1. Tengo algo que decirte

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[Casi 2 años después del final de Million Scars]

—Kao, tengo algo que decirte... —exclamó desde la cristalera.

—¿Qué pasa? —contestó dejando las herramientas. Le miró desconcertado y se quitó los guantes.

Llevaba un par de horas trabajando en el jardín mientras Up estaba en el despacho. En ese momento se disponía a regar el pequeño limonero que esperaba que creciera alto y fuerte en el futuro. Se acercó a él atravesando el césped. Poompat apretaba las manos delante de él nervioso y tenía una mueca extraña.

—¿Qué pasa? Me estás preocupando —comentó llegando a su lado.

—Bueno. Vamos a ir a un sitio, ¿de acuerdo? Date una ducha e iremos. —Intentó huir, pero se lo impidió agarrándole la mano.

—Dime que pasa, Up.

—No es nada malo, pero quiero que lo veas. —Se soltó y volvió adentro.

Kao le siguió y duchó mientras el otro se cambiaba. Cuando se acercó al vestidor desnudo, Up estiró la mano para rozar con los dedos la cicatriz que le dividía el vientre en dos. Se estremeció con el familiar cosquilleo que las yemas provocaban en su cuerpo.

—Vístete, salimos en diez minutos —susurró apartándose.

Obedeció como siempre que utilizaba ese tono con él. Sentía un peso incómodo en el estómago y los nervios le estaban haciendo volverse loco.

Poompat solía hacer esas cosas antes: arrastrarlo al coche y llevarle a donde sea que quisiera ir; aparecer en casa con ropa formal para acabar en una gala inútil; subirle a un avión para volar a una isla y amanecer en un resort de cinco estrellas con sus cuerpos desnudos enredados entre las sábanas.

Pero hacía mucho, muchísimo tiempo que el príncipe dejó de planear por él. Hacía muchísimo tiempo que estaba ausente y lejos. Como en ese momento en el que conducía en completo silencio por una ruta que Kao no reconocía.

Cuando llevaban más de una hora en el coche, se preguntó a dónde demonios estaba llevándole. Definitivamente, no era una zona que Up frecuentara. Y tampoco el vecindario venido a menos en el que entró. Por supuesto, esa calle en la que estaban no era nada que el chico hubiese pisado jamás. 

Frenó delante de un edificio antiguo y respiró hondo. Lo miró por largo rato y vio la sonrisa asomando en sus mejillas.

—¿Por qué estamos en un orfanato, Up?

—Ven conmigo, por favor.

Le siguió fuera del coche con el corazón golpeando y las manos temblando. Estaba jodidamente nervioso y el hecho de que Up guardase todo en secreto no estaba ayudando.

Entraron juntos atravesando una puerta metálica desvencijada. El lugar estaba ajado, como casi todas las instituciones que vivían de la caridad. Escuchó el ruido de los niños mientras pasaban por una puerta abierta de madera. Una mujer mayor con una sonrisa amable salió a su encuentro.

—¡Khun Poompat! ¡Qué alegría verle aquí de nuevo!

¿De nuevo? ¿Cuántas veces ha estado Up aquí?

—También lo es para mí, Parr. Le presento a Noppakao...

—Oh, el famoso Khun Noppakao. Es mucho más guapo que en las fotos —saludó ella y Kao se ruborizó—. Es un placer conocerle, Khun Poompat ha hablado mucho de usted. Le contó a los niños que jugaría con ellos al fútbol.

—¿Qué? —preguntó en voz alta, absolutamente confundido. No sabía qué estaba haciendo allí, no sabía qué era lo que estaba haciendo en un orfanato, con esa señora que parecía conocerle.

4. MILLION MEMORIES [Capítulos especiales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora