Una persona linda tiene que estar rodeada de otras personas lindas, tiene que tener amigos lindos y una novia o novio lindo; siempre fue y siempre será así, porque al fin y al cabo todo es por apariencia.
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⌦ ִֶָ ꜝꞌ⠀Los personajes de...
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—El rosa y verde van de la mano, piensa en las sandías. La combinación de sus colores es hermosa. —asentí a las palabras de Mitsu aún sin entender completamente, logrando así que un suspiro saliera de ella. —No lo comprendes, ¿verdad?
—Solo sé que blanco y negro van con todo. —añadí.
De camino a la escuela las charlas sobre temas varios eran costumbre, hoy tocó paleta de colores a petición de mi queridísima amiga luego de pasar por una frutería y ver a un niño salir comiendo una sandía.
La semana iniciaba de la forma que más disfrutaba, con hora libre dada la falta de profesor.
Por lo que con Mitsu decidimos jugar unos juegos de celular que recientemente había descargado; como el mismo era de un solo jugador nos turnabamos un nivel cada una. En medio de la victoria a esa dificultosa partida mi querida amiga llamó mi atención señalando la entrada, dirigiendo mi vista a aquel lugar divisé a un peliverde recostado en el marco de la puerta. Entregué el artefacto tecnológico a la rubia frente a mí para que continuase mi legado y fui hasta el mayor.
—¿Hora libre? —preguntó observando a la clase dispersa. —Nana me pidió que te entregara esto.
Rebuscó en su bolsillo derecho y de éste sacó un ticket dibujado con crayones de colores firmado por la Nanashima más pequeña.
—Al parecer la clase de Kirari hará una pequeña obra teatral, originalmente solo podrían ir dos personas por alumno, ya que será en el gimnasio de la escuela y no hay mucho espacio. Sin embargo... —como si de magia se tratase, ese único boleto se multiplicó a siete.
—No conquista el mundo solo porque no quiere. —aplaudí levemente al ingenio de la infante.
—Nana me dijo lo que sucedió entre ustedes, no quiero entrometerme pero él está mal desde entonces. —soltó de un momento a otro. Ya había pasado más de una semana desde la última vez que hablamos y si bien una parte de mi lo extrañaba, otra aún se sentía molesta por la impulsividad de sus palabras frente a la persona menos indicada.
—Compré unos ositos de gomita esta mañana. Son tus favoritos así que puedes tenerlos.
Tomando el paquete, pasó su vista de él a mí. —De hecho, son los favoritos de Nana.
—No, no. Estoy segura de que son tus favoritos. —insistí a lo que el rió un poco. —¿Qué?
—Ambos son similares a su manera. Esto también es de su parte, o mejor dicho "de la mía". —ahora sacó un paquete de mini galletas con chispas de chocolate de su bolsillo izquierdo.
