-Satoshi— habló Lusamine— ven, siéntate—indicó señalando una de las sillas desocupadas. Él la miró algo preocupado, dirigió una última mirada a la puerta del restaurante y suspirando tomó asiento junto a Lilie, con las manos bajo el mentón y los codos en la mesa en una pose de seriedad sonrió y finalmente habló de nuevo—tú también— sus palabras fueron dirigidas hacia Koharu, quien estaba dirigiéndose de mala gana a la puerta, al escuchar a la presidenta dio la vuelta mirándola confundida— tú también, toma asiento—.
La miro con duda, esta situación era sobre todo extraña— no seas terca— con los ojos en blanco se dirige a la mesa y se sienta algo confundida.
El sonido de las palabras inundó la mesa y el sonido de las olas el pequeño pueblo.
Los gritos eran adoloridos, él se encontraba arrodillado en el suelo, sus manos sostenían su cabeza tan fuerte que sus uñas empezaron a cortar su piel, el sudor en su rostro y su respiración agitada hacían el ambiente más pesado.
Sus ojos enfocaron unos pies delante suyo, ¿Quién era? No lo sabía. ¿Qué estaba pasando? No lo sabía. ¿Cómo terminó de tal forma? Tampoco lo sabía.
Unos rastros empezaban a marcar su piel. Lágrimas. Sonidos propios que inundan sus oídos. Gritos. Uñas perforando la piel. Dolor. Olor metálico inundado su nariz. Sangre. Pasos rápidos se dirigieron a él, manos tomaron sus muñecas y lo sacaron de su posición en un tirón brusco.
Ojos azules chocaron con los de la adulta. Su madre. Ella empezó a agitarlo mientras le gritaba. Más él no podía oír. Aunque quisiera, sus oídos no podían enfocar sus palabras. Demasiado cansado. Ojos cansados fijan la vista a su madre mientras esta lo lanza hacia atrás golpeándolo con la pared. Dolor. Eso es lo que percibe su cerebro al sentir la mano de aquella madre contra su rostro. Negro. Es lo que sus ojos ven al sentir su cabeza contra el suelo.
El cansancio no es algo nuevo para él, es más, lo persigue desde pequeño y ha aprendido a vivir con ello.
Una canción de cuna siempre resuena en su cabeza, tan hermosa, tintineante y suave como una caricia leve en su corazón. Su rostro se siente caliente, algo lo acaricia, los párpados se sienten pesados, sus ojos se abren lentamente aleteando como las alas de una mariposa en planeaciones, ojos azules adaptándose a las escalas de color gris en la habitación, una luz choca, y una figura se interpone entre esta.
Hay una sensación húmeda y fría en su rostro su textura suave se asemeja a la de un pañuelo, sonríe ante la sensación tan embriagadora del frío pañuelo contra su febril rostro. Manos suaves tocan su frente midiendo su temperatura.
—¿aún te sientes afiebrado? — preguntó una voz gastada y amable, un asentimiento débil fue más que suficiente para volver a humedecer el pañuelo y repasarlo por su rostro.
Poco a poco los tonos rosados de su rostro empezaron a desvanecerse y la fiebre disminuía, sus ojos se abrieron nuevamente, sus pupilas se dilatan en la oscuridad al tratar de enfocar los objetos a su alrededor, se sintió con las fuerzas suficientes así que se arrastró en la cama para sentarse.
Su respiración era profunda y tranquila, algo en su rostro era incómodo así que dirigió su mano hacia una de sus mejillas, había una especie de algodón con cinta en ella, sigilosamente se lo despegó sin temor.
Unos pasos fuera de su habitación llamaron su atención eran suaves y gentiles como si el suelo de nieve se tratase, la perilla empezó a girar y con ella la puerta se abría, una cabeza se asomó al cuarto, la luz en contra no dejaba ver bien el rostro, pero su estatura baja y el cabello extremadamente corto le dio a entender que se trataba de su abuela.
Una suave sonrisa era visible entre la oscuridad, su abuela abrió la puerta lentamente para entrar con cuidado para luego volverla a cerrar y acercarse a él.
Se sentó a su lado y con una pequeña melodía que emanaba de ella acarició la mejilla donde se encontraba antes el algodón, la zona estaba enrojecida y al contacto con la piel no dolía, sus caricias eran suaves y ligeras como una pluma. Al sentir las caricias las lágrimas empezaron a botar de aquellos ojos oceánicos, ella se acercó abrasándolo y con la misma melodía empezó a acunarlo esperando su calma.
La canción es aún audible en su cabeza entre las olas del mar, ha estado repitiendo aquella melodía tantas veces que no podría contarlas, su abuela se la había cantado desde hace tanto tiempo... mentiría si dijera que hay mas acciones que lo calmen de tal manera.
Su nariz ardía con picor y su visión estaba cada vez mas nublada, poco a poco un rastro apareció en sus mejillas junto con una respiración agitada. Las lágrimas corrían y su respiración se entrecortaba cada vez más. Sus brazos abrazando sus rodillas, las cuales permanecían pegadas a su pecho, el abrazo era cada vez mas fuerte y sus uñas se clavaban a los brazos tratando de aguantar las lágrimas y controlar su respiración.
El viento se hacía cada vez mas fresco y suave mientras Gou respiraba profundamente, sus ojos levemente rojos miraban fijamente al mar, una mirada perdida en el paisaje. No sabe cuánto tiempo estuvo allí, pudieron ser minutos u horas.
Lo único que esperaba era poder al fin montarse en ese tren y dormir todo el camino hacia la isla de la corona, sentir a nieve caer en su rostro y distraerse capturando pokemon.
—¿Gou? —
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aaaaaahhh...
no pedo justificar el por qué de dos semanas sin subir un capitulo, pero si puedo decir que mi imaginación se ha acabado ;)
pensaba incluir la isla de la armadura en el fanfic pero eso no podrá ser, bueno, eso no le quita todas las escenas fluff que van a haber :3
para disculparme les dejo un fan-art reciente de Gou
publicado el 13 de diciembre del 2021
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Luz de luna
AléatoireEsta es una historia sobre el ship de Gladio y gou, si no te gusta por favor no hay necesidad del hate, pero si sientes curiosidad bienvenido seas y espero que esta historia te atrape. Los personajes de historia canónica pertenecen a la serie de ani...