4. Una vida normal

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En el corazón de First había un montón de espacio ocupado. El primer puesto lo tenían, por supuesto, la estrella más brillante del firmamento, el sol más cálido y el colorido arcoíris: Dao, Arthit y Sairung.

Los siguientes lugares estaban repartidos entre sus padres, sus estúpidas hermanas, sus cuñados, Mix y Khaotung, Podd y los otros chicos.

Y después había un enorme espacio del tamaño de un continente que pertenecía exclusivamente a Fluke Pusit Dithapisit. También conocido como Aai Yim, bebé, amor y un sinfín de motes cariñosos.

—Vamos a llegar tarde —se quejó mientras First miraba obnubilado cómo se subía el pantalón vaquero en sus piernas largas.

Estaba sin camiseta. Había estado completamente desnudo diez segundos atrás. Estuvo bajo el agua de la ducha, tocándole por todas partes, solo cinco minutos atrás. Y esa era precisamente la razón por la que llegarían tarde.

—Sunray, levanta —exclamó—, todavía tenemos que pasar a buscar a Dao y Arthit.

Se puso en marcha. Se vistió rápidamente mientras el hombre se ponía sobre los hombros una camisa de First. Se peinó un poco frente al espejo antes de que volviera a llamarle cuando bajaba las escaleras.

Le siguió, abrochando su propia camisa, escuchándolo preguntar por sus sandalias marrones. First se acercó al recibidor y se encogió de hombros cuando le miró. Guardó en un bolso las llaves, la cartera y el teléfono móvil. Pusit volvió a subir a por los zapatos y bajó unos segundos después.

—Vamos a llegar tarde —le hizo burla, esperándolo con la mano en el picaporte.

El chico frunció las cejas y apretó la boca antes de echarse a reír y coger un bolso que había junto al mueble.

Se subieron al coche y First condujo hasta la casa de P'Komen para recoger a los niños. Dao estaba en la puerta vestida con un pantalón vaquero azul celeste y una camisa blanca; llevaba en sus manos el alzador para el coche. Arthit se movía de un lado al otro cargando una pequeña mochila y parloteaba sin parar con sus manos tirando del brazo de su hermana.

—Hola, P'Mike, ¿está P'Komen trabajando? —preguntó saludando.

—Sí, le toca doblar y a mí guardia esta noche. Así que son todos tuyos hasta mañana.

—¿De verdad te parece una buena elección esa ropa tan clara? —cuestionó First a su cuñado levantando una ceja.

—Llevan dos mudas en el bolso cada uno y ha repetido hasta la saciedad que debe estar presentable. Quería ponerse un vestido de gala. Ha vuelto del colegio con un montón de exigencias —contestó P'Mike rodando los ojos.

—Es que debo estar presentable, es una ocasión especial —Dao le dio un beso y corrió a abrazar a Aai Yim después de dejar el alzador en el coche—. ¡Na Pusit! Pa no me dejó ponerme el vestido que quería.

—Dao, cariño, es una fiesta en la piscina, te pondrás el bañador en cuanto llegues allí —insistió Mike.

La niña no contestó, abrazó con más fuerza a Pusit mientras el hombre reía y después le soltó para subirse al vehículo. Aai Yim se acercó y tomó a Arthit en brazos para meterlo en el coche y asegurarlo en la silla que había puesto su hermana.

Arrancó, saliendo del vecindario hacia su destino, con la cháchara incansable de los chiquillos en la parte trasera. El constante sonido de las voces dentro del coche le gustaba. Amaba pasar tiempo con sus sobrinos y adoraba que estuvieran en ese momento acompañándolo.

Se adentró en la urbanización saludando al guardia de seguridad y condujo hasta la entrada de la casa que llevaba más de dos años sin pisar. Le temblaron un poco las manos cuando aparcó detrás del coche de Ohm y se bajó para ayudar a los niños.

4. MILLION MEMORIES [Capítulos especiales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora