29. Las etapas de la vida

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Al llegar al gran centro comercial quedé boquiabierta, todo era tan genial y habían millones de cosas. Lastima que apenas tenía dinero, jamás creí que mi dinero se acabaría tan rápido, debía dejar de comer dulces o quedaría en quiebra.

Cuando entramos a una tienda de ropa Chōchō y Sarada me recomendaban que comprar, pero nada me llamaba realmente la atención. Hasta que encontré un atuendo con el que quedé fascinada.

Era una camisa sin mangas roja larga que se abría en la parte inferior y traía un short negro, me lo probé y las tres estábamos de acuerdo en que tenía que comprarlo. Al salir con la bolsa en mano seguimos caminando hasta llegar a otra tienda de ropa.

—¿Te gustan los vestidos, Akemi? —me preguntó mi prima llamando mi atención.

—Jamás he usado uno, pero me gustaría —comenté nerviosa.

—¿Qué te parece ese de ahí?

Sonreí al ver el vestido, era hermoso. Miré nuevamente a Sarada y hablé.

—Es muy lindo.

—Ve a probártelo, te esperamos aquí —sugirió Chōchō tomando mi bolsa y llevándome al probador con el vestido.

Al verme en el espejo tapé mi boca de la emoción, me sentía tan linda con el vestido floreado, es escote cuadrado y las mangas abullonadas me quedaban bastante bien, y como era largo y se ajustaba en la cintura me hacía ver un poco más alta, y amaba la abertura en la pierna.

—¡¡Te ves hermosa!! —chilló Sarada cuando salí del vestidor.

—Gracias —murmuré con las mejillas ligeramente rojas—. Pero no creo que pueda comprarlo, es muy caro —comenté avergonzada.

—Nosotras lo pagaremos, tómalo como un regalo de bienvenida.

—Chōchō, llegué hace diez meses ya.

—No importa, un regalo es un regalo.

Cuando llegamos a la casa nos fuimos a la habitación de Sarada, hablamos de maquillaje y a veces bromeaban con que Shikadai me gustaba. Luego de almorzar Chōchō se fue, me di una ducha y me coloqué el vestido.

—¿A donde vas así de arreglada? —cuestionó Sakura con una pequeña sonrisa.

—Iré a visitar a un amigo, tía. Regreso más tarde.

—Está bien, cuídate, linda. Te dejaré la cena lista para cuando regreses.

Mientras que paseaba por la aldea observé un par de tiendas de bisutería, hasta que encontré lo que buscaba, vendían pulseras de la amistad. Quería regalarle una a Takeshi ya que siempre se quejaba con que no le regalaba nada, sabía que solo bromeaba, pero deseaba darle un regalo.

Al llegar al parque lo vi comiendo una bolsa de gomitas, me acerqué con sigilo y se la quité comiendo las últimas que quedaban.

—¡¡Oye!! —chilló irritado.

—Estabas comiendo a mis espaldas, ¡traidor! —Lo señalé luego de tragar el dulce.

—Jamás haría eso, Kame —comentó ofendido.

—Si, claro —Al recordar las pulseras me acerqué—. Por cierto, te traje un regalo.

—No te creo, si ni tienes dinero —Fruncí el ceño e hice un mohín.

—Ahora no te doy nada, por odioso —farfullé aproximándome a las bancas.

—Oh, vamos. No seas así, Kame —Se sentó a mi lado con una sonrisa divertido.

—Toma, te traje una pulsera de la amistad —murmuré entregandole la pequeña pulsera y aparté la mirada al sentir mis mejillas rojas.

—¡¡Ay, que lindo!! Pensé que no me querías.

Patadas de Ahogado「Shikadai Nara 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora