Dije sí.
Y todo se convirtió en un desastre desde entonces.
Jax estaba agobiado con el restaurante estrella michelín y con el nuevo a punto de abrir.
Yo pasaba casi todo el tiempo en la agencia de viajes, tratando desesperadamente de que funcionase lo mejor posible. Por fortuna, dio sus frutos. No era la mejor agente de viajes del lugar, pero me defendía bastante bien.
Después estaba Tony, que quería celebrar una boda por todo lo alto. Prácticamente insinuó que hipotecaría la casa para pagarla, lo que era una auténtica locura.
Tía Jenna insinuaba que quería verme vestida de princesa, acompañarme a escoger el ramo, los pasteles, la lista de invitados...
Y Jax y yo sólo queríamos algo sencillo y que no se convirtiese en un quebradero de cabeza. Creo que no hubiese sobrevivido al evento si no fuese por mis mejores amigas y lo mucho que me ayudaron.
A ver, tenéis razón... Soy un pelín exagerada. Nada fue realmente un desastre. Jax y yo estábamos super felices aunque atareados, pero la situación se nos escapaba de las manos y tuvimos que poner un stop.
Versionando la famosa frase de Tony:
"Mi boda, mis reglas".
Y, afortunadamente, eso conseguimos... más o menos. En algo había que ceder.
—Olivia, estás preciosa. Una auténtica princesa.
Miré a mi tía a través del reflejo en del espejo. Estaba sumamente emocionada y se llevaba la mano al pecho, engalanada en su elegante vestido de raso morado, como todas mis demás damas de honor.
Sí, había accedido a tantas cosas en esta boda como para llegar a tener damas de honor, pero no me arrepentía de nada. Me ayudaron tanto que nada de lo que estaba sucediendo y tanta ilusión me hacía, sucedería sin ellas.
—Parece que ha llegado el día —susurré.
Ella trató de serenarse aunque me doy cuenta de que le cuesta.
—¿Estás nerviosa?
—No tanto como tú, según parece.
Me volví hacia ella con una sonrisa y entonces me di cuenta de que había lágrimas en sus mejillas.
—Tía Jenna, ¿estás llorando?
—Son las hormonas —replicó pasándose la mano por la mejilla y abanicándose las pestañas.
—¿Cuales? ¿Las de la menopausia?
—Niña insolente...
Pero me plantó las manos en los hombros y me obligó a girarme de vuelta al espejo.
—Mírate —susurró en mi oído—. Igual de radiante que tu madre.
Le hice caso y observé mi reflejo en el espejo. No accedí nunca a comprar un vestido carísimo de novia, pero no me arrepentí para nada de mi decisión.
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Una Perfecta Despedida ©
Teen Fiction· Última parte de "Una Perfecta Equivocación" · · Contiene escenas +18 · Todo empezó cuando Olivia manda por error un mensaje al chat grupal donde está toda su clase, diciendo con qué chico se casaría, a quien besaría y a quién mataría. Éste último...