· C i n c o ·

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N A R R A  J A X

—¡Oh, Dios mío! ¡Es mi Taylor!

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—¡Oh, Dios mío! ¡Es mi Taylor!

Pegué un bote en el asiento ante el estruendoso grito de Olivia. Estábamos a punto de llegar a nuestro destino, y yo navegaba perdido en mis pensamientos con el piloto automático puesto para seguir la carretera.

—¡Sube el volumen, Jax! —Volvió a gritar.

Aunque no sé por qué, ya que ella misma se estiró sobre el asiento y movió la ruleta del volumen hasta el máximo. Contuve la tentación de soltar el volante y taparme los oídos.

—¡Baja eso! —Exclamé con dolor.

Fue una petición en vano. Ni siquiera estoy seguro de que Olivia me escuchase. Ya estaba moviendo la cabeza, saltando prácticamente en el asiento y cantando en voz casi tan alta como la música.

Y no, Olivia no cantaba lo que se dice bien.

Sin embargo, antes de que pudiese frenarlo, me di cuenta de que mis labios estaban formando una sonrisa.

¿Cómo era posible que me gustase tanto esta chica? Era escandalosa, demasiado curiosa en ocasiones y extremadamente cabezota.

Pero también era, sin lugar a dudas, mi mejor amiga.

Observé por el rabillo del ojo cómo seguía cantando, hasta que de pronto comenzó también a mover los brazos y cantar a pleno pulmón, como si sintiese la canción. Se volvió hacia mí, y aunque me sonrió unos segundos, gesticulaba con los ojos y apuntaba hacia el infinito con el dedo índice. Como si en realidad me señalase a mí.

Y presté atención a la letra.

"And maybe we got lost in translation

Maybe I asked for too much

But maybe this thing was a masterpiece 'til you tore it all up

Running scared, I was there

I remember it all too well"

Y quizás nos perdimos en la traducción.

Quizás pedí demasiado.

Pero tal vez todo esto fue una obra maestra hasta que lo fastidiaste todo.

Corriendo asustada, allí estaba yo

Lo recuerdo todo muy bien.

Una parte de mí sabía que solamente estaba viviendo la música porque amaba a Taylor Swift.

Otra parte de mí solo pensaba en el momento en el que meses atrás, yo lo arruiné todo.

Cuando me dejé llevar por el miedo y rompí lo que sea que tuviésemos, que aunque no tenía nombre, era algo especial.

Cuando hice daño a mi mejor amiga, y a la chica que quería.

Cuando todavía no me había dado cuenta de lo importante que era para mí, ni del poder de los sentimientos. Esos que no podemos controlar aunque nos empeñemos.

Una Perfecta Despedida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora