Despertar de malhumor para tomar el autobús es patético.
Llevar una expresión sombría en todo el rostro, quejarse en murmullos pequeños por cualquier cosa, respirar profundo cada diez segundos para aguantar el inicio del día y a todas las personas que también utilizaban el transporte público y decidían pararse a su lado era irritante, más de lo que ya de por sí era su rutina vespertina, incluso cuando como mucho eran las siete de la mañana.
Lo mejor era que nadie podría imaginar que la razón de su horroroso ceño fruncido fue un diálogo cortísimo que en segundos le arruinó el día.
El día, la semana, el mes, el año, la vida. Lo que sea.
Choi solo estaba esperando por algo que le ayudara a castigar a los responsables de hacerlo tomar el autobús solo para tener que verle la cara a los estudiantes durante ocho horas enteras, a veces incluso más, intentaba jugar limpio para conseguirlas, pero parecía que el universo no estaba de acuerdo con ello o la mitad de la gente a su alrededor era tan idiota como para no notar cuando fallaba o no una cámara de seguridad.
Sin darse cuenta, de nuevo estaba haciendo mofas con las palabras que le había dicho el oficial Min, el guardia de seguridad del instituto.
"Lo lamento, profesor, alguien tapó la cámara de seguridad. No tenemos vídeo de ese día".
No sabía si quería golpearse la cabeza o golpearle la cabeza.
La paciencia no era parte de su naturaleza, en realidad, muchas cosas no eran parte de ella. No era del todo su culpa, pero aún así no lo hacía mejor de lo que la gente a su alrededor podría esperar. Un par de minutos después se estaba bajando en la parada de bus frente al instituto en el que trabajaba, tomó una gran bocanada de aire al salir del cúmulo de personas y se deshizo de ese mismo aire en un resoplido, como un anciano quejumbroso.
¿Cómo podría gustarle a alguien de esa manera?
Enfundó sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón antes de entrar al lugar. Llevaba ya alrededor de una semana y media llegando más temprano de lo normal por tener que tomar un autobús específico para no quedar tarde, la ruta desde su casa era larga, tediosa además de molesta tan solo por pensar en la factura del arreglo de su maldito carro cada que ponía un pie sobre el bus. Eran como recuerdos de la guerra, pero más dramáticos en su mente.
Alguien debía pagar los mil quinientos dólares que costará la reparación y ese alguien no sería él.
Una vez más su cabeza distraída tomó control de su cuerpo y lo llevó de regreso a la escena del crimen contra su vehículo, como si no hubiera dado ya siete vueltas alrededor del sitio buscando cualquier mínimo detalle que le diera un indicio sobre los responsables de tal acto vandálico, porque incluso si le decían que probablemente fue alguien que lo odiara, Yeonjun no tenía idea de cuál de todos los estudiantes que lo odiaban podría ser.
Era un tipo popular y detestable, incluso él mismo lo sabía y no se quejaba.
La mirada del rubio estaba atenta a la cámara de seguridad en la pared, la misma estaba en un ángulo específico desde donde podía grabar todos los autos del estacionamiento para profesores, movió su cabeza hacia donde había colocado su auto aquella vez, justo frente a la cámara, pero sin prueba alguna de los perpetradores.
Delincuentes, vándalos, desubicados sin corazón...
Quería golpearlos.
一Que se jodan 一murmuró Choi entre dientes, lleno de rabia.
Se acercó un poco más a la cámara de seguridad encendida y le sacó el dedo medio, al terminar regresó sus manos a los bolsillos de su pantalón y se giró, dispuesto a irse.
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「 𝗖𝗵𝗼𝗶 𝗟𝗼𝘃𝗲𝗿𝘀 𝗖𝗹𝘂𝗯 」
Fanfiction❝¿Yeonjun te dejó? Oh, cariño, bienvenido al club❞. Estaba claro que Choi Yeonjun era un adúltero de primera mano, empedernido, compulsivo o como quisieran decirle, todos los términos serían correctos de cualquier manera. Era descarado, un estafador...