22. Hyūga

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Arrugué el entrecejo confusa, ¿mi brazo?

Al ver sus ojos sentí un pequeño escalofrío, ya sabía quien era. Esos ojos blancos al igual que su cabello jamás podría olvidarlos, y tenía la misma sonrisa arrogante de hace seis años.

—Oh, mucho mejor, sin cicatrices, por cierto —comenté con una pequeña sonrisa—. Pero no podría decir lo mismo de tu ojo.

Su mueca se borró rápidamente, le di en su punto más débil. Su ojo derecho tenía una cicatriz un poco grande que no se notaba mucho por su flequillo y su banda.

—Él es Takeshi Hyūga.

Jamás podría olvidar ese nombre, jamás podría olvidar lo que sufrí por su culpa.

Aparte la mirada y el Hokage continuó explicando la misión, luego, cada uno fue a buscar las cosas para después encontrarnos en la entrada de la aldea. No podía ser posible que tendría que estaría tres días con él.

Podíamos usar un tren pero era una misión secreta. Nadie, aparte de los Kages, podía saber nuestra posición.

Tomamos un sendero poco concurrido para evitar que nos vieran, ninguno de los dos dijo algo, pero así era mejor, no quería escucharlo.

—Pensé que estabas muerta —comentó aburrido.

—Y yo pensé que te habría arrancado un ojo, los dos nos equivocamos, tristemente —farfullé sin mirarlo.

—Deberías de tener cuidado con lo que dices —me advirtió con una voz más seria.

—Lo mismo digo, imbécil.

Paré de golpe cuando lo vi frente a mi, tenía un kunai a pocos centímetros de mi ojo derecho. Ni siquiera me había dado cuenta de cuando se movió.

—Siendo sincero, no desaprovecharé está oportunidad para vengarme por lo que hiciste —Lo acercó lentamente.

Intenté mover mis manos pero era imposible, bajé la mirada y me percaté que me había inmovilizado las muñecas. Volví a mirarlo buscando alguna manera de alejarlo.

—Suerte intentando hacerme algo —Sonreí con malicia al saber que hacer.

Alejé un poco mi cabeza y pateé su estómago haciendo que chocara contra un árbol. Luego me acerqué y me hinqué frente a él sosteniendo su cabello.

—¿Acaso no sabes quien soy? —cuestioné frunciendo el ceño— Soy Akemi Uchiha, hija única de Itachi Uchiha y Shinku Ōtsutsuki, además soy la actual Princesa del Dragón de Fuego; si crees que con un simple kunai vas a hacerme daño, estás muy equivocado.

Lo solté soltando un suspiro, no servía de nada pelear. Me levanté y le ofrecí mi mano, Takeshi solo me observó con desdén y de un manotazo la apartó levantándose por su cuenta.

—Se nota que eres la decepción del clan —murmuró con dificultad.

—No te podría quitar ese puesto.

Al caer la noche hicimos  una pequeña fogata y nos sentamos frente a frente. El silenció era cómodo, al menos para mí, me sentía tan bien sin escuchar su voz, pero no duró mucho hasta que él idiota volvió a abrir la boca.

—Voy a hacer guardia, ve a dormir —comentó desabrochando el cinturón de su tantō.

—Paso, mejor los dos nos quedamos despiertos —mascullé sin dejar de afilar mi kunai.

—¿Acaso me tienes miedo?, Princesa.

—Claro que no, pero no quiero amanecer sin un ojo.

Al quedar de nuevo en silencio observé el bosque, todo era tan tranquilo. Miré el cielo pero la luna no estaba por ningún lado, me recosté en el árbol detrás de mi y le eché un corto vistazo a Takeshi, estaba concentrado en sacarle filo a su tantō con una roca.

Patadas de Ahogado「Shikadai Nara 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora