La luna brillaba en lo alto del cielo nocturno. Una creciente menguante, caída como una sonrisa espeluznante. Aun así, daba suficiente luz para ver el fondo del arroyo, a través del agua.
Bañarse en medio de la naturaleza y en la noche, ya se sentía como algo mágico, pero algo mucho mas fantástico, era la forma en la que Bryn podía calentar el agua que le rodeaba. Su piel emanaba vapor y el agua empezaba a burbujear, como si alguien estuviera haciendo un cocido con ella dentro. Los peces la esquivaban y ella movía sus brazos como una suave y dulce danza.
Enseguida que escuchó varias ramas crujir, paró y se puso alerta, tensando su cuerpo. En la orilla más cercana, un peliblanco se quitaba si camisa hacia arriba. Bryn se asustó y se metió en el agua hasta la barbilla, dándole la espalda y tapándose sus pechos con ambos brazos.- Capitán... No sabía que le gustara bañarse a media noche, si me lo permite, me retiraré rápidamente.
- Sí, prefiero por el día, pero tengo que hablar contigo.- se terminaba de desvestir y entraba al agua.
- No creo que sea un momento adecuado para eso, capitán...- él se acercaba a su espalda.
- Cualquier momento es bueno, además, me tiene que enseñar a utilizar esto.- pasó su mano por encima del hombro de la chica, enseñandole un trocito de jabón que agarraba.
- ¡Griffith! ¡¿Qué haces?! ¡No deberías estar tan cerca!- se alejó con la cara colorada. Él rió.- ¡¡No te rías!!
- Me gusta cuando me tratas así de osada.- ella lo miró, finalmente, con sus ojos espantados, dándose cuenta de sus palabras.
- No era mi intención, capitán... Es que me asustó su cercanía.
- Tranquila, acabo de decir que me parece bien.
Ella pasó sus pupilas por su rostro de porcelana tan perfecto y después siguió hacia abajo. No miraba su esbelto y tonificado cuerpo, sino que quedó plasmada por algo que el chico llrvaba colgando de su cuello. Ella se acercó sin dejar de mirarlo.
A ambos le llegaba el agua por el ombligo y cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Bryn ahora solo tapaba sus pequeños pechos con un brazo. Con su otra mano sujetaba aquel huevo rojo con narices, bocas y ojos esculpidos en él. La cara de la chica era neutral, como si se estuviera acordando de algo que pasó tiempo atrás.
- ¿Te gusta?- preguntó Griffith después de un rato.
Ella lo soltó con delicadeza y se volvió a alejar agachándose más.
- Sí, bueno, parece una baratija. Pero es bien raro.- ella le quitó importancia.
- ¿Tan raro como tú?- él sonrió y ella arrugó su cara.-De todas formas, ¿Porqué parece que el agua se calienta cuándo estás cerca?
- Será tu imaginación.- se encogió de hombros.
- Sí, seguro es eso.- levantó la pastilla de jabón, sonriente.- Y bueno, ¿cómo utilizo esto?
- Preguntas más que un niño pequeño, dame. Tienes ronchas en tu cuello y espalda.
Ella le quitó el jabón de las manos y se pisicionó detrás de él para empezar a frotar en sus heridas.
- ¿De qué querías hablarme?
- Tengo un plan en mente que sólo tú puedes llevar a cabo.
- ¿Contra el enemigo te refieres?
- Sí, hace una semana apresanos a un espía bajo nuestras tropas, pero otro escapó. Según ese individuo, el enemigo ya debería saber datos bastante importantes sobre nosotros. Tienen descripciones exactas de nuestros tenientes y capitanes, el número exacto de activos en lis escuadrones y cuentas de armamento. Eso no les va a hacer ganar, pero sí les dara ventaja sobre nosotros y necesitamos ser precavidos. De la única que no saben, es sobre ti, llegaste después. Quiero que te infiltres en el enemigo y nos hagas ganar tiempo.
- ¿No tenías hombres ya cerca del enemigo? Por cierto, ¿te vas a lavar el pelo?
- No pueden avanzar mucho sin ser percibidos, me refiero a que te infiltres en el castillo de los Tudor. He escuchado que también están llevando acabo secuestros sospechosos por pequeñas aldeas. Necesitamos la mayor información posible.- su cara cambió a una más infantil y sonriente.- Si me lo lavas tú, sí.
Ella agarró su cabeza y lo empujó hacia abajo, hundiéndole en el agua y sacándolo enseguida, como un bautizo.
- He tragado agua, me podrías haber avisado.- Griffith arrugaba su cara.
- Si quieres que te trate tal y como me salga, te tendrás que aguantar.
Empezó a frotarle la cabeza al albino como sifuera una madre quitándole los piojos a su hijo.
- Oh... Parece espuma de mar...- él cogía en sus palmas las burbujas que creaba el jabón.- ¿De dónde vienes? Las cosas que llevas contigo, son muy extrañas.
- Vengo de un reino oriental, bastante alejado de aquí. Somos muy diferentes a tu gente, no sólo físicamente, pero ya a veces no consigo acordarme de cómo era la vida allá.
- ¿Por qué te marchaste?- él giró su cabeza un poco para poder mirar la cara de la chica de reojo.
- Tuve que dejar mi hogar... Para poder alcanzar mi sueño.- sonrió algo apenada y asintiendo.
Griffith se sorprendió e iba a preguntarle algo más, pero cuando se quiso dar cuenta, ella lo volvía a meter debajo del agua. Lo hizo varias veces para quitarle toda la espuma del pelo.
- Ahora te quedas mirando hacia allá un momento hasta que yo te diga.- le susurró al chico.
Ella salió del agua con el capitán dándole la espalda y se colocó su gran capa morada de terciopelo, tapándose así todo su cuerpo desnudo.
- Acepto lo de ser tu espía, dije que no me subestimaras y me has dado una buena oportunidad para demostrártelo, no te drefraudaré.
- Me alegra oír eso.- se miraron sonrientes. El muchacho parecía una especie de elfo y la chica una bruja algo malvada en aquella escena.
- Buenas noches, capitán.- ella ya se marchaba y él asintió.
Griffith pretendía quedarse solo un rato más para pensar, pero al poco tiempo, también se fue a la cama. En cuanto Bryn había salido de aquel arroyo, el agua volvió a su temperatura helada. Quizás era una casualidad o se quedaría como un enigma, pero él solo lo aceptó sonriendo para sí mismo.
"cadenas invisibles, reteniéndome, cada vez más oxidadas y frías."
ESTÁS LEYENDO
Legendary Lovers (Griffith × OC) [Berserk]
Fanfiction"Un lugar que nunca nadie se atrevería a imaginar, en donde el tiempo fluye en armonía, un lugar al que puedes llamar hogar. En el que no hay más mentiras, ni más oscuridad; en dónde nadie llora y sólo se ven mariposas. Te llevaré hasta allí. Ese es...