Briana volvió a alzar la mirada sobre el grupo al otro lado de la pista. Él estaba allí, y como siempre, ni siquiera sabía que ella estaba a tan sólo unos metros de distancia. Sus ojos se entretenían admirando el cuerpo masculino, mientras su corazón se comprimía un poco más. Aquel cabello de largos y suaves rizos castaños, habían estado entre sus dedos. Había saboreado la miel de aquellos experimentados labios, había sentido aquellas grandes y rudas manos aferrando sus nalgas con firmeza, había sentido la presión de sus caderas contra su vientre. Una sola vez había estado entre aquellos fuertes brazos. Para ella fue un momento que no podía olvidar, pero para él, para Jed “the wolf” Lake, ella sólo había sido una de tantas con las que pasar un rato, y casi ni eso. En aquella ocasión, Jed tenía tantas cervezas encima, que no recordaría nada de esa noche de fiesta. Tan sólo una más. Aún no entendía por qué seguía torturándose con aquella estúpida obsesión, que la obligaba a perseguirle como una fan adolescente. Dos años habían pasado, dos años sin conseguir siquiera que recordara su nombre. Oh, sí. Su cara sí que la conocía, pero no iba asociada a ella, sino a “la prima de Youngquest”, le quedó bien claro aquel verano, cuando Jed estuvo en la ciudad, tanteando su futuro con los Sydney Rooster. Él finalmente lo había conseguido, había firmado un contrato para esta temporada. Algunos de los miembros del equipo habían hecho una especie de fiesta de bienvenida, o algo así, nada especial, una barbacoa en la casa del entrenador. Parecía más una reunión familiar, que una jornada de convivencia para un primer contacto entre los nuevos fichajes y los veteranos. Briana acompañó a Chris y a Nick como familiar, Jed era allí uno de los novatos. Después de algunas cervezas, montaron una tangana de partidillo, y fue ahí donde sus sueños se resquebrajaron y rompieron. No fue porque sintiera los brazos de Jed derribarla al suelo mientras intentaba no perder el balón. No, fue cuando él le apretó la nariz de una manera infantil antes de ayudarla a levantarse del suelo. Y sus palabras, sus condenadas palabras, las que se había grabado a fuego en su mente.
- Este es un juego para mayores, pequeña Youngquest.-
Y después había trotado hasta tomar de nuevo su posición en la formación del equipo contrario. Si, pudiera ser que Briana pareciera más joven con aquel aspecto. Jeans, una sudadera, una cola de caballo en su cabeza, y nada, absolutamente nada de maquillaje. No como aquella rubia con airbag incorporado que sonreía a su lado. Briana no estaba en aquella división.
- ¡Vamos, Bree!, la noche aún es joven.-
Sintió el brazo de Olivia enredarse en su cuello, mientras la sacudía contra sus perfectas… si, esas innombrables que todas las demás tenían en exceso.
- ¿Quieres bailar?.-
Olivia no sopesó la pregunta, tan solo la agarró del brazo, y tiró de ella hacia la pista. Briana no quería arruinar su noche también, Olivia la había seguido a aquel lugar. Briana la había llevado, porque sabía que los jugadores más jóvenes se dejaban caer por allí de vez en cuando, como aquella noche.
Siempre la había gustado bailar, cuando lo hacía, se evadía por un momento de todos sus problemas, solo existía la música y su cuerpo. Pero hacerlo allí, esperando a que los ojos apropiados se fijaran en ella, le quitaba toda la diversión. Además, no conseguía nada de él. Las miradas de los chicos pasaban por encima de ella para posarse sobre su amiga. Y la envidiaba por ello. Olivia tenía todo lo que los chicos querían; largas piernas, tetas grandes, faldas cortas, y sobre todo, inhibiciones cero. Briana sólo podía intentar parecerse a ella, sólo intentarlo. Su amiga podía aspirar a conseguir a cualquier hombre que deseara, y sabía que andaba detrás de su primo Chris, no era tonta. Podría parecer una niña, pero no lo era, sabía leer entre líneas, y Olivia siempre aparecía cuando la oportunidad de ver a Chris estaba cerca. Que en aquel momento, lanzara miradas seductoras al grupo en el que estaba Jed, no la incomodaba más de lo debido. Al fin y al cabo, no había confiado lo suficiente como para decirle que le gustaba, y saber que tenía a Chris en su objetivo la tranquilizaba.
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Una nueva cazadora
RomanceLa venganza puede ser un objetivo, pero nunca será un final. Elsa vio en la venganza una salida a su resentimiento, acabar con aquellos que se llevaron la vida de su mejor amiga. Pero el destino es caprichoso, y pone en tu camino lo que no estás bus...