Capítulo 30

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Chris sentía los labios de Elsa deslizándose por su piel, sus manos acariciando su torso, descendiendo concienzudamente hacia abajo. Tenía un destino en mente, y él estaba impaciente por que llegara, oh sí, aunque de momento, disfrutaría del viaje. Si ella quería jugar, no se lo iba a impedir. Sus manos envolvieron aquello que había crecido desmesuradamente, y que necesitaba todas las atenciones que le estaba prodigando. Cuando su boca lo atrapó, el aire de sus pulmones quedó retenido unos segundos, hasta que comenzó a respirar al ritmo que marcaba aquella boca experta. Cuando sintió que iba a derramarse, intentó retirarla, pero no pudo, ella lo aferró con obstinación y fuerza, tragando todo. Era el mejor sueño húmedo hasta el momento, pero sueño o no, tenía que besarla de nuevo. Sus labios picaban por la necesidad de saborearla de nuevo. Aferró su nuca, y la guió hacia arriba, hasta que sus bocas se encontraron. Empezó a devorarla con ansia, apreciando en su lengua su propio sabor. Pero algo no estaba bien, ella no sabía de la misma manera, su boca no se movía igual, entonces lo supo, esa no era Elsa.

Con una reacción casi violenta, la alejó de él, y trepó hasta la mesita, para encender la lámpara. Cuando lo hizo, la tenue luz descubrió el depredador y satisfecho rostro de Olivia. Chris se retrepó contra el cabecero de la cama, cubriendo sus partes íntimas, intentando protegerse de ella.

-           Olivia, ¿qué estás haciendo?.-

-           ¿Tan mal lo he hecho que no lo sabes?.-

Ella deslizaba sus rodillas sobre la cama, acercándose lentamente.

-           ¡Joder Olivia!.-

Chris deslizó los dedos sobre su pelo, intentando despejar su cabeza. ¿Cómo decirle que no quería nada con ella?. Se sentía violado, de algún modo. No, no lo había forzado, pero ni loco habría accedido a mantener relaciones sexuales con esa chica. Sólo recordar lo que había pasado, hacía que su piel picase, sentía náuseas. Quería alejarse de ella tan lejos como fuera, pero aquella... lo que fuera, seguía acercándose. Chris levantó la mano y la obligó a detenerse antes de que siguiera.

-           No te acerques.-

-           ¿Qué?.-

-           Será mejor que te vayas de aquí.-

Una expresión indignada y músculos tensos fueron el aviso de la reacción de la chica.

-           O sea, te hago pasar un buen rato, ¿y tú te niegas a dármelo a mí?.-

-           Yo no quería que lo hicieras.-

Chris no sabía cómo lidiar con eso. El vejado era él, ¿y ella era la indignada?.

-           Pues a mí no me lo pareció.-

-           Olivia. Has entrado en mi habitación sin mi permiso, te has aprovechado de mí mientras dormía. Si la situación fuera al revés, se podría considerar violación.-

-           Tú no has dicho que no en ningún momento.-

-           Lo estoy diciendo ahora. Vete, Olivia.-

Olivia salió de la cama de la manera más airada que pudo.

-           Eres un maldito bastardo egoísta.-

Chris esperó a oír el portazo para permitirse sacar los pies de la cama. Deseaba poder tener un pestillo en su habitación, para atrancar la puerta y protegerse de alguna manera contra esa chica. Pero no lo tenía. Así que se olvidaría de dormir aquella noche. Miró el reloj, aún quedaba una hora para el amanecer. Se metió en la ducha, y se frotó y enjabonó tantas veces, que su piel estaba demasiado roja cuando salió del baño. Se puso los primeros pantalones y camisa que encontró en el armario, y salió de casa. Condujo sin rumbo fijo hasta que se detuvo. Al mirar hacia afuera, se dio cuenta de dónde estaba, frente al apartamento de Elsa. Seguramente su necesidad de consuelo lo había llevado hasta allí. Esperó sentado hasta que creyó que era una hora decente para llamarla.

Una nueva cazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora