Siete y algo de la mañana, siete y media como mucho. En Seúl las personas tomaban sus respectivos lugares en la ciudad para cumplir otro día con la misma aburrida rutina, acompañados por un cielo grisáceo y frío sobre sus cabezas que les hacía más agradable el llevar suéteres o chaquetas que apoyarían al estilo invernal tan atractivo para los más jóvenes de la época.Las aves más pequeñas que vivían en los parques y uno que otro farol dañado se refugiaban en sus nidos para guardar calor, las más grandes atravesaban aventuras infravaloradas en busca de comida para su parvada, los adolescentes enfundados en sus uniformes de diferentes insignias marchaban entre charlas para llegar a sus clases, yendo en pequeños grupos con amigos o vagando solos por las calles, tal vez escuchando música o lamentándose por no haber dormido más de tres horas y perder el tiempo en actividades que no los ayudarían en sus clases, como podrán adivinar.
一A la cuenta de tres decimos "queso" ¿Está bien? 一Acordó con emoción una chica con uniforme de estudiante, sus dos mejores amigas asintieron colocándose después en posición para su más conmemorativa selfie一 un, dos, tres...
一¡Queso! 一Exclamaron eufóricas al unísono, momento justo en el que la más alta de todas tomó la foto.
Con curiosidad y felicidad las tres de facciones extranjeras miraron la fotografía recién tomada, pero sus sonrisas cayeron estrepitosamente cuando en el fondo, galante y arruinando por completo la captura del momento, un muchacho pelirrojo aparecía haciendo mofas que deformaron toda la estética del filtro por el que tanto tiempo perdieron solo en cargarlo con el internet apestoso y gratis del centro comercial con entrada a menos de media cuadra de distancia.
一¡Kang Taehyun! 一Exclamó molesta una de ellas, dispuesta a ir a golpear al aludido por entrometerse en un momento "histórico" como ese.
一Déjalo, puedo editarla 一afirmó la dueña del teléfono mientras se encogía de hombros一. Tomemos otra.
Las otras dos suspiraron frustradas antes de colocarse en posición una vez más, ignorando por completo al pelirrojo que gracias a sus piernas largas y buen estado físico ya estaba bastante lejos de las susodichas, comiendo una paleta de fresa que daba vueltas en su boca por los movimientos que daba con ayuda de su mano a la vez que caminaba con serenidad de camino a ver a su pequeño grupo de amigos en su instituto y a ver clases también, aunque lo segundo resultara menos entretenido. Su rostro tenía una expresión fija, pero su cabeza estaba maquinando diferentes ideas maquiavélicas con las cuales podría usar a su favor aquellas imágenes que tenía consigo y exponer así a un conocido rubio con el que se encontraría en unas horas en su salón de clases.
Es que lo de su auto no era suficiente.
Kang Taehyun era una persona del tipo exigente, difícil de satisfacer cuando de lecciones se trataba y a veces se creía la reencarnación de una entidad karmática, colocando trabas y tentaciones dañinas en la vida de los que lo merecían, como Exú, una deidad que recordaba haber leído alguna vez en una de sus largas exploraciones por contenido interesante en internet. El pelirrojo era complicado de complacer, para él nadie nunca había pagado lo suficiente sus actos y tal vez era porque en primer lugar el último en pagar era él mismo.
La diferencia era que hacer pequeños actos malos por un bien mayor era perdonable, en cambio hacer cosas malas por placer era despreciable e insensible, algo digno del repudio absoluto de un corazón golpeado como el suyo que luego de siete meses aún no latía por nadie ni nada más que el deseo enfermizo por darle una lección al rubio que seguía en su mira.
En el ámbito amoroso lo había superado, su necesidad de verlo sufrir era algo distinto que casualmente también yacía en su pecho.
La paleta de fresa escapó de su cavidad bucal en un diminuto e inaudible "pop", dejando su sabor escurriéndose por las papilas gustativas del adolescente que se permitió el gusto de sacar su teléfono de su bolsillo para revisar sus más recientes notificaciones sin dejar el ritmo de su andar en ningún momento. Desbloqueó su teléfono con una ligera dificultad al anotar la contraseña solo con su pulgar izquierdo, a lo mucho se llevó siete segundos, luego de eso logró tener a la vista la ordenada pantalla de inicio de su sistema, teniendo un fondo de pantalla un texto irrelevante en fondo blanco y cientos de aplicaciones que asfixiaban el espacio de su móvil.
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「 𝗖𝗵𝗼𝗶 𝗟𝗼𝘃𝗲𝗿𝘀 𝗖𝗹𝘂𝗯 」
Fanfiction❝¿Yeonjun te dejó? Oh, cariño, bienvenido al club❞. Estaba claro que Choi Yeonjun era un adúltero de primera mano, empedernido, compulsivo o como quisieran decirle, todos los términos serían correctos de cualquier manera. Era descarado, un estafador...