Corrimos juntos hasta llegar a la oficina del Hokage, en el camino le expliqué mi plan, infiltrarme en Yukigakure y tomar esa carta. Al estar en la ventana observé al Hokage y hablé dándole un susto.
—Hokage-sama —lo llamé y también capté la atención de Shikamaru, qué al verme con Shikadai alzó una ceja confuso.
—Ah, ¿qué ocurre? —cuestionó levantando unos papeles que se habían caído.
Le expliqué el mensaje que mi madre me había dejado en la carta, y que debía ir a la aldea de la nieve, el rubio se mostro incrédulo pero no me interrumpió. Al terminar de hablar soltó un suspiro.
—Akemi, acabamos de convencer al Daimio de que no te encarcelaran, ¿y tu quieres regresar a ese lugar? —farfulló frunciendo el ceño, iba a hablar pero se adelantó—. Haya no tengo el poder para protegerte, y no dudaran en atraparte si te ven. ¿No puede ir alguien más?
—Solo yo sabré donde buscar —la expliqué incomoda.
—¿Y si vas con Sasuke? —ofreció Shikamaru.
—Debo ir sola o con alguien de mi edad, la única manera en la que puedo entrar sin ser detectada es por un pasadizo ANBU pero solo está permitida la entrada a los niños, todo eso lo controlan niños y adolescentes, es una entrada confiable —le aseguré entrelazando mis manos, los recuerdos de esa zona siempre me causaban escalofríos.
Los dos adultos cruzaron miradas dubitativos, el Hokage pasó una mano por su cabello y me observó, luego a Shikadai. El chico a mi lado suspiró aburrido y habló de manera muy perezoso.
—Bueno, puedo acompañarla si quieren. Me aseguraré que no se meta en problemas —murmuró cruzándose de brazos—, podemos pasar por el bosque Nara, así estaremos seguros.
—Aún así es riesgoso —insistió Naruto cruzándose de brazos—. Pero eres igual de terca que Sasuke así que no podré evitar que vayas, ¿cierto?
Asentí avergonzada, iba a ir con el permiso del Hokage o no.
—Bien, puedes ir —murmuró derrotado—. Pero debes mantenerme al tanto de todo. Escuche que ahora tienes uno de los cuervos de Itachi, lo usarás para darme un informe sobre todo lo que pase. Tienen cinco días para ir y venir, si algo pasa y no regresan los vamos a buscar —explicó con una mirada seria—. Deben pasar desapercibidos, nadie debe saber quienes son.
—Saldrán mañana al amanecer —comentó Shikamaru con seriedad.
—Está bien. Con su permiso, nos retiramos, Hokage-sama —Hice una pequeña reverencia al igual que Shikadai y nos acercamos a la ventana.
—Shikadai, tu quédate —dijo el Nara con una voz que me causó escalofríos.
Me despedí el chico y salí de la oficina. Al llegar a la posada un ardor incontrolable se hizo presente, rasqué mis ojos desesperada y sentí como caí al suelo y me golpeé con la esquina de algo, sentí un liquido caliente brotar de mi espalda y mis ojos.
Intenté abrirlos pero solo había una interminable oscuridad, toqué la fría madera y gateé hasta tocar mi cama, de pronto escuché un graznido, sentí que por fin mi cabeza dejaba de palpitar y mi respiración se calmaba.
—Heiwa... —mascullé con debilidad.
El cuervo voló hasta que sentí como se posaba frente a mi y dejaba caer un pañuelo, lo tomé y lo pasé por mi rostro, y sentí que se hacia más pesado. Poco a poco mi vista se normalizó, alcé la cabeza y sonreí aliviada, pero rápidamente cambié a una mueca por el dolor de mi espalda.
Como pude envolví la herida, pero el ardor no paraba. Al terminar observé la ventana, ya había anochecido.
Me acerqué a Heiwa que estaba en el marco observándome, acaricié su cabeza y miré el cielo, ¿por que cada día se veía más gris? era tan deprimente.
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Patadas de Ahogado「Shikadai Nara 」
Fanfiction↬ Nunca podrás amarme realmente si no te amas a ti primero... → El libro contiene temas sensibles como: Baja autoestima, depresión, ansiedad, tortura, tortura psicológica, entre otros.