010. Venganza

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Un nuevo día abrazaba la mitad de la irritante semana para los cansados estudiantes que solo deseaban la llegada del fin de la misma para poder escapar a sus hogares durante dos días seguidos, días en donde se olvidarían de sus responsabilidades por completo para luego realizar todos sus trabajos la noche del domingo, con sus corazones latiendo a mil mientras intentaban recordar la mayoría de fórmulas que necesitarían bajo los insultos de sus padres por ser tan flojos. Procrastinar es el pasatiempo favorito de la generación actual, ¿No ven que las mejores ideas nacen del ocio? No puedes ser ocioso si eres productivo con tus trabajos escolares, eso es algo bastante obvio.

Pero bueno, lo cierto es que el fin de semana era realmente esperado, todos se encontraban cansados de las clases como de costumbre y ya actuaban como zombis sin alma incluso antes de llegar a la primera hora.

No obstante –y como siempre– había una excepción, en esa ocasión era aquel extraño joven con pintas de nerd estereotipado.

En los pasillos del instituto un alto muchacho castaño caminaba tranquilamente hacía el salón de reuniones del lugar, hojeaba un par de papeles que había sacado no mucho antes de su bolso, la mayoría eran hojas citaciones que el director debía firmar o simplemente actas de reuniones pasadas que debería organizar. No había mucha gente en el pasillo ya que era bastante temprano, él también llegaría tarde si fuera por mero placer pero al ser el vicepresidente del comité estudiantil no tenía otra opción que llegar temprano a las reuniones reglamentarias con los profesores y otros miembros del comité.

Bostezó en grande en medio de sus pasos, las ganas de salir del lugar para comprarse un café en la cafetería de mala muerte a unas calles de distancia eran bastante grandes. Necesitaba una forma de avisparse, dejar el sueño a un lado para poder operar correctamente, necesitaba un café. Al final se quedó con la idea de salir a comprar uno antes de que la campana sonara, una idea tentadora que muy pronto pondría en marcha.

Luego de no mucho camino llegó a su destino, pero antes de poder adentrarse al salón una voz desconocida le habló.

一¿Cha Eunwoo?

Suspiró ya fastidiado cuando una vez más fue llamado por aquel nombre que no le correspondía.

一Ya les dije que me llamo Lee Dongmin–...

Y bueno, quizás ese golpe en su estómago tendría mejor efecto para despertarlo que un café caliente.

(...)

Beomgyu caminaba hasta su centro educativo como de costumbre, no le faltaba mucho para llegar y por alguna razón había decidido ir a pie aquel día. Disfrutar de la mañana como hace no mucho hacía por tomar el autobús, saludando a un par de personas mayores que se encontraba por el lugar al igual que pequeños niños que sonreían brillantes por pensar en un nuevo día para jugar con sus amigos. Él intentó prestarle más atención a su entorno desde que aquel balde de agua fría con la etiqueta "realidad" en su costado le cayó una tarde después de su último encuentro con su profesor de matemáticas, y aparentemente no lo estaba haciendo tan mal.

A partir del momento en el cual había caído por Yeonjun parecía como si su mundo se hubiese difuminado con una espesa niebla que no le permitía prestar atención a otras cosas que no fueran sus trabajos, emociones y el rubio.

No tenía amigos cercanos, los pocos que podrá haber considerado conocidos en algún momento se alejaron ante su falta de atención –algo completamente comprensible según el pelinegro–, sus compañeros de trabajos siempre eran los mismos flojos que se colgaban de sus notas, su relación familiar se había quedado estancada y habían ocurrido varias cosas de las cuales no se hubiese perdido si tan solo no se hubiese involucrado con Choi Yeonjun. Eso último era un pensamiento que no dejaba de llegar en sus momentos más bajos.

「 𝗖𝗵𝗼𝗶 𝗟𝗼𝘃𝗲𝗿𝘀 𝗖𝗹𝘂𝗯 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora