperaba que en alguno de los periódicos de Chicago se publicase una foto suya con Taeyong, que haría que el señorito Kim se revolviera de celos.
Taeyong había evitado dentro de lo posible el contacto con YoonOh, esperando hasta esa tarde para volar a Busan y apenas le había dado tiempo de arreglarse para la cena, con un viejo smoking blanco que había comprado para una fiesta de Navidad hacía algunos años. Era completamente blanco, salvo su cintura ceñida por una faja negra sobre la tela blanca de su camisa y la pajarita negra. Yukhei llevaba el esmoquin negro con solapas blancas con una camisa negra de seda y chaleco blanco haciendo resaltar su pelo recién teñido a rojo.
El ascensor estaba vacío cuando lo cogieron, permitiendo que Yukhei continuara con la discusión que había mantenido tres cuartos de hora antes.
—No entiendo por qué todo el mundo piensa que el capitán Ahab es malo. Joder, si no fuera por su pierna, no me importaría que estuviera en mi equipo. ¿No ves que no suelta su presa? Esos son los tíos que ganan los partidos.
Moby Dick era uno de los libros que le había recomendado y que Yukhei había devorado en los meses en que se había intentado superar a sí mismo. No le había llevado demasiado percatarse de que el fútbol a lo mejor había dotado a Yukhei de cosas materiales, pero al mismo tiempo lo había privado de usar su inteligencia. Como Wong era guapo, alto y fuerte, nadie se había molestado en descubrir que también tenía un cerebro maravilloso.
Yukhei mantuvo sus alabanzas al capitán Ahab hasta la puerta de su suite del hotel. Temía estar a solas con sus pensamientos y hubiera deseado que no tuviera toque de queda para poder invitarle a entrar. En vez de eso, le deseó buena suerte con un beso en la mejilla.
—Tritura algunos huesos para mí mañana, Yukhei.
Él sonrió ampliamente y recorrió el pasillo con sus enormes zapatos. Suspirando, Taeyong cerró la puerta. Kim Jungwoo era tonto si no lo agarraba rápidamente.
El teléfono sonó. Taeyong se sacó la pajarita y se sentó en el sofá de la habitación para contestar.
—Hola.
—¿Dónde diablos te has metido toda la semana?
Los bordes de sus uñas rompas se clavaron en la palma de su mano. Cerró los ojos con fuerza ante la fría oleada de dolor que la recorrió.
—Hola a ti también, entrenador.
—Pasé por tu casa el martes por la noche para poder vernos antes de salir para aquí, pero Donghyuck me dijo que ya te habías ido a la cama. Estabas en una entrevista cuando llamé el jueves a la oficina y también el viernes, y no me cogió nadie en tu casa ayer por la noche. Voy a tu habitación.
ESTÁS LEYENDO
It was always you [A¦Jaeyong]
Hayran KurguLa conservadora Seúl no está preparada para Lee Taeyong - el chico más moderno y escandaloso que acaba de heredar el equipo de fútbol Seúl Stars -. Y TaeYong definitivamente no está preparado para el entrenador estrella de los Seúl Stars, Jung YoonO...